Capitulo 37

730 58 11
                                    

—Michel yo... —Aclaré mi garganta —Lo siento, pero, no me gustas. No siento y no puedo sentir nada por ti y lamento decírtelo de ésta manera. Te considero un gran amigo, pero sólo eso —sonreí intentando alivianar mis palabras y salí casi corriendo de ahí hacia la cabaña dejando a Michel completamente confundido.

MATTEO BALSANO.

Michel y Luna, suena lindo ¿No?

Esto no podía ser cierto, primero lo arruino todo por la víbora de Ámbar, segundo lo que le estaba sucediendo a mi papá, y por último, Luna y Michel besándose. Hoy es el día de arruinarle la vida a Matteo.

¡Que venga un elefante a sentarse sobre mí!

Mi corazón terminó quebrándose más de lo que ya estaba. No sé si estaba sintiendo más dolor que enojo, pero estaba lleno de ira, de impotencia, lleno de ganas de querer tomar a Michel y darle unos puñetazos.

¿Por qué mierda Luna no me dijo de un principio que le gustaba o la confundía ese imbécil? ¡Sabía que todo terminaría así! Sabía que ese idiota conseguiría lo que quería.

Sólo pedía un puto abrazo para poder sacar a mi padre de mi cabeza unos segundos al menos ¿Y qué consigo a cambio? Una escena de lo peor.

No dejé que las lágrimas recorrieran mi rostro, ya lo había dicho una vez, si algún día estoy llorando es porque estaré a punto de suicidarme. Pero eso no quitaba el puto dolor que estaba sintiendo y todo el enojo que claramente se iba intensificando.

Entré a la cabaña con un notable enojo. Nina que estaba sentada junto a Simón se quedaron mirándome confundidos, pero lo más fácil fue ignorarlos. Mi respiración estaba agitada y me sentía totalmente fuera de mí.

—¡Matteo! —Escuché detrás de mí.

Volteé para mirarla, procurando ver su rostro por última vez en mi puta vida.

—Matteo yo... —comenzó.

—Luna, déjame en paz —abrí la puerta de mi habitación y ella me detuvo del codo haciendo que una electricidad recorriera mi cuerpo.

Estaba odiándome cada vez más por sentirme tan débil ante ésta chica. No podía, estaba derribando todo mi puto orgullo.

—Matteo, escúchame —bajó la voz. La observé en silencio. —Todo fue un mal entendido.

—No me des explicaciones ¡No somos nada! —Me alteré haciendo que Simón y Nina se asomaran al pasillo para percatarse de que todo estaba bien.

Luna se quedó en silencio sorprendida por mi reacción. La quería abrazar, pero un fuerte enojo y recuerdos de mi padre terminaron por derrumbarme. Golpeé la muralla de un puñetazo tan fuerte que toda la cabaña crujió dejando un agujero del tamaño de mi puño.

—Matteo, cálmate —escuché la voz de Simón y sus pasos acercándose a mí.

Ya no escuchaba nada, estaba cegado, no podía escuchar a Simón ni a Nina, sólo los veía mover sus bocas en frente de mí. La combinación entre mi enojo y mi tristeza me consumieron haciéndome entrar en un trance, sólo veía a Luna mirarme atemorizada. Los chicos estaban completamente borrosos para mí. Todo era silencio en mi cabeza y miles de voces merodeaban en el vacío.

"Ya no eres mi campeón"

"¡No te soporto!"

"Claro hijo te perdono, no te preocupes por eso"

"No me dejarás solo ni aunque te lo pida"

Ya no tenía mis cinco sentidos alerta, de eso estaba seguro, pero no podía volver a la realidad solo. ¿por qué estaba pasándome de nuevo?

Eres Mío! Imbécil |Lutteo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora