Capitulo 38

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Gastón fijó su mirada en la mía y nos detuvimos en frente de una banca. Él se sentó y yo lo seguí.

─Porque primero pasó lo de Ámbar, luego de eso, Matteo estaba cabizbajo, no era mi amigo.

Lo miré en silencio esperando que continuara.

-Hoy lo llamó su hermana para contarle que su padre está en una clínica, muy grave. Ya sabes la situación de Matteo y su padre ¿No?

Asentí mientras en mi corazón se formaba un nudo.

─Matteo se inquietó por encontrarte para no sé qué, supongo que para tener algún tipo de contención, pero te vió besándote con Michel. Esas tres cosas lo sacaron de quicio y creo que su agresividad y la forma en como actuó debería contártela él.

─¿Irá a ver a su padre? ─ Fue lo único que salió de mi boca.

─ Si, es probable ─ respondió mientras apoyaba ambos codos en sus muslos.

─¿Se irá por siempre? ─ intenté que mi voz no sonara inquieta, pero no lo logré. No quería parecer una egoísta, pero pensar en que Matteo podría irse y no regresar me atormentaba.

─ No, es sólo un tiempo. No sé, deberías hablar con él.

─ Si, pero luego..., ahora está muy alterado.

─ No hay mejor momento que este para hablar con él, Luna. Te lo digo como su mejor amigo.

─¿Y si vuelve a ponerse como hace un rato?

─¿Agresivo?

─Si...

─ Eso no pasará ─contestó, seguro de sus palabras -y si pasa, él no te hará daño. No le tengas miedo. Ese idiota es inofensivo.

─No le tengo miedo Gastón. Es sólo que me pone nerviosa, jamás lo había visto así.

─ No sé como explicártelo Luna, sólo habla con él ─ se puso de pie mirándome ─ ¿vas?

Asentí.

Entré a la cabaña encontrándome con todos ahí, pero evité conversar sobre lo que había pasado. Caminé por el pasillo y me detuve en frente de la puerta de Matteo. Suspiré intentando calmar mi corazón que cada vez latía más rápido.

Toqué un par de veces divisando el agujero de su muralla y volví a suspirar temblorosa.

Sentí unos pasos acercarse a la puerta y ésta se abrió dejándome ver a Matteo. Sus ojos estaban normales, y definitivamente, eran los que yo conocía, se encontraba sin camiseta y junto a un short de tela. Su mirada se posó en la mía.

─¿Podemos hablar? ─Pregunté con toda la valentía que la orgullosa Luna Valente podía tener.

─ Pasa ─ se hizo a un lado dejándome espacio para entrar. Entré en su habitación sintiendome ajena a ella, con la mirada caída y luego escuché la puerta cerrándose detrás de mí.

El ambiente entre nosotros era tenso y no podía evitar las ganas de querer salir corriendo de ahí. Ni siquiera hice el esfuerzo de sentarme en su cama, pero él si lo hizo apoyándose en la muralla con una almohada en su espalda.

─Siéntate ─fijó su mirada en mí ─ Parece como si nunca hubieses estado aquí.

Así me sentía.

Me senté mirándolo.

─ Sobre Michel... ─ comencé.

─ Si viniste a hablarme de Michel, pues no quiero escucharte. No quiero hablar de él ─ me interrumpió tajante.

─ Pues, yo si quiero hablarte de él ─ le contesté en el mismo tono de voz que él.

Él suspiró irritado.

─ Yo estaba muy mal por lo que había sucedido entre Ámbar y tú, mucho más por la discusión que tuvimos después ─ comencé. Pretendía no derramar ninguna lágrima y mirarlo directamente a sus ojos hasta terminar mi explicación ─ Necesitaba aclarar todo lo que estaba sintiendo y se me hacía muy difícil. Luego de un rato llegó Michel y me contó todo lo que sentía por mí y, sin previo aviso, me besó. Él no me gusta, Matteo. No siento nada por él. Fue ahí cuando te vi y créeme que yo jamás pensé en hacerte daño o vengarme de ti por lo que pasó entre Ámbar y tú.

Él respiró profundo mientras me miraba con atención.

─ Continua ¿Qué te dijo después?

─Bueno, me preguntó sobre nosotros pero ¿Qué iba a hacer? No siento nada por ese chico. ─ Me encogí de hombros ─ Y entonces le dije la verdad. Que es un gran amigo, pero... Pues sólo eso. Debes creerme  ─dije mientras él se acomodaba en la cama.

─¿Y por qué tu no crees en mí? ─frunció el ceño.

Eres Mío! Imbécil |Lutteo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora