🅟🅓🅤🅒🅒 〖Vol.Ⅰ〗(Completo)

Capítulo 14

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¿Tienen algo que ocultar?
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        Bai Qingyan naturalmente entendió el significado profundo en las palabras de Ran Chen. Apartó a Ran Chen y dijo con expresión seria:

        —Lo siento, Bai Qingyan no puede cumplir con su pedido.

        Dicho esto, intentó devolver el anillo que tenía en la mano a Ran Chen. Sin embargo, Ran Chen extendió la mano y agarró tanto el anillo como la mano de Bai Qingyan, acercándolo a sí mismo, y dijo sonriendo:

        —Su Alteza no debería decidir tan apresuradamente. Quédese con esto, algún día lo necesitará.

        Ya había envuelto a Bai Qingyan en su capa, y ahora se acercó aún más para hablar, su aliento vibrando contra el lóbulo de la oreja de Bai Qingyan. Bai Qingyan sintió que algo no estaba bien e intentó apartarlo, pero Ran Chen agarró su mano con fuerza, negándose a soltarla. En medio del forcejeo, se escuchó una voz furiosa gritando:

        —¡¿Qué están haciendo?!

        Bai Qingyan se sobresaltó y levantó la cabeza instintivamente. Vio a Ji Ning parado afuera sosteniendo una olla de barro, con los ojos inyectados en sangre. Todo su cuerpo emanaba un frío helado mientras entraba a grandes zancadas, apretando los dientes con tanta fuerza que casi los rompía.

        —Supervisor Ran, con este clima tan frío, ¿qué hace usted aquí?

        —Su Majestad ha enviado un mensajero. He preparado un banquete en el pabellón lateral y vine a buscar al General Ji para que nos acompañe.

        —¿Buscarme? —Ji Ning se rió fríamente, sus ojos se posaron en las manos entrelazadas de los dos, su expresión se volvió aún más desagradable.

        —Si me buscabas a mí, bastaba con enviar a un soldado. ¿Era necesario que el Supervisor Ran se molestara en venir personalmente?

        —¿Qué pasa, General Ji? ¿Hay algo en su habitación que no quiere que otros vean? ¿Teme que lo descubra?

        A pesar de la furia de Ji Ning, Ran Chen no parecía preocupado en absoluto. Por el contrario, su sonrisa se hizo aún más amplia.

        —Qué lástima que Su Alteza esté tan gravemente herido, sin embargo...

        No terminó la frase, pero sus ojos recorrieron descaradamente la parte inferior del cuerpo de Bai Qingyan. Allí, la ropa no cubría completamente y había un desorden, con manchas de sangre mezcladas con otras marcas indescriptibles, dejando claro lo que acababa de suceder. Bai Qingyan se sintió completamente humillado, pero de repente fue jalado hacia un lado. Tomado por sorpresa, casi se cae.

        Era Ji Ning.

        —¡Él es inmoral y desvergonzado, pero no es más que un esclavo prisionero! ¡Yo mismo me encargaré de disciplinarlo, no hace falta que el Supervisor Ran se preocupe!

        —Está bien. Sin embargo, General Ji, discipline lenta y suavemente, tenga cuidado de no matarlo. Después de todo, la sangre real de Yuyao es rara, si Su Majestad se entera, seguramente querrá obtenerla.

        —¡Tú...!

        —Entregar a un miembro de la familia real de Yuyao seguramente será recompensado generosamente por Su Majestad. Por supuesto, si el General Ji no quiere este mérito, no me entrometeré. Depende de la sinceridad del General Ji.

        Bai Qingyan escuchó la conversación entre los dos y se alarmó en secreto: ¿Acaso el emperador de Langye había dado órdenes de capturar vivos a los miembros de la familia real de Yuyao? ¿Cuál era su objetivo? ¿La amabilidad de Ran Chen también estaba relacionada con este objetivo?

        ¿Podría ser por esa técnica de cultivo...? No, ¿cómo podrían saber sobre ese secreto?

        Sin darse cuenta, levantó la cabeza ansiosamente, y su mirada se encontró con la de Ran Chen. Los ojos de flor de melocotón de Ran Chen parpadearon, y se pasó el pulgar por los labios, como insinuando que acababa de probar algún manjar delicioso. Este gesto casi coqueto naturalmente también fue captado por Ji Ning, quien tiró con fuerza de Bai Qingyan hacia atrás de él, separando las miradas de los dos.

        —Ya que Su Majestad ha enviado un mensajero, no debemos ser descorteses. Por favor, Supervisor Ran, vaya primero. Me cambiaré de ropa y lo seguiré en breve.

        Ya fuera por la amenaza velada de Ran Chen, la furia en las palabras de Ji Ning había desaparecido. Habló con distancia y control. Pero Bai Qingyan sabía que esto era solo un volcán activo escondido bajo un iceberg, porque el brazo de Ji Ning que agarraba su muñeca temblaba incontrolablemente, con las venas sobresaliendo, ¡casi rompiéndole la muñeca!