13. Quiero Ganar

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Ya era viernes por fin, el problema con mis amigas se resolvió ayer y eso porque me acorralaron entre todas, pero todo ya está arreglado, Ania estaba confundida por lo que sentía por Mauricio y explotó contra mí, pero la entiendo, ya supe lo que es estar confundida gracias a alguien del sexo opuesto y hablando él... Pues que les digo la situación está rara, nada más me mandó mensajes hasta el día siguiente pidiéndome disculpas, pero lo ignoré y adivinen que... Sí, se rindió y ahora ni lo volteo a ver, no quiero verlo, fue una lástima que mi historia de amor fuera muy corta, no sirvo para que hagan una historia de amor sobre mí.

Estaba caminando hacia la cancha ya que me tocaba con el Coach, esta semana por fin ya iba a acabar, eso me ponía feliz, Domma se la ha pasado todo el tiempo conmigo ya que dijo que quería pasar tiempo con su mejor amiga en la escuela, no lo culpo a veces mis amigas absorben todo mi tiempo, él merece mi atención y cariño. Caminé por el colegio rumbo hacia donde siempre hacemos ejercicio con el Coach de lo más tranquila hasta que tomaron de la muñeca y me jalaron hacia no sé dónde.

—¡Que te pasa, suéltame! —traté de zafarme, pero no podía, era más fuerte que yo—. ¡Suelta! —le di un manotazo con mi otra mano, pero no le afectó en nada, bufé con molestia y alcé la mirada para decirle hasta de que se iba a morir la persona. Era él, me quedé helada uno segundo hasta que reaccioné—. ¡Suéltame! —me dejé caer al suelo para ver si así lo detenía, pero no.

Él solo dio un paso para atrás, me vio con una ceja alzada, se agachó a mi altura para después levantarme del suelo, tomarme por las piernas y cargarme en su hombro con una facilidad.

Bufé en molestia—. ¡Bájame! —ordené, pero no me hizo caso asique empecé a moverme arriba de su hombro buscando mi liberación.

—Entre más te muevas, más vamos a tardar y llegarás tarde con el Coach —avisó.

—Eres un pesado —me quejé.

—Eso debería decirte yo, te estoy cargando —dijo con obviedad.

—Ya bájame y dime lo que me tengas que decir que voy a llegar tarde —dije seria.

—Está bien, lo que ordene —se detuvo y me bajó de su hombro colocándome enfrente de él, me maree un poco por el movimiento brusco.

—Lo... Lo siento de acuerdo.... Cuando estoy enojado no pienso dos veces las cosas antes de hablar —dijo con su mirada clavada en el pasto mientras se balanceaba hacia delante y atrás.

—De acuerdo, lo entiendo —dije cruzándome de brazos, él alzó su mirada con una pequeña sonrisa—. Pero no creas que te perdonaré y te hablaré, solo entiendo que sea así, ¿es todo? — borró su sonrisa.

—Empecemos desde cero, olvida todo lo malo que dije y seamos amigos, ¿sí?

Me voy a arrepentir de esto—. Hagamos algo, si tú metes cuatro goles mañana por la noche, está bien, estarás perdonado y tal vez te hable.

— ¡¿Qué, cuatro?! —exclamó sorprendido y asentí—. Aunque sea uno, cuatro no podré.

—Por qué crees que te puse esa meta —sonreí.

—Uno, aunque sea, por favor —juntó sus manos.

—Cuatro.

—Uno.

—Cuatro.

—Uno.

—Tres.

—Uno.

—Tres.

—Uno.

—Ash, dos y si quieres, nada de uno —me quejé cruzándome de brazos.

Un Simple ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora