41. El Amigo De Mi Mejor Amigo I

363 24 5
                                        

—Nena. Sabes que te amo mucho, pero... ¿No crees que te estás obsesionando un poco? —preguntó preocupado Dominic a mis espaldas.

—Yo no estaría "obsesionándome" si tú me hubieras dado respuestas desde el principio, Dominic —hice las comillas con los dedos sin dejar de ver el monitor de mi laptop que se encontraba en mi escritorio.

—No es de que no quisiera darte respuestas, Emma. Solo que no puedo darte respuestas que no sé si son fiables —explicó.

—Yo solo te pedí su nombre, Dominic. Solo te pedí eso —repetí sin verlo.

—No te lo puedo dar, Emma. Te lastimaras.

—En realidad me lastimó más el golpe de Thom, pero fuera de eso, me estoy lastimando más al no saber ni siquiera su puto nombre. Solo quiero su nombre —expliqué de cierta manera dolida.

—Ya te expliqué como murió. ¿No es suficiente?

—Claro que no es suficiente, Dominic. No es suficiente —aseguré.

—Emma. Ya te dije. Él falleció en un accidente automovilístico cuando iba para la ciudad. ¿Por qué sigues aferrándote? —me preguntó confundido.

—¡No lo sé! —grité frustrada—. No lo sé Dominic. ¿Crees que no me lo he preguntado? —giré mi cuerpo para verlo de frente.

Ahí estaba mi mejor amigo con un cubo rubik en sus manos viéndome atentamente desde el borde de mi cama.

—Lo he pensado miles de veces Dominic. No sé por qué solo... —suspiré frutada—. Solo es como si en verdad me aferrara a la mínima posibilidad de que él no estuviera muerto, pero tú no paras de repetirme cientos de veces que él ya está muerto. ¿Crees que eso no me duele? Claro que me duele Dominic —expliqué dolida.

—No debería de dolerte algo que no recuerdas —murmuró cabizbajo.

—Puede que haya perdido sus recuerdos, pero no sé porque este estúpido corazón sigue aferrado a él. Solo... Cállate Dominic. Si no me das el nombre de acuerdo, te entiendo, pero no me quites la posibilidad de saber su nombre al investigarlo por mi cuenta —pedí.

—Está bien. Respeto tu decisión. Tengo que irme al club —informó dejando el cubo rubik en mi cama.

En cuanto llegó conmigo me dio un beso en la frente y se fue sin mirarme otra vez.

Desde que llegué no he parado de buscar como era su nombre, pero es como si en realidad nunca hubiera existido. Tuve que pedirle ayuda a Lili para que me obtuviera los informes de los accidentes automovilísticos del año pasado al igual que los nombres y las fechas de nacimiento de todos los fallecidos. Llevo cuatro días con estas malditas listas. No sabía que había tantos accidentes por año. He descartado a muchas personas en primer lugar a las mujeres. Pensé que sería fácil, pero no. Esta mierda tarda mucho y no pudo Lili conseguirlo en orden cronológico lo que es un dolor de cabeza. Los hombres chocan más que las mujeres. Esta lista me lo ha comprobado.

—¡Ya llegamos, perros! —pegué un respingo al escuchar la voz de mi mejor amigo por el pasillo.

Rápidamente cerré la laptop. Dominic piensa que dejé de buscar su nombre desde hace una semana y media. Lo cual es mentira. Sí él no me ayudaba no necesitaba saber esto.

—¡Hola, hola mis príncipes encantadores! —gritó Thom saliendo del pasillo que da para las habitaciones.

—Encantador lo que me cargo entre las p... ¡Gray!

—Hola, Dominic —saludé con una ligera sonrisa al ver como pegó un brinco al verme en la sala.

—Nena —sonrió tembloroso—. No quise decir eso, eh. Soy un chico decente —me señaló.

Un Simple ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora