40. Es Cierto

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—Tu ex es un hijo de puta —habló disgustado Carter viendo su limonada.

—Lo sé, pero ya está en la cárcel —contesté encogiéndome de hombros mientras masticaba el ultimo pedazo de dona que traía en mi mano izquierda.

—Nunca pensé que jugar verdad o reto contigo sería tan interesante, Gray —confesó O'Farrell llevando el popote de metal a sus labios para tomar un sorbo de su limonada—. A simple vista te ves muy diferente. De hecho, pensé que eras una chiquilla mimada, pero me haz callado la boca sin siquiera esforzarte.

—Supongo que gracias —junté mis cejas confundida por su halago e insulto.

—No lo dije con la intención de ofenderte, pequeña —aclaró viéndome.

—No te preocupes. Me han dicho cosas peores —aseguré recordando todos los insultos que me han dado a lo largo de un año y un poco más.

—Ni me lo quiero imaginar, Gray. Es una lástima que hayas tenido que sufrir tanto para tener que meter a un idiota que debió de estar en la cárcel desde hace mucho tiempo.

—Lo único que me consuela es que ya está donde se lo merece —suspiré tomando un trago de mi malteada de fresa.

—Eso es lo único bueno de esa mierda. Eres muy fuerte, Gray. Soportar tanto a lado de ese imbécil más lo que te hiciste por cuenta propia. Solo logra salvarse una verdadera guerrera. Tienes mis respetos —comentó O'Farrell pasando su brazo por arriba de mis hombros atrayéndome hacia su cuerpo.

—Tienes suerte de que te deje tocarme. Odio que me toquen, pero solo porque me compraste algo de comer —sonreí apoyando mi cabeza en su cuerpo.

—Entonces ya sé cómo ganar tu cariño, pequeña Graycita —me sonrió.

—Créeme, si me das de comer no molesto —reí—. Gracias por esperarme.

—No es nada. ¿Qué son solo tres horas esperándote en la biblioteca para ir a comprar algo de tomar y de pasada algo de comer? Para mí han sido las tres horas más productivas de mi vida. Terminé un poco más de la mitad de mi tarea en esas tres horas.

—Creo que de algo sirvió la espera —me encogí de hombros.

—Solo hay algo que no entiendo. ¿Por qué venimos caminando a la residencia si tengo auto? —cuestionó.

—Porque no te hace mal caminar, O'Farrell.

—Camino todos los días de un salón a otro. Hago mucho ejercicio y por eso estoy así de mamado —hizo fuerza con su brazo derecho mostrando su bíceps.

—Uy, disculpé oh gran hijo de Hulk —me burlé.

—¿Con que así ya nos llevamos? —preguntó alzando las cejas—. Entonces tu serias la hija de pulgarcito. Estás muy chaparra.

—Tú eres el que está muy alto —me quejé cruzándome de brazos.

—¿Acaso no escuchaste a tu mamá de pequeña?... Bueno cuando estabas más pequeña que ahora —se burló—. Debieron recordarte cada comida que comieras verduras para crecer más y no quedarte en el suelo, hormiguita.

Yo solo rodeé los ojos con burla y me se separé de O'Farrell para abrir la puerta de la residencia. Cuando la abrí y me giré a ver a O'Farrell para ofrecerle pasar. Ahí vi detrás de él como venían llegado la camioneta de Carter, el carro de Black y la motocicleta de Dominic.

—¿Ocurre algo? —preguntó frunciendo el ceño.

—Por lo que más quieras no voltees —pedí viendo a O'Farrell.

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