52. Caos Betancourt

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—¿Vives aquí? —pregunté viendo a Black que estaba dándome la espalda ya que estaba abriendo la puerta del departamento.

—Sí y no —contestó abriendo la puerta de par en par—. Solo vengo aquí cuando quiero estar solo, ya sabes. Sin que nadie me joda el alma por unas horas —explicó girándose hacia mí—. Pocas veces vienen los chicos aquí, y solo pasa cuando Mai y Carter se ponen románticos.

Una sonrisa se quería asomar en mis labios cuando vi la mueca de así es incomodidad de Black cuando dijo románticos, era obvio que ese "románticos" se trataba de que los dos terminaran sin ropa en la cama.

Black se quedó unos segundos en silencio con la mirada perdida pero la mueca de asco se agrandó. Tuve que apretar los labios al ver cómo parpadeó rápidamente y negó con la cabeza como si quisiera borrar ciertas imágenes o recuerdos de su cabeza.

—Oiga, no se ría —reprochó cuando su mirada se dirigió hacia mi rostro.

—No lo estoy haciendo —meneé la cabeza apretando los labios con más fuerza al ver a Black que me miraba con los ojos entrecerrados y con las cejas juntas.

—Pero quiere. Ni se le ocurra hacerlo—amenazó tomando la mochila que contenía mi ropa y que estaba en el suelo.

—¿O si no qué? —pregunté juntando mis cejas mientras me cruzaba de brazos viendo al chico que estaba dándome la espalda hace algunos segundos.

La sonrisa que estaba oprimiendo hace unos momentos la dejé salir, Black se dio media vuelta quedando frente de mí con una sonrisa, él meneó la cabeza mientras deslizaba su lengua por sus dientes superiores.

—No te conviene tentarme, Emma —comentó viéndome detenidamente.

—¿Por qué? —cuestioné dando un paso hacia el frente para quedar más cerca de él.

—Porque se supone que nos estamos conociendo, y si me llegas a tentar o me das permiso de hacer ciertas cosas, no me tomaría el tiempo para pensar y podría llegar a asustarte por como soy, Emma —explicó.

—¿Y cómo eres exactamente, Black? —curioseé dando otro paso hacia el frente.

—Es difícil de explicar y de entender, pero créeme. No quieres meterte aún en ese juego donde lo más probable es que no salgas bien librada. No nos conviene tanto a ti y a mí, Emma. Aún no —explicó.

Tenía dos opciones, seguir insistiendo y ver hasta donde llegaba o ignorar por completo lo que ha pasado.

Yo quiero seguir insistiendo, pero no me conviene ya que estoy en su territorio, estamos solos y por la manera que se encuentra vestido no me favorece mucho, al menos no favorece a mi imaginación de forma saludable o sin que lleve pecados de por medio. Así que, por el bien de ambos, no dije nada más y caminé rumbo hacia la puerta. Black se hizo a un lado para que pasara primero. Yo sin tanto interés miré discretamente las paredes del lugar, no era nada fuera de lo común, solo estaban pintadas de gris claro, pero como siempre todo lo que tiene que ser relacionado con Black me sorprende. Al llegar al final del pasillo admito que casi me caigo de culo, este jodido departamento era más grande que el de los chicos, los colores predominantes de todos los muebles y paredes eran escalas de entre gris claro, oscuro, blanco y negro.

Pero qué departamento. Creo que esto no es un maldito departamento, esto parece más bien una casa. Esta mierda es una casa, no un jodido departamento, es más grande que el de los chicos, fácilmente.

—¿Tan feo es el lugar, Emma?

Los vellos de mi cuerpo amenazaron con ponerse de punta al escuchar la voz de Black muy cerca de mí al igual que sentí su calor corporal detrás de mí. Sin duda Black no deja de sorprenderme.

Un Simple ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora