17. Es Un Amigo

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—¿Por qué te vas tan rápido?, apenas son...—tomó su celular de su bolsillo verificando la hora—, las once de la noche —no sabía que contestarle, obviamente no le iba a decir que me iba a ir por qué no lo había visto.

—Las fiestas no son lo tuyo, ¿verdad? —preguntó con una sonrisita, yo solo miré al suelo negando con la cabeza—. Sí lo pensé, bueno... Yo la verdad también me iba a ir —habló y alcé la mirada confundida—. No me la estaba pasando tan bien —se encogió de hombros.

—¿Tú? —pregunté señalándolo, era extraño, los rumores que sabía de él, eran que él junto con sus amigos son el alma de las fiestas.

—Sí, pero como ya te encontré en el camino, ¿no quisieras volver?

—La verdad no —recordé el calor insoportable y el olor a sustancias de todo tipo—. Por mí te puedes ir, vine con Dominic y pienso esperarlo —sonreí un poco, la verdad no quería que se fuera.

—Lo que yo sé es que, si vienes con alguien esa persona no te abandona, no veo a Vetter por ninguna parte —habló dando un par de pasos hacia mi dirección quedando enfrente de mí—. Que tal... —tomó mi mano derecha con la suya entrelazando los dedos—. Si pasas lo que resta de la fiesta conmigo —me miró a los ojos—. Yo no pienso abandonarte —sonrió dejando ver los hoyuelos de sus mejillas.

—¿Lo prometes? —pregunté con un poco de inquietud, no me agrada la idea de terminar rodeada de adolescentes borrachos, él acunó mi mejilla con su mano derecha y acercó su rostro donde segundos después sentí el suave toque de sus labios en mi frente, me levantó la mirada dejándome ver su hermosa sonrisa.

—Lo prometo, Ardillita —sonrió aún más, se separó de mí sin soltar mi mano para luego caminar un poco.

Solo estábamos nosotros dos en nuestra burbuja, fue mejor de lo que me imaginé, estamos sentados en el césped mientras hablábamos un poco y nos reíamos de cualquier tontería que se nos ocurriera, ahora estamos en silencio, pero no es un silencio incomodo, de hecho no sabía que un silencio se pueda sentir tan cómodo, tan calmado, mi mirada estaba perdida en las estrellas del cielo, mi mente empezó a divagar un poco, recordando el tema de la universidad, cada vez faltaba menos para que él se fuera, estamos hablando menos de cuatro meses, solo de pensar en ello, mi estómago se hace nudo, no quiero que se vaya de mi lado desde hace cuatro meses atrás mi vida cambió, antes era aburrida, obviamente no digo que todo el tiempo pero... Gracias a él empecé a vivir más mi vida y no quiero que eso se termine, no lo quiero tener lejos de mí pero no soy tan egoísta, él debe de seguir sus sueños aunque a mí me duela tenerlo lejos.

—¿En qué piensas? —preguntó su hermosa voz, solté un suspiro para después dirigir mi vista hacia él.

—Nada —contesté abrazando mis piernas apoyando mi mejilla en mis rodillas, él solo me miró con los ojos entrecerrados.

—A veces me gustaría entrar en esa cabecita para saber qué piensas —contestó inclinándose hacia él frente donde llevó una de sus manos a mi rostro quitando un mechón de cabello rebelde—. Te ves bien con el cabello suelto —sonrió volviendo a su postura anterior, tenía su peso apoyado en las palmas de sus manos que estaban ligeramente atrás de su espalda y sus piernas estaban estiradas a lo largo del césped.

—No debes de decir cosas solo para ser amable —rodé los ojos.

—No estoy tratando de ser amable, soy honesto te ves muy bien, pero me encanta como te ves con coleta.

—¿Por qué? —pregunté.

—Fácil —se encogió de hombros—. Puedo ver más fácil tu rostro, tu sonrisa, tus mejillas cuando te sonrojas, tus ojos, tus pestañas —habló mirando mi rostro, pero su mirada se detuvo en un punto fijo—. Y... Tus labios —habló viéndolos detenidamente, no soporté más y oculté mi cara, mis mejillas estaban ardiendo demasiado.

Un Simple ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora