31. Chico Misterioso

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—Venga, Nena. Un poco más —habló ayudándome a subir y a bajar.

—Y-ya no puedo —contesté agitada mientras tragaba en seco y mordía mi labio inferior. Me dolía.

—Solo un poco —pidió—. Un poco más.

—No —meneé la cabeza con los ojos cerrados—. Ya no puedo —contesté antes de dejarme caer al piso de espaldas con la respiración irregular.

—Oh, no. Tú acabas porque acabas —contestó Dominic para luego inclinarse hacia mí.

—No, ya no puedo —hablé como pude y abofeteé su mano antes de que me volviera a tocar.

—No te estoy preguntado si puedes o no. Acabas. Porque. Acabas —habló lentamente para luego tomarme de los brazos y jalarme obligándome a levantarme del suelo.

—Te odio —murmuré mirando de forma amenazante a Dominic a través del espejo antes de retomar mis ejercicios.

—Y yo te amo —habló haciendo un corazón con sus manos mientras se posicionaba atrás de mí y tomaba agua.

—Recuérdame porque estamos haciendo ejercicio —pedí entre dientes mientras bajaba de nuevo haciendo una nueva sentadilla. Me ardía las piernas. Odio hacer pierna y en estos momentos lo odio a el idiota que se dice llamar mi mejor amigo.

Dominic me miró aun tomando agua a través del espejo, aun con el agua en la boca fue a una caminadora donde tomó una pequeña toalla para limpiar el sudor que recorría por su frente y su cuello.

—Porque si no funciona nuestra carrera universitaria, nos convertiremos en strippers para dejar de ser pobres —contestó con obviedad señalándome con su dedo índice. Paré de hacer las sentadillas, giré mi cuerpo para voltear a verlo incrédula.

—¡Eso no idiota, lo otro!

—¡Ah! —contestó alzando las cejas y rascándose la cabeza para volver conmigo—. Estamos haciendo esto porque te lo dijo el doctor guapo —contestó agitando su cabeza y acomodando su cabello hacia atrás con su mano derecha.

—Gracias —hablé meneando mi cabeza, mientras le daba la espalda para continuar con mi estúpido ejercicio.

—Guau... No es por nada, pero me veo bien papi —murmuró asombrado Dominic viéndose por el espejo que estaba enfrente de nosotros mientras empezaba a verse de perfil—. Si la vengo armando de stripper, eh —agregó sin verme mientras hacía poses que daban a relucir su cuerpo.

—Dominic. No seas idiota. Nadie te iría a ver si fueses stripper —contesté rodeando los ojos.

—Claro que me irían a ver. Estoy bien papucho. ¿Quién no me quisiera ver sin camisa? —preguntó como si fuera lo más absurdo del mundo.

—Déjame pensarlo... Ammm. —fingí pensar viendo al techo—. Oh, sí. ¡Nadie! —exclamé viendo a mi mejor amigo por el espejo.

—Pues esas nadie, te sacarían de la pobreza. Idiota.

—Si mucho te verían puras ancianas —contesté con asco.

—¡¿Y?!, mejor aún. Tendríamos una sugar mommy que nos daría todo lo que quisiéramos —habló con entusiasmo como si fuera lo mejor que ha dicho.

—Es como si te estuvieras prostituyendo. Idiota —hablé con fastidio mientras terminaba la última sentadilla. Mañana no se camina señores.

—Yo no le diría prostituir —habló entrelazando sus manos—. Yo le diría que es un intercambio —me señaló con ambos dedos índices.

Más idiota no puede estar, sin decir nada me giré a verlo sin entender. ¿Qué demonios?

—Eso es prostitución —contesté obvia mientras caminaba hacia donde hacían pesas para sentarme allí y poder tomar agua.

Un Simple ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora