Capítulo 2

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Ambos se acercaron a donde yo estaba sentado, los miré y les hice un gesto para que se sentaran.

—La hiciste buena esta vez —me acusó Axl con una sonrisa mientras me daba una palmadita en la espalda y también se sentaba a un lado de mí en la mesa. Estábamos en la cafetería de la Universidad.
—Nunca me enorgullezco de mis impulsos —le contesté encogiéndome de hombros.
—Volviste a caer en la rectoría y todavía no son ni las 10 de la mañana —sentenció Steven.
—Así es —contesté.
—¿Y cómo te fue? —quiso saber el pelirrojo.
—Creo que el rector y la secretaria están tomándome afecto. Me invitaron un café, unos bocadillos y el rector se fumó un cigarrillo conmigo mientras me decía la importancia de causar una buena impresión en esta Universidad, debido a las altas personalidades que aquí se encentran —ambos rieron con ganas.
—Ya no saben cómo llegarte —aseguró Steven en una carcajada.
—¿Llamaron a tu padre? —preguntó Axl. Me encogí de hombros.
—No —contesté secamente—. El rector prefiere tratar esto directamente conmigo... creo que mi padre le pidió que no le hablase cada 5 minutos por mis estupideces. De todos modos él no se encuentra en el país.
—Viaje de negocios—dijeron mis amigos al unísono.
—Fiesta —sentencié con seguridad.
—Me agrada cómo trabaja tu pequeño cerebro —Axl me dio una palmadita en la espalda.
—Mira quien viene ahí —dijo Steven con desenfado y un poco divertido—. Parece estar muy enojada.

«Ay no Amanda, por favor», pensé.

No estoy de humor para ser simpático, y mucho menos con ella. Me voltee con temor y sonreí al ver que era la nueva y echaba chispas por los ojos. Me puse de pie.

—Lo siento —me disculpé cuando estuvo cerca y paró en seco su brusco andar.

Estuvo bueno ese beso y no me arrepiento de habérselo dado, pero no estuvo bien besarla sin su permiso.

—¿Te arrepientes? —me preguntó haciendo esfuerzo por controlarse.
—No —fui sincero y recibí un puñetazo en la cara de su parte. Esto era extraño, normalmente las chicas dan cachetadas. Me sobé la mejilla confundido.
—¿Y eso por qué fue? —pregunté haciéndome el inocente.
—¡Por besarme sin antes preguntarme! —exclamó y giró sobre sus talones para volver a irse. Yo la tomé del brazo y a jalé hacia mí.
—¿Te puedo besar? —le pregunté.
—¡No! —me dijo y jaló su brazo para poder irse.

Entonces la tomé por la cintura y la sujeté con firmeza. La volví a besar mientras forcejeaba conmigo para soltarse. Y la besé de la misma manera que antes, pero esta vez fui más rudo. Todavía me ardía la quijada por su culpa. Finalmente se quedó quieta y dejó caer sus brazos a los costados. Sus ojos color chocolates miraban fijamente los míos, mientras mi boca seguía sobre la de ella. Me alejé despacio y le tapé la boca con mi mano derecha antes de que me gritara.

—Dijiste que te enojaste porque no te pregunté —me justifiqué con una sonrisa de autosuficiencia—. Nunca dijiste que no podía besarte si te negabas.

Los chicos rieron detrás de mí y a ella por un momento se le hicieron agua los ojos, luego los apretó y volvió a tener esa mirada de decisión que le pude ver hace unos momentos.

Vi a dónde se dirigían sus ojos y me imaginé lo que estaba maquinando su mente como contraataque. La giré apoyando su espalda sobre mi pecho para mantener la parte más sensible de mi cuerpo lejos de sus rodillas, pero bastante cerca de su trasero. Sonreí pervertidamente.

—Ahora discúlpame por mi atrevimiento —negó con la cabeza—. Me temo que debo insistir. Por favor, siéntate con nosotros —volvió a negar con la cabeza—. Está bien, supongo que quieres conservar algo de tu orgullo e irte de aquí —ella asintió lentamente—, y si te dejo golpearme... ¿te quedarás? —pregunté casi rogando.

Dangerous Obsession - [𝐈𝐳𝐳𝐲 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐝𝐥𝐢𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora