Capítulo 41

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—¿Qué cocinas? —pregunté.
—Estoy cortando fruta, así comes un poco de fruta —comentó sin dejar de cortar. De repente recordé qué día era hoy. ¡El cumpleaños de mi madre! Comencé a buscar en los bolsillos de mi pantalón mi celular y lo encontré.
—Cariño, ¿puedo usar tu teléfono?
—Claro que sí.

Tomé el teléfono y me alejé un poco de la cocina para sentarme en la mesa que estaba en medio de la sala. Le puse tono y miré el número que ayer me había dado mi padre. Respiré profundamente y comencé a marcar.

Mi corazón latía desesperado... juro que tenía miedo. Llevé el teléfono a mi oido y esperé a que sonara.

—"El número solicitado no corresponde a un cliente en servicio. El número solicitado no corresponde a un cliente en servicio. El número solicitado no corresponde a un..."
—¡Demonios! —rugí y colgué.

El maldito bastardo me había engañado. Aquel no era el número de mi madre. ¿Cómo pude ser tan idiota y creer que de verdad él iba a dármelo?

Sentí cómo unas pequeñas manos se apoyaban en mis hombros y luego bajaban hacia mi pecho. Cerré mis ojos y sentí como ella apoyaba su mentón sobre mi hombro izquierdo. Sus manos acariciaron mi pecho en forma de consuelo...

—Tengo algo para ti —me susurró al oido. Abriendo los ojos giré mi cabeza para mirarla. Alejó su mano derecha de mi pecho y me la mostró. Un pequeño papel estaba entre sus dedos. Lo tomé y la miré extrañado.
—¿Qué es esto?
—Ábrelo —pidió ella y se alejó de mí para sentarse sobre mi regazo.

Acomodándola bien sobre mí observé extrañado el pequeño papel que me había dado. La miré a los ojos y luego decidí abrirlo.

Jane Foster.

Mis ojos se abrieron como platos al ver el nombre de mi madre en aquel papel y debajo un número. Más que extrañado volví a mirarla.

—¿Qué... qué es esto? —pregunté confundido. Ella me sonrió y acarició mi rostro.
—Es el número de celular de tu madre.
—¿Qué? —solté sin poder creerlo. Ella asintió con la cabeza sin dejar de acariciar mi mejilla.
—Vamos, llámala —inquirió mientras tomaba el teléfono, pero entonces la detuve agarrando su mano suavemente con la mía. Me miró fijo a los ojos y me hizo sentir en el aire.
—¿Cómo lo hiciste?
—No pude evitar escucharte ayer... bueno en realidad me acerqué a escuchar. Lo siento si soy metida pero... tenía que hacerlo. Además después de lo que tu padre me dijo... con más razón aún.
—¿Qué te dijo mi padre?
—Mmm, no tiene importancia...
—Dímelo cariño.
—Me dijo que hiciera que odiaras a tu madre... que dejes de pensar en ella y en querer llamarla y encontrarla —comentó—. Perdona si digo esto, pero tu padre es un imbécil.

Sonreí divertido y capturé sus labios en un tierno beso. Sus labios se movieron suaves sobre los míos. Se alejó despacio y me miró.

—No puedo creer que lo hayas conseguido —dije y volví a mirar el papel—. ¿Cómo fue?
—En un momento en el que estabas con tu padre en la oficina la secretaría se fue a no sé dónde y me acerqué a su escritorio, me puse a revolver sus cosas hasta que encontré el nombre tu madre...
—¿Cómo sabías el nombre de mi madre?
—Ashley una vez me la nombró —explicó haciendo un gesto con los hombros—, entonces anoté su nombre y unos datos más. Ayer por la tarde comencé a averiguar sobre ella hasta que encontré un número que había pero que era de Londres. Luego llamé y me atendió una mujer... le pregunté por ella y me dio este número.
—¿Está segura que es ella?
—Sí, por todo lo que me dijo la mujer sí es ella... así que por favor, llámala —levantó el teléfono hasta mi rostro, suspiré y lo tomé.

Comencé a marcar el número y coloqué el tubo en mi oreja. Comenzó a sonar y sentí como mi corazón se aceleraba más que antes. Berg aún estaba sentada sobre mí por lo que coloqué uno de mis brazos alrededor de su cintura y la apreté un poco.

Dangerous Obsession - [𝐈𝐳𝐳𝐲 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐝𝐥𝐢𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora