Capítulo 37

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—¿Izzy? —escuché que me llamaba. Levanté la cabeza y ella me miraba algo extrañada. Rápidamente se acercó y se agachó hasta mi altura—. ¿Qué sucede?

Entonces el nudo en mi garganta se hizo más grande. La tomé del brazo y rápidamente la acerqué a mí para abrazarla. Escondí mi rostro en su cuello y dejé que aquel nudo saliera de mí materializado en lágrimas. Ella estaba algo confundida pues sus brazos estaban indecisos a abrazarme o no.

—¿Qué pasa? —insistió.
—Sólo necesito que me abraces, Beth —hablé con la voz algo quebrada—. Lo único que quiero es un abrazo...

Y entonces mi necesitada respuesta llegó. Sentí cómo sus pequeños brazos me apretaban con fuerza y me acercaban más a ella. Levanté mis brazos y rodee su cintura. Lloré en silencio sobre su cuello. Sentí cómo su mano bajaba y subía por mi espalda... pero no con intención sexual o algo por el estilo, sino que era un gesto de cariño, de consuelo.

Cerré mis ojos y me quedé ahí, pegado a ella, respirando su aroma y sintiendo un poco de tranquilidad entre sus brazos. No sé cuánto tiempo estuvimos así, simplemente perdí la noción de todo.
Lentamente comencé a alejarme de ella. Beth me miró fijo y levantó su mano para secar mi rostro.

—¿Qué sucedió? —preguntó ahora preocupada.

Miré la carta que estaba en mis manos y al instante tomé mi mochila y la guardé allí. Sonriendo levemente me puse de pie y ayudé a Beth a que lo hiciera.

—Nada cariño, tranquila —le respondí acariciando su rostro.
—No, no puedes decirme que "nada" porque tú estabas llorando y no creo que te pongas a llorar por nada... no eres la clase de hombre que llora porque sí.
—¿Estás preocupada por mí? —la miré arqueando una ceja.
—¿Acaso ni cuando estás mal logras controlarte un poco? —sonreí divertido aunque de verdad no me sentía muy bien que digamos.
—Nunca vas a dejarme escuchar que estás muy preocupada por mí, ¿verdad?
—No... no es eso. Yo sí me preocupo por ti... anda, dime qué pasó.
—¿Qué haces aquí? —pregunté.
—Vine a buscar unos papeles que necesitaba, pasé y te vi aquí... ¿vas a decirme?
—Te extrañé hoy en las clases... no tenía a quien mirar de manera posesiva —comenté para seguir cambiando de tema.
—¡Ya no me cambies de tema! —chilló.
—Ya es tarde cariño, va a ser mejor que vayas para casa —le dije y me acerqué a ella para besar su frente. Me tardé un poco más de lo que el gesto ameritaba.
—Pero... —intentó hablar pero comencé a caminar.

Me metí a la Universidad, necesitaba encontrar un lugar tranquilo para pensar, y qué mejor lugar que sala de música. Miré a mi alrededor y ya casi nadie estaba en la Universidad. Llegué al salón y entré. Sonreí al ver el piano. Me acerqué, lo abrí y me senté frente a él.

—"Cuando tocas el piano estás tocando un pedazo de tu alma..."

Sonreí de nuevo al recordar otra vez sus dulces y sabias palabras. Acaricié las teclas y luego coloqué bien mis dedos sobre ellas. Comencé a tocar una de sus canciones favoritas, el Pachabel Canon in D de Mozart. Mis dedos no habían perdido la habilidad de tocar, pensé que sí ya que hacia mucho que no tocaba el piano.

Muchos recuerdos más llenaron mi cabeza. Estaba por terminar cuando sentí una presencia en la sala. Levanté la cabeza y ella estaba parada en la puerta.

—Beth, ¿qué haces aquí? —pregunté sorprendido.

Con cuidado ella comenzó a acercarse. Se sentó a mi lado y miró al piano.

—No sabía que tocabas tan lindo —dijo, giró su cabeza y me miró—. ¿Puedes tocar algo para mí?

La miré fijo y entonces recordé aquella canción que hace unos años, cuando estaba aburrido, había aprendido a tocar en piano.

Dangerous Obsession - [𝐈𝐳𝐳𝐲 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐝𝐥𝐢𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora