Epílogo

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Abrí un ojo al escuchar un ruido proveniente de afuera de la habitación. Frunciendo el ceño y un tanto adormilado, abrí el otro y me quedé quieto en medio de la gran cama. Giré mi cabeza para mirar al costado de mí pero me encontraba solo.

—Jayden Stradlin, mi vida, ven aquí. Te dije que no corras más cerca de las escaleras, vas a caerte y no quiero que eso pase —escuché su dulce voz, esa era su manera de reprenderlo. Ya le dije un millón de veces que así él seguiría siendo un rebelde.
—No lo volveré a hacer, ma —sonreí levemente, era un pequeño demonio.
—William, mi amor, ¿puedes pasarme tu camiseta? —escuché unos pequeños pasos que pasaban por delante de la puerta.
—Aquí tienes mamá —dijo él y volví a escuchar sus pasos.
—Charlie, cariño, ¿ya estás lista?
—¿Dónde está mi barbie, mami? —preguntó ella con voz preocupada.
—¿Te fijaste debajo de la cama?
—¡Aquí está! —exclamó contenta.
—Bueno, ¿ya están listos?
—Casi —respondió William.
—¿Por qué se están poniendo tan lindos? —preguntó Elizabeth.
—Lo que pasa es que queremos impresionar a la maestra de natación —contestó Jayden y reí por lo bajo.
—Con que eso es —soltó ella sin poder creerlo—. Ustedes dos son terribles, no puedo creerlo.
—Ya mamá, tranquila —la calmó William con voz suave y a la vez seductor—, sabes perfectamente que tú eres nuestra favorita.
—Él tiene razón, ma —lo siguió mi otro pequeño galán—. Tú eres la dueña de nuestros corazones. Las demás no significan nada.
—Ay por dios —dijo ella divertida—. ¿De dónde habrán sacado ustedes dos esa manía de comprarme?
—Tenemos un buen maestro —aseguró Will divertido.
—Ya lo creo —dijo ella.
—¿Papá no irá a trabajar hoy? —preguntó Jayden.
—Papi está de vacaciones... comenzaron hoy —contestó ella—. Vayan bajando que el desayuno está listo. Yo iré en cuanto termine de peinar a su hermana —ellos dos bajaron las escaleras.
—Hija, ven al baño.
—¡Voy!
—¿Estás contenta de empezar el colegio? —le preguntó.
—Sí, pero tengo miedo...
—¿Miedo, mi cielo? ¿De qué?
—¿Qué pasa si me pierdo? ¿Cómo voy a volver? —preguntó preocupada.
—Tus hermanos van a cuidarte, no tienes que temer por nada princesa —la calmó Beth.
—No lo creo, ellos se la pasan babeando por la maestra de natación. Son unos bobos.
—Te van a cuidar, yo lo sé —dijo divertida su madre.

Sonreí con ternura, mi pequeña es tan hermosa. Tan hermosa como su madre. Charlie es una copia exacta de Beth, a diferencia de que tiene mis ojos. Con cinco años de edad ya es toda una mujer. Mientras que mis dos muchachitos son iguales a mí, con los ojos marrones de su madre. Jayden y William son gemelos y por ende inseparables. Siete años de pura destrucción masiva... pero, ¿qué sería de mi vida sin ellos?

¿Y qué puedo decir de la mujer que cambió mi vida por completo? Pasaron 10 años, y aún la sigo amando con la misma pasión de cuando teníamos 19.

Recuerdo como si fuera ayer cuando llegó corriendo a la Universidad con los ojos llenos de lágrimas y temblando como un animal asustado para decirme que estaba embarazada. En ese entonces yo acababa de cumplir 22 años y a ella le faltaban dos meses para dejar sus 21.

Esa vez no había sido una falsa alarma como cuando teníamos 19. Éramos jóvenes, aún lo somos, pero saber aquello fue una de las mejores cosas que me pasó en la vida, se los puedo asegurar.
Nueves meses después llegaron nuestros gemelos y dos años más tarde nuestra pequeña princesa...

—Papi, ¿estás despierto? —escuché su suave voz. Levanté la cabeza y la miré.
—Sí, mi amor.

Ella entró con cuidado y cerró la puerta para luego acercarse hasta la cama y sentarse a mi lado.

—Sólo quería venir a despedirme, me voy al colegio —dijo y una sonrisa iluminó su pequeño rostro.

Levanté mi mano y acaricié su mejilla. Acomodé un poco el pequeño flequillo negro que caía sobre su frente y que tapaba un poco aquellos enormes ojos miel.

Dangerous Obsession - [𝐈𝐳𝐳𝐲 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐝𝐥𝐢𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora