Capítulo 50

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Llegamos a mi departamento y ella se acercó a la heladera. La abrió y sacó el agua mineral. La miré algo extrañado.

—¿Qué sucede, cariño? —le pregunté. Ella me miró.
—Me siento extraña —algo preocupado me acerqué a ella—.Lo que pasa es que... casi toda mi vida he visto a mis padres enfrentados, y ahora fue muy extraño verlos de esa manera.
—¿Puedo saber por qué se separaron? —ella soltó un suspiro, me miró y levantó su mano para acomodar un poco mi cabello.
—Sinceramente creo que nunca supe la verdadera razón de todo. Pero por lo que yo veía en esos tiempos, todo fue culpa de la rutina. Mi padre llegaba siempre a altas horas de la noche de la oficina. Mi madre se la pasaba de viaje en viaje buscando nuevas modelos y esa clase de cosas. Un día empezaron a discutir, mi madre le echó en cara la falta de atención hacia ella y hacia mí, mi padre simplemente le dijo que ya no la amaba y todo se fue al tacho.
—¿Tú estabas presente en esa discusión? —asintió.
—Pero escondida debajo de la mesa... como toda niña entrometida.
—¿Y ahora te sientes mal porque están juntos? —ella sonrió.
—No creo que estén juntos. Lo más probable es que se estén matando... quizás ya cada uno se haya ido por su lado. Pero ya no pensemos en eso. Tengo sueño —me acerqué más a ella, la alcé en brazos y soltó una leve risa.
—Vamos a dormir nuestra primera siesta romántica —le dije.
—Y no va a implicar nada de eso que estas pensando —me aseguró.
—Oye, no todo en mí es querer hacerte el amor —me defendí y la miré—. Bueno en realidad sí. Pero aunque no lo creas, yo también quiero dormir —ella sonrió y mordió su labio inferior.
—Bueno, entonces vamos a dormir juntitos, muy juntitos —susurró y rozó mis labios.
—Así me haces casi imposible querer solo dormir —le aseguré.

Soltó una divertida carcajada y entré al cuarto sin bajarla al suelo. La apoyé en la cama y me acerqué a la ventana para bajar las persianas y que la luz de la tarde no nos molestara. Giré para mirarla y ella se estaba quitando el pantalón.

—¿Qué haces? —le pregunté. Me miró y alzó ambas cejas.
—Me estoy sacando la ropa para dormir, no pienso dormir con esta ropa incómoda. Sólo voy a quedarme con la remera. Además, ¿qué tiene de malo?
—No, nada. Pero eres una tentación.
—Por dios, Izzy —soltó divertida.
—Entonces, ¿yo también puedo dormir en bóxer? —ella me miró a los ojos y una sonrisa pícara se curvó en sus labios.
—Sí puedes.

Beth terminó de acomodarse y se acostó en la cama. Me quité la molesta ropa y me acosté a su lado. La abracé contra mi cuerpo y besé su frente.

—¿A qué hora nos despertaremos? —pregunté.
—A la hora que sea —dijo y se abrazó más a mí. Besó mi pecho y luego levantó la mirada para encontrarse con la mía—, pero eso sí, cuando nos despertemos yo iré a mi casa para ordenar un poco mis cosas y cambiarme de ropa.
—¿Me dejarás?
—Sólo por unas horas.
—Pero, ¿a quién voy a abrazar esta noche?
—A nadie —susurró—, pero vas a estar pensando en mí... y quizás te llame por teléfono para hablarte antes de dormir.
—O quizás yo aparezca por tu casa y así no te hará falta dormir sola —sonrió y se acercó a mi boca para besarme. La acerqué un poco más a mí y aquella tonta necesidad de no querer soltarla nunca me atrapó.
—¿Sabes que nunca pensé que terminaríamos así? —me dijo alejándose apenas de mí.
—¿No? —le acomodé un poco su cabello—. Pues yo sí.
—No te creo.
—De verdad —la besé cortamente—, siempre supe que te morirías por mí en algún momento.

Ella rio y se volvió a apoyar contra mí. Colocó sus finas piernas entre las mías. Sus manos fueron hasta mi espalda y me acarició tiernamente.

—Te amo —me dijo. Sonreí y cerré mis ojos.
—No más que yo a ti.

↭=↭

Llegué un poco agitado a la Universidad ya que se me había hecho realmente tarde. El lunes llegó, ¿pueden creerlo? Lo que quedaba del fin de semana se me pasó volando junto a Beth.

Dangerous Obsession - [𝐈𝐳𝐳𝐲 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐝𝐥𝐢𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora