Capítulo 4

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—¿Puedes dejar de mirar mis piernas? —me preguntó haciendo que volviera a concentrarme.
—Lo siento, pero no pude evitarlo. Tienes lindas piernas —le dije sincero. Revoleó los ojos.
—Para ti todo lo que camina tiene lindas piernas —atacó.
—¿Ya empiezas con los ataques? —la miré divertido.

El profesor entró de nuevo a la sala y detrás de él, los alumnos. La clase ya comenzaba y todos practicaban con sus diferentes instrumentos.

Miré a Beth, ella comenzó a buscar dentro de su bolso. Sacó su celular, miró la pantalla para luego mirar al profesor y salir de allí sin que él la viera. ¿Qué le pasará? Algo extrañado decidí seguirla y me quedé oculto detrás de la puerta.

—Ya te lo dije, aún no es momento —dijo nerviosa mientras hablaba por teléfono—. Claro que sé lo que estoy haciendo, ¿por qué crees que lo hago? No seas imbécil, ¿quieres hacerme el favor? —traté de reprimir una risita. Ella estaba bastante alterada—. Lo sé, lo siento, no quise gritarte, tú me pones así —le dijo y sonrió levemente—. Yo también te quiero, tonto. Adiós.

No sé porqué demonios no me fui de ahí, pero cuando reaccioné ya era demasiado tarde, ella saltó un poco por el susto al casi chocar de frente contra mí.

—¿Qué haces aquí?
—Iba al baño —contesté rápidamente. Me miró con desconfianza.
—Me cansé de esta clase, me voy.

La miré extrañado. ¿Acaso era una chica rebelde a la que le gustaba romper las reglas y yo no me había dado cuenta?

Entró al aula sin que el profesor la viera, tomó sus cosas y volvió a salir de allí, la imité y salí detrás de ella.

—¡Espera! —exclamé y la alcancé—. ¿A dónde vas?
—Odio estos talleres y odio esta estúpida universidad formativa —soltó con odio. La miré sin poder creerlo. Era la primera vez que escuchaba lo mismo que yo pensaba de todo esto—. Explícame, ¿qué necesidad tienen de hacerme perder el tiempo en tocar una flauta? ¡¿Para qué quiero aprender a tocar una flauta?! —preguntó exasperada. Volví a encontrarle doble sentido a sus palabras. Ella al notarlo me miró fijo—. Eres un mal pensado —aseguró molesta.
—Tus comentarios dan qué pensar —dije divertido.
—¿Qué tienes ahora?
—Filosofía —la miré—, ¿y tú?
—Historia universal.

Miré cómo Axl y Steven se acercaban a nosotros.

—Qué linda se ha vuelto la tarde al ver su sol tan cerca... —dijo el pelirrojo mirando a Beth. Ella rio por lo bajo. ¿Cuánto les apuesto que si yo le hubiese dicho eso me hubiera mirado mal?

—¿Qué hacían? —preguntó Steven.
—Escapábamos de música —respondí.
—Stradlin ya te está llevando por mal camino, Beth —aseguró Axl.
—No Axl. Él apenas puede consigo mismo, es demasiado narcisista —respondió. Ambos rieron divertidos y me miraron—, pero eso es lo de menos. Debo irme muchachos. De verdad me encantó conocerlos —les dijo a mis amigos y palmeó el hombro de Steven—. Aunque no tanto a ti, Stradlin.
—¿Por qué? —la miré.
—Porque presiento que serás un gran fastidio en mi vida —me aseguró y comenzó a caminar por el pasillo.

Los tres nos quedamos callados, mirando cómo se alejaba. Tenía un gran vaivén a la hora de caminar...

—¿A dónde vas? —preguntó Steven.
—A historia universal —respondí por lo bajo. Ambos me miraron esperando que les dijera algo de lo que querían escuchar. Tal vez estén pensando que le propuse sexo o algo por el estilo—. No le propuse sexo —dije y volví a caminar. Ambos comenzaron a caminar detrás de mí.
—Qué raro, conociéndote diríamos que eso es extraño —me dijo Axl.
—Muy extraño —finalizó Steven.

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—¿Que sucede? —preguntó el pelirrojo mientras íbamos al estacionamiento.

Habíamos tenido un día largo, por lo menos yo. Después del taller de música no había vuelto a tener oportunidad de hablar con la nueva, así que lo dejé pasar y me reuní con los chicos.

Dangerous Obsession - [𝐈𝐳𝐳𝐲 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐝𝐥𝐢𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora