Capítulo 20

322 32 4
                                    

Abrí más sus labios con mi lengua y toqué la suya con necesidad. Ella intentó alejarse pero coloqué una de mis manos en su nuca y la acerqué más a mí. Un leve gemido escapó de su boca cuando la apoyé más contra la pared apretándola con mi cuerpo. Sus manos se quedaron quietas sobre mis hombros, mientras nuestras bocas se conocían más y más, era un movimiento violento y casi insano pero no podía detenerme. Mi necesidad de saborearla era apabullante. Ella soltó otro gemido cuando mordí sus labios suavemente...

Entonces logró alejarme y sin decir nada, su mano sonó contra mi mejilla. Agitado volví mi vista a su rostro. Pude ver la confusión en sus ojos mientras que su respiración agitada caía sobre mi boca.

Sentí una pequeña punzada en mi pecho. Un enojo que me estaba carcomiendo las entrañas. Nuestras respiraciones aún eran agitadas.

¿Por qué demonios no cede? ¿Por qué demonios me hace esto?

Sus ojos estaban clavados en los míos, eran una extraña mezcla de confusión y algo de miedo.

—Demonios... —dije y me alejé de ella.

Tomé mis llaves, mi teléfono y mi remera que estaban encima de la mesa de mármol. Caminé hasta la puerta y salí de allí cerrándola con fuerza.
Tenía que salir de allí antes de que ella acabara conmigo. Cuando salí afuera miré a mi alrededor. ¿A dónde iba a ir ahora? Tomé mi celular y lo miré. Busqué el número de Steven y marqué.

—"¿Hola?" —dijo al atenderme.
—Steven, ¿puedes hablar o estás ocupado?
—"No, de hecho estamos, Axl y yo, con mal de amores y amargados aquí en mi departamento. Puedes venir si quieres."
—Llevaré algo de beber, lo necesitaremos —aseguré y colgué.

Me subí a Betty y prendí marcha hacia lo de Adler. Llegué y toqué el timbre. Un desanimado Adler me abrió la puerta, al entrar y caminar hacia la sala, me encontré con Axl en el mismo estado.

«¡Esto es increíble!»

—¿Qué tal? —preguntó Axl.
—¿Qué tal tú? —le dije y me senté a su lado. Steven tomó la botella de cerveza que había traído y fue a abrirla.
—¿Acaso hace falta que preguntes? —soltó Axl—. ¡Mírame, jamás había estado así! ¡Nunca!
—Aquí, muchachos —dijo Steven luego de darle un largo trago a la botella. Yo la tomé e hice lo mismo.
—De tantas mujeres que hay, y hay muchas, ¿por qué nos tenemos que enamorar de las criaturas más perversas, adorables y maquinadoras que hay? —preguntó el pelirrojo nervioso.
—No, no, no. Lo siento chicos, pero lo mío no es amor. Se llama obsesión, una peligrosa obsesión —les aclaré y volví a tomar—. Yo obtengo la chica que quiero cuando se me da la gana. Sólo que con Elizabeth me estoy tardando...
—Aja, sí, lo que digas Izzy —Steven rodó los ojos—. ¡Yo estoy peor! Me enamoré de la versión femenina de Izzy... —dijo nervioso y le dio otro trago a la botella—, sólo que es muchísimo mejor la versión mujer si puedo agregar.
—¿Y que hay de mí? —preguntó Axl—. Me enamoré de la criatura más linda, dulce y tierna que existe. Pero resulta que esa criatura me aborrece...

Le quitó la botella a Steven y tomó un largo y limpio trago.

—Se te pasó decir cínica y sarcástica —agregué. Me miró con desenfado y se encogió de hombros.
—Aún así es hermosa.
—Pues yo estoy peor que ustedes dos juntos —les dije y tomé la botella—. Mezclen a Emma y Ashley, ¿Qué obtienen? Exacto, a Beth... Esa morena me está costando dos semanas sin sexo.
—¡¿Qué?! —preguntaron los dos al unísono.
—No, tú estás jugando con nosotros —Steven me miraba sorprendido al igual que Axl.
—¿Ven? Y ahora no filtro lo que digo. Estoy muy mal...
—¿Dónde se está quedando tu prima Izzy? —me preguntó el rubio. Lo miré y tomé la botella para darle un trago extra largo.
—Ese es otro problema. Está en mi departamento, en mi cuarto, en mi cama. Ha tomado mi casa.
—¿En serio? —sonrió ampliamente y los ojos le brillaron. Yo lo fulminé con la mirada.
—¿Por qué la sonrisa? —rápidamente se le borró la sonrisa y puso cara de preocupación.
—Oh, disculpa —me miró—. Que pena... ¿por qué no le dices que venga a vivir aquí? Encantado le doy mi cama.
—Oye, tampoco soy un loco que entrega a su prima como si nada —le aclaré.
—¿Dónde vivirá mi pequeña lectora de libros académicos? —preguntó Axl concentrado.
—¿En la biblioteca? —respondió Steven frunciendo el ceño.
—No lo sé —dije y miré al pelirrojo—, pero ahora están en mi casa.
—¿Quiénes? —preguntó él.
—Tu angelito diabólico y el demonio encarnado.
—Traducción, eso sería Emma y Beth —aclaró Steven.
—Sí, entendí lo de angelito diabólico, no lo podía explicar más elocuentemente —dijo con su mejor cara de bobo—. Pero si ella custodiara el infierno, yo iría feliz...
—No querido amigo, ella no va a custodiar el infierno, ella será tu infierno —aseguré tratando de asustarlo para que de una buena vez reaccionara.
—Me parece, Stradlin, que tú quieres pasarnos tu propia experiencia en este momento, ¿no es verdad? —Steven me miró con una ceja en alto.
—Chicos de verdad los aprecio, y no lo repetiré cuando esté sobrio, pero los considero mis hermanos y de verdad se los digo... aléjense de ellas, ellas son como nuestro karma hecho mujer que viene como bola de nieve y de un momento a otro moriremos aplastados como moscas asquerosas y malolientes —dije bastante nervioso.

Dangerous Obsession - [𝐈𝐳𝐳𝐲 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐝𝐥𝐢𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora