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Llegué desconsolada, no tenía ni las fuerzas para seguir viviendo, simplemente volvía a la idea de rendirme. 

Abrí la puerta.

La veo a ella con su celular enojada. El ceño fruncido recién acabando de cortar la llamada.

-¡Lady que rayos sucede contigo! ¿Ahora golpeaste a un chico? ¿Qué demonios te sucede?- me habla exaltada, era de esperarse que este molesta, pero lo único que quiero y deseo es irme a mi habitación y dormir, no quiero confrontaciones otra vez, ella sigue haciendo ademanes,  frustrada, y a mí me comienza a dar un dolor de cabeza pulsante.

Camino sin mirarla a los ojos, hacia la escalera.

-Solo no deseo hablar ahora- murmuro, pero eso no parece calmarla, más bien la enfurece más, y me toma de la muñeca volteándome hacía ella.

-¡Vamos a hablar, Lady! ¡Ya no entiendo que hacer para que dejes de comportarte así!- dice gritando histérica.

-Solo quiero descansar- murmuro otra vez, mientras sus gritos me hacen sentir peor, más hundida en mi miseria.

-Primero no entregas el trabajo, ahora golpeas a un chico, no aguanto esto de ti. Siempre culpas que tienes bajones, pero no creo que sea eso y me estoy hartando de ese comportamiento tuyo- al momento que dice eso mi mandíbula se tensa y las lágrimas proceden a salir.

-¡¿Si soy una carga para ti por qué no dejaste que los de servicio me llevaran?! Tal vez no te haría tanto peso ahora- grite llorando mientras la miraba.

-¡No me hables así! ¡Malcriada!- sus mejillas estaban rojas de la furia y yo con un dolor fuerte en mi pecho- ¡Cómo te atreves a hablarme así! ¡Malagradecida!

-Estoy harta de que me juzgues sin saber nada de mí, no sabes por qué golpeé a ese chico y ya te enojas conmigo, no sabes lo que sufro sola cuando nadie me ve. ¡No sabes nada de mí! ¡Ojalá jamás hubiera existido! ¡Y menos para vivir contigo!- grité mis lágrimas recorrían mis mejillas, mi dolor se mezclaba con mi impotencia de no soportar toda esta situación y cuando apenas acabe de decir todo eso, sentí su palma en mi mejilla rebotando con fuerza y enojo, mi mirada volteada miro el suelo, toque mi mejilla la cual ardía de dolor. Levante mi vista y la vi con su mano aún en el aire y su cara de ira mientras su pecho subía y bajaba por la adrenalina del golpe que me acababa de dar- ¡Te odio!- dije sin previo aviso para correr a las escaleras y llegar a mi habitación. Y nuevamente a llorar descontroladamente, jadeando de dolor, desesperación y frustración recorriendo en cada parte de mi ser.

No podía creer como mi vida terminaría en esto y es que nadie se espera esto cuando es niño, al parecer somos muy pequeños para ver la cruda realidad, como si estuviéramos temporalmente con una venda, ocultando lo que es tan cruel y malo frente a nosotros, porque nadie se espera llorar, enojarse y decir cosas crueles con las personas más cercanas a ti, nadie quiere eso en su vida, pero vivir eso es terriblemente jodido y agotador.

- - -




Papá te extraño. No puedo seguir sin ti. Ya no quiero seguir sin ti. 


Cada vez despertar me cuesta más, abrir los ojos sin ver una esperanza o una luz en mi vida, hace que tenga más ganas de ya no vivirla, prefiero morir en paz.


Ya no dolor. Ya no tristeza. Ya no "nada". No sentir nada.


Mamá hazme fuerte como tú. No tengo propósito para seguir adelante, no encuentro paz en mi interior.


EFÍMERO  [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora