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INGLATERRA - LONDRES


Hace cuatro años que dejé todo atrás, hace dos años que con el pasar del tiempo, su recuerdo no me provocaba un dolor en mi pecho, o un punzante dolor de cabeza. Y aquí estamos con otro comienzo, se podría decir que ya me acostumbre, al clima, al horario a la comida, pero no a la escuela. Muchos jóvenes de ahí me apartaban de ellos. Pero como ya les dije, fue una ventaja no me encariñé con nadie. 

-Deberías ponerte a estudiar, que leer fantasías- exclamó con desprecio Patme, una chica de cabello negro corto, de piel trigueña, con sus enormes ojos verdes me miraba, pero yo seguía con mi vista fija en mi libro, se sentó mientras masticaba chicle, lo cual era un ruido muy molesto, ella lo sabía, sabía que aquel ruido me molestaba, pero al parecer siempre buscaba la manera de sacarme de mis casillas, los cinco días de la semana- Hey, no me escuchaste- toco mi hombro con sus dedos, lo hacía cada vez más fuerte. ¡Dios! No entendía de donde sacaba mi paciencia, para soportarla. 

Levante mi vista, solté un suspiro y la miré.

-¿Qué quieres de mí, Patme?

-Quiero que hagas mi trabajo de Ciencias por mí, te pagaré si eso quieres- siempre pidiendo favores, se había vuelto su costumbre, en especial en la biblioteca donde ocasionalmente me hablaba porque casi nadie iba ahí. Y porque era el único lugar para que no la vieran hablar conmigo, porque me consideraban la rara, si creíste por leer, acertaste. 

-Patme, ¿por qué no lo haces tú?- la miré arqueando una ceja, estaba cansada de aceptar, me trasnochaba por hacer mi trabajo y el de ella, lo cual provocaba que al día siguiente no tuviera fuerzas ni para vivir.

-Es difícil, lo sabes y pues tú eres un cerebrito- sonrío, sabía que no tenía razones lógicas para no hacer el trabajo, y dejarme el cargo a mí. Y al llamarme cerebrito, fue su intento de alentarme y aceptar, lo cual era un error.

-¿Cerebrito? Saqué 42 la semana pasada en Matemáticas, Patme. 

-Por favor hazlo por mí, amiga.

-No somos amigas- sentencié seria. Ella más que nadie lo sabía, por eso me hablaba aquí y no en otro lugar.

-Puede que tengas razón, pero si lo somos, soy la única en todo la escuela que te hablo- creía que con eso sonaría convincente, pero no, no era un punto válido.

-Solo me hablas para pedirme favores, por lo que sé las amigas no hacen eso. 

-¡Oh, joder! Lady te lo suplico, haré lo que tú me pidas, debo aprobar o mamá no me dejará salir de fiesta- junto sus manos como si estuviera rezando, cerró los ojos. A decir verdad me daba mucha pena, porque ella buscaba la manera de salir de aquella casa, por lo que había escuchado, su vida en casa era un caos, ya que sus padres peleaban todos los días, gritos, cosas rotas y más. 

-Está bien- rodeé los ojos, me abrazó fue una reacción espontánea, para mí fue algo raro, porque no lo esperaba.

-Gracias, gracias- chilló de alegría.

-Okey- la alejé de mí. Ella se sonrojó un poco y me miró con una sonrisa, otra reacción que no esperaba Patme casi nunca sonreía. 

-Adiós, Lady- caminó y se chocó con el chico que vestía siempre de negro, parecía siempre estar de luto. Él era igual que yo, le gustaba leer también, se sentó a unas mesas más allá de mí. Pero a diferencia de mí si tenía amigos, bueno un amigo. No sabía mucho de él en realidad, solo que se llamaba Nolan Hoss. Jamás le había dirigido la palabra a pesar de tener una cosa en común. No era importante después de todo.

Me paré para poner el libro en su lugar, otro libro terminado. Fui caminando entre los enormes estantes llenos de libros, para elegir otro el cual me llamara la atención. Se podría decir que este lugar era mi segundo hogar. 

-Los atardeceres contigo- pronuncié en voz alta, mientras pasaba mi dedo por los libros que causaban mi atención- El recuerdo, No todo es igual...- pero entonces levanté mi vista y vi aquel libro que llamó mi atención, el elegido- Otra noche para amar- alcé mi brazo para alcanzarlo, intento fallido, me empine para tenerlo en mi mano, cuando su mano se atravesó en mi camino, tomando el libro que había anhelado leer. Vi como dio media vuelta para seguir caminando, yo fruncí el ceño y caminé hasta él- Tomaste mi libro- exclamé aún con el ceño fruncido. 

-¿Tu libro?- respondió, su tono de voz, escucharlo hablar fue tan extraño, que desequilibro lo que iba a decir.

-Eh... S-Sí.

-¿Lo escribiste tú?- habló de nuevo, con sus ojos puestos en mí, no sé por qué desvié mi mirada, sus ojos por alguna extraña razón pesaban en los míos, su mirada era tan... que inquirían tanto en mí que no era posible verlo fijamente para mí.

-No pero--

-Shh- siseó- No es tuyo entonces, además no hay tu nombre en ninguna parte, bueno al verte no creo que seas capaz de escribir al menos un verso- me miró desafiante, pero en cuanto a mí estaba furiosa, ¿cómo podía decir eso de mí sin conocerme?

-Eres un... un tonto.

-¿En serio eso es todo lo que tienes?- soltó una carcajada burlona- No me hagas perder el tiempo- me hizo a un lado y me quitó de su camino, pero yo no me iba a quedar sin mi libro, por supuesto que no.

-¡Pero que te has creído tú!- grité mientras intentaba alcanzarlo, pase por la señorita de la biblioteca la cual me hizo una seña que me hablara bajito, asentí y continúe siguiéndolo.

Paso por estudiantes pasillos, dio rienda suelta a arriba.

-Oye tú, no me dejes hablando sola.

Llegamos al la parte de arriba de la escuela, donde no había techo y casi nadie venía por aquí. 

Volteo de repente.

-¿Quieres de dejar de seguirme? Quiero estar solo- me miró con sus ojos bien abiertos, me sentía tan pequeña a comparación de él.

-Pues dame el libro- extendí mi mano, alcé mi vista hasta sus ojos y pude notar lo cerca que nuestros rostros estaban, estábamos a un centímetro que nuestras narices se rozaran.

-Sigues con eso ¿verdad? No te lo daré- sentenció. Di un suspiro, le di una mirada cansada. 

-Okey- me di media vuelta. 

-"Me seguiste cuando el viento soplaba, cuando todo parecía tan penoso, no dudaste en hacerlo y verte haciéndolo, provoco que no lo creyera, estás aquí conmigo, un día más que no emití palabras contigo, pero por primera vez atreviste tú a hacerlo. 

No te vayas, no ahora siento que te necesito, querida musa solo quédate un minuto más, remedia este quebrado corazón, solo un poco... más"

Volteé a mirarlo, con mis ojos bien abiertos, mi estómago estaba apretado, mi corazón acelerado, sorprendida por lo que acababa de decir. Que era todo esto.

-¿Qué?- lo miré atónita, él estaba con el libro abierto con su dedo en la primera hoja, alzó su vista y su sonrisa burlona volvió a aparecer. 

-¿Qué pasa? ¿No que ya te ibas?

-Eh es que tú...- 

-¿Pensabas que hablaba de ti? 

-Sí o sea no, solo olvídalo- contesté, me sentía tan estúpida. Otro más que quería colmar mi paciencia. Ya tenía suficiente con Patme, pensaba que el chico el cual siempre era mi acompañante en la biblioteca, era más maduro y no otro idiota como los que ya había en la escuela, pensaba que no era otro más que se atrevería a burlarse de mí. 

Camine hacia abajo, no quería cruzarme de nuevo con él, ni muchos menos dirigirle la palabra.







EFÍMERO  [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora