11.

24 2 0
                                    

¿Era igual que ella? ¿A mi madre?

Ella en su adolescencia sufrió mucho, también pasó bullying, la trataban muy mal hasta que al igual que yo, dio un cambio en su vida. Su vida mejoró, la mía fue todo lo contrario no fue así me costó adaptarme ella tuvo la suerte de encontrarse a alguien como mi padre, ambos se quisieron como nunca antes habían amado. 

Mi madre tuvo la suerte de encontrar esa luz en su vida. Yo perdí las esperanzas en encontrarla, y al final solo quedo como una ilusión pasada y con el tiempo olvidada. 


Hace cuatro años...

-Está será nuestra nueva casa-ella pasó su brazo por mis hombros y me apego a ella-¿Qué te parece?

-Está bien, supongo- contesté neutral. Estaba con un dolor en mi pecho, había llorado en todo el trascurso del vuelo sin que ella se diera cuenta, sabía que también lo estaba pasando mal así que no quería ser una carga ahora para ella, más cuando ambas intentábamos comenzar de nuevo. 

-Sé que te gustará tu habitación- me dio unas palmaditas en la espalda y avanzó con nuestras maletas hacia la puerta de nuestra casa. Mientras yo me quedaba atrás, aún recordando todo lo que me dolía, pensando y pensando en ellos con mi mano en mi pecho tratando de ser fuerte siendo tan jovencita. 

Luego de dejar mis cosas en mi nueva habitación ella hizo un pedido para que almorzáramos.

-¿Crees que algún día podremos superar nuestro dolor?- hable de repente mientras comíamos comida china. Ella se atragantó por unos segundo con un arroz, tomo agua y luego me miró.

-Es probable-contestó serena.

-Pero que pasa si no quiero, siento que si el dolor se va me olvidaré de ellos.

-Mi pequeña Lady, ten por seguro mi vida que jamás los olvidas solo quedan grabados en tu memoria-me dio una mirada dulce y toco mi cabeza con caricias-Vamos a estar bien, te lo prometo, tal vez no hoy ni mañana es posible que ni en un año, algún día mi amor. Algún día encontrarás tu luz...


- - -

-Hay que bajar aquí- ella se detuvo, yo seguía con el cinturón puesto, con miedo a bajar era mi primera vez que sería la nueva y no era algo que me emocionaba, para nada-Lady, vamos pequeña es hora de que entres- insistió, pero no quería un pánico lentamente se iba apoderando de mí, y me estaba rehusando a entrar.

-Solo dame cinco minutos.

-En cinco minutos será demasiado tarde, vamos entra- me quitó el cinturón, me paso mi mochila-Toma, pon actitud y valor y todo estará bien-recibí mi mochila y ella me dio un beso en la frente, fue entonces que baje del auto. Ella se despidió y vi como se alejó. 

Mire la puerta de la gran escuela y comencé a caminar. Pase hasta llegar donde me correspondía, mis nervios aumentaban, vi una mesa en una esquina y me senté ahí, acomode mi mochila y saque mi estuche de lápices. Es entonces que dos niñas se me acercaron. 

-¡Hola!- dijeron las dos animosas. Mis nervios me fallaron porque quería contestarles, pero la voz no me salía.

-A...ah..- solo logré decir, comenzaron a susurrar.

-Creo que es muda-musito una a la otra.

-No, claro que no-contestó la otra-Si no estuviera en una escuela de raros y no aquí-dijo de manera grosera. Lo único que se me ocurrió fue pararme y huir de ahí.

-Que grosera fue con nosotras-escuché decir a una de ellas. Entonces salí y mire hacia la puerta de salida y varios jóvenes de mi edad llegaban, un dolor en mi estómago avanzó los nervios nuevamente me fallaron y así fue que enfrente de todos y de la gran mayoría de la escuela me vieron vomitar. 

Fue ese mi comienzo de burlas e imparables apodos que me ofendían y me sentían sentir tan desagradable conmigo misma, todas las noches fingía una sonrisa con July. Ella creía que me iba de maravilla en la escuela, solo porque tenía buenas notas, no sabía con el tormento que estaba cargando, con mi sufrimiento y con mi baja autoestima. 

Luego me refugie en los libros al parecer prefería leer que enfrentar con mi maldita realidad. 

Luego eso no bastaba, no fue suficiente, sus palabras dolían y mucho, me hacían sentir tan inútil, como si fuera un maldito estorbo en sus vidas, como si mi vida arruinaba las suyas. 

Parecía que cada día el peso por tratar de sobrellevar lo que me estaba pasando era cada día más pesado que el anterior. Hubo en momento en que fingía estar enferma por no ir a la escuela, ponía varias excusas. 

Ese dolor y desesperación del saber cuando acabaría llegó tan lejos cuando tenía 15 años. Ese día fingí ir a la escuela, pero en realidad llegué hacia una cuadra de mi maldita escuela y volví hacia mi casa, no quería ir a ese infierno, no otra vez. Acaso no era suficiente con los demonios de mi cabeza que me hacían sentir que no valía nada, que no servía para nada, que el mundo estaría mejor si jamás hubiera existido, que ahora tenía que agregar que todos esos chicos y chicas me lo tuvieran que recordar. 

Crucé la avenida y corrí hacia la calle que parecía un callejón mientras las lágrimas salían, no tenía el valor suficiente para decirle a la única persona que me tenía aprecio lo que me pasaba, tenía miedo de ser juzgada por ella también, tenía miedo que no me comprendiera, tenía miedo que me esté tomando por loca o que no me creyera o aún peor que me vea como la culpable de mis problemas. 

Abrí  mi puerta y corrí hacia mi habitación, me tiré en la cama y comencé a llorar intensamente, pensando que tal vez la única salida era mi muerte. Fue entonces que por primera vez esa idea entro en mi mente, de repente deje de llorar, pero que me sentía vacía no significaba que me dejara de sentir mal conmigo misma, no le encontraba ningún propósito a mi vida, no veía ninguna luz a mi camino. Ya no había razones para seguir existiendo.

Me estaba ahogando y nadie lo notó, me estaba hundiendo y nadie vino a mí para rescatarme, estaba dando todo a perder y no vino nadie. 

Tal vez solo fingía muy bien. 

Fue como 26 de mayo me paré de mi cama y mientras me dirigía hacia la cocina mi mente estaba un debate, una parte de mí se iba por el sentido común y quería detenerme a hacerlo mientras la otra mi parte más oscura y herida me alentaba. Llegué a la cocina solté un suspiro, no estaba seguro de lo que iba a hacer me quedé paralizada por unos segundos mirando a la nada, para luego dejar la razón y tome un cuchillo delgado lo acerqué a mi muñeca e hice que el objeto frío de metal tocara mi cálida piel lisa...

Adiós, July. Solo quiero descansar, solo quiero tener paz en mi vida, sé que en otra vida todo hubiera sido diferente. 

Todo hubiera sido diferente...

Comencé a ser presión con el objeto en mi piel y mi piel comenzó a romper los primeros tejidos, dio un chasquido con mi lengua por el dolor y ardor que me producía y cuando vi que la zona que iba cortando comenzó a tornarse de color carmesí no pude más y paré, deje caer el objeto y comencé a llorar las lágrimas salían con abundancia, tape mi boca y llore como jamás lo había hecho. 

Es cierto que esos pensamientos nunca se fueron siguieron persistiendo, volviendo y llamándome hacia mi muerte. 

Pero dentro de mí aún, aún a pesar de todo quería persistir, quería luchar no quería rendirme todavía me quedaba un mini porcentaje que algún día todo mejoraría aunque la mayor parte de mi vida fuera gris. Aunque no encontraba el propósito para vivir sentía que debía encontrarlo aunque todo se viera tan oscuro y lejano, aunque la vida me haya dado los peores golpes, aun así quería luchar. 

Quería vivir. Vivir de verdad. 








EFÍMERO  [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora