17.

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Frío. Verano. Invierno. Otoño. 

Cada una son hermosas a su manera y es increíble como cada ser humano se relaciona o le gusta una de ellas. Mi estación favorita es el otoño, salir un poco abrigada de mi casa con mi gorro de lana, aplastar las hojas secas, satisfacerme con ese crujido es todo por la cual una sonrisa se forma en mis finos labios.

Y un día como hoy. No era otoño. Ni verano. 

El cielo estaba gris, pero ráfagas calientes de aire, levantaban mis cabellos. Estaba lista para ir aun con temor a donde me lleve la carretera. Estaba afuera de mi casa esperando su mensaje. Esperando algún llamado. Una señal. 

<<Te queda tan bien ese abrigo, te ves tan pequeña. 

Al leer su mensaje me quedé helada. Él me estaba viendo desde algún lado, esto era aterrador. Parecía como si yo fuera la víctima y el mi acosador. Esto me hacía recordar a algunos libros de misterio que había leído. 

<<Deja los juegos. ¿Dónde estás?

<<Mire al frente de tu casa. Al arbusto más grande ahí estoy. En la doble vía.

<<Eres un torpe. Perdemos tiempo.

<<Con que estás ansiosa ¿eh?

Apagué mi celular. Con el celular en mi mano, fui hacia donde estaba no sé por qué le gustaba jugar estos juegos, el que terminaba riéndose siempre sería él. 

-Eres un torpe ¿lo sabías?-dije viendo su auto sin techo de color rojo. Le di una mirada de pocos amigos.

-Siempre me lo dices, como no saberlo. ¡Hey vamos! Sonreí por esta vez-iba hablando mientras entraba al auto y me senté junto a él.

-No me hizo gracia-me crucé de brazos.

-Dime que te hace sonreír, que te hace gracia. Porque trato de entenderte pero no puedo. 

-Solo no vuelvas a hacer eso-protesté tratando de cortar la conversación.

-No prometo nada. 

No dije nada más y él comenzó a mover los cambios y el volante y comenzó a conducir. Yo me daba cuenta de que tenía un carácter difícil, no era buena con las bromas, no las consideraba graciosas, no me causaban gracia. Él estaba haciendo algo lindo este día, y yo no le ponía un poco de felicidad al asunto, no entendía por qué era así.

Un mecanismo de protección para alejar a las personas. 

No quería alejarlo. Él no merecía ese trato de mi parte.

-¿Por qué haces todo esto? Mi carácter es de lo peor. 

-No eres siempre así. Y lo sabes. Si hago esto es porque no mereces pasar las cosas que te duelen tú sola. Ya te lo dije, si intentarás atentar contra tu vida, el mundo perdería una gran persona. Sé qué aportas mucho a este mundo, Lady.

-Pero ni me conoces lo suficiente.

-Lo que conozco de ti me basta, quiero que me veas como tu apoyo cuando ya no puedas más. Quiero que vivas. Que creas en ti, que te valga las opiniones de los demás-lo volteé a ver y le di una sonrisa dulce. Nolan era mucho más de lo que creía, él no tenía por qué hacer eso, pero lo hacía igual.

Aunque aún no entendía por qué.

-Gracias, Nolan. De verdad-le di una sonrisa genuina-Pero bueno dejemos, las cursilerías- miré hacia el panorama de al frente, escuché que soltó unas carcajadas.

-Está bien.

Recorrimos las carreteras, veía los autos pasar y como el cielo se coloreaba de tonos grises y anaranjados, me encantaba como se veía. Puse mi brazo en la puerta del auto y coloque mi cabeza, veía todo pasar rápido, el leve viento tocando mi rostro, experimente esa sensación y simplemente me encanta, que cerré los ojos por unos momentos sintiendo en su máximo esplendor el momento. 

EFÍMERO  [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora