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Una nueva mañana en la que volvía a ver la luz atravesando mi ventana, esta vez no viendo una ciudad nueva, sino enormes edificios. Él ya no estaba a mi lado, me dejo en el aeropuerto y partió de nuevo a Nueva Zelanda. 

Lloré cuando estuve en el taxi, no quería hacerlo frente a él. Sabía que ahí si hubiera hecho caso omiso a lo que decía y se hubiera quedado. Y en verdad, no me hubiera gustado eso, sabía que esto iba a pasar, que lo extrañaría, pero aunque lo amaba tanto, era mejor así, o al menos intentaba convencerme.

Estiré mis brazos lo mayor que pude al levantarme, Príncipe no dudo en saltar a mi cama y ponerse de pancita para que lo acariciara. 

-Te extrañé tanto, peludo. ¿Alex te cuido bien? Tú solo dime, que si te hizo algo, te permito que le rasguñes-él comenzó a lamer mi mano, y yo acaricie su pancita, tan suave su pelaje, tan hermosos ojos tenía, tal como lo conocí. 

Mi pequeño peludo.

Mi celular sonó enseguida. 

Nolan.

Contesté enseguida, los nervios hacían que mis manos sudaran, sonreí enormemente y caí en mi cama al lado de mi peludo.

-Hola, Nolan-traté no sonar tan emocionada, comencé a morder mis uñas. 

-Hola, Daidi. Recién llegué, estoy tan cansado-noté su voz más ronca, mordí los labios al escucharlo, los bellos de mis brazos se erizaron-Acabo de llegar y varias agencias quieren de mí, trabajaré lo suficiente, solo por mis metas.

-Las agencias, saben lo bueno-solté unas carcajadas, y escuché su respiración-Estás aguantándote la risa, ¿verdad?

-Pareces conocerme tan bien-soltó aquella risa aguantada.

-¿Y cómo está Mary, y tu hermana?

-Es tan bien, Mary está saliendo con alguien más y Hanna dice que le cae muy bien. En unos días te tengo algo preparado. Por eso, planteo no solo escucharte, también quiero verte.

-¿Cuándo?-sonreí con una sonrisa amplia, mi mano comenzó a temblar con mi celular sostenido.

-La próxima semana. Será algo que te gustará.

-Ya me lo imagino, no sabes lo que se me formó en el estómago, quiero gritar-chillé de la emoción. 

-¿Hoy día no tenías que trabajar?-él preguntó y la piel de gallina se me puso, me paré de un salto de mi cama. 

Pero miré mi celular y aún era temprano, y me dejé caer de nuevo en mi cama.

-Iré a prepararme un café, aún tengo tiempo. 

-No olvides que te quiero, Daidi. 

-No lo olvidaré-fue el último murmullo que le dije por medio del celular, antes que colgará y me fuera a bañar. 

- - -

Estaba sentada, en la cafetería de mi trabajo, estaba comiendo una empanada, vi mi celular e iban a ser las diez. Estaba ensimismada conmigo misma, pensando en todo y en nada a la vez, entonces noté que me llegó un correo. 

<<Juzgado de Cambridge la solicitan, por el acusado Jake Ressen>> 

Solo un simple correo, hizo que mis ojos se humedecieran, mi vista se puso borrosa, porque me sentí tan vulnerable, tan débil, sentía que no tendría las fuerzas de volver a verlo, y es que tampoco ni en un millón de años quería volver a encontrármelo, puse mis manos en mi cara, tapando mi rostro de la vista de los demás, mi compañero de trabajo, susurró cerca de mí, repetidas veces de como me encontraba y que me pasaba, pero no era capaz de responderle. 

EFÍMERO  [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora