20.

21 1 0
                                    

Lo estaba haciendo por ti. 

Lo hacía solo por ti. 

Nolan Hoss.


Parte I

En un mundo como este tenía la certeza que nada duraba para siempre. Que las personas, los momentos, la vida misma y en especial el amor era algo pasajero, efímero. No era para siempre. Me había convencido tanto, que creía certeramente en eso, y me convertí en lo que era ahora, alguien que le cuesta expresar afecto. 

Así como me costó abrazarte cuando lo necesitabas. 

Lo lamento. 

No quería, pero aunque mi corazón me movía a hacerlo sin importar que, mi mente lo impedía. Tenía miedo, no solo a tu reacción. Si no a sentirme rara e incómoda, no eras tú. Solo quería darte mi afecto cuando al fin me naciera hacerlo, cuando no soportará más mis emociones y nada me impida hacerlo, ni mi pasado, ni mis miedos, ni mis demonios. 

Nada.

Y fue como así me surgió esta idea, quería tener el tiempo suficiente, no importara que fuera de noche, para empatizar contigo para tener un momento en donde ambos nos comprendiéramos, nos comprendiéramos de verdad.

"Tal vez así comenzó todo, sin pensar bien nos estábamos arriesgando mucho, solo fue así que en esa misma noche yo rompí mi promesa por ti, porque tú sin hacer ruido, sin aviso oportuno, entraste y te quedaste, te quedaste junto a mí"

Esa noche. 

Me estaba poniendo un suéter azul, unos vaqueros que solo me apretaban en la cintura y luego solo eran sueltos. Unas zapatillas blancas y el collar que me dio mi papá, el cual era de mi madre. 

Salí por la puerta principal, él me esperaba en la esquina de mi casa, sentía mi corazón latir, uno por el miedo a ser atrapada y dos porque esto era tan emocionante.

-¡Hola!- susurré emocionada cerca de él, él me mostró una sonrisa amplia.

-¿Lista?-me miró curioso, asentí. Él estaba con una sudadera negra, la capucha cubría sus cabellos. Llevaba unos vaqueros y unas Vans. Tenía una mochila en su espalda-Ven, conmigo-cruzamos la pista y llegamos hasta su auto. Entramos. 

Él encendió la radio. Y estaba pasando la canción de Gert Taberner - Fallen. Era tan relajante escucharla, y más en la noche. Era la música justo en el momento exacto.

-Así que dime Nolan Hoss, ¿a dónde me llevaras esta vez?-sonreí curiosa, él no hizo ninguna expresión, solo siguió conduciendo y fue cuando doblo la calle, y subíamos carretera arriba. Entonces vi cuando llegamos a un mirador. 

Si donde hay tipo telescopio para ver la ciudad, el cielo y más. 

No había nadie. 

-Ven, confía en mí-bajo del auto y me extendió su mano. Sostuve fuerte su mano hasta que baje. Y mientras tanto las estrellas estaban mirándonos desde lejos, ya les dije que me gustaba la noche, pues ahora me encantaba más. 

Todo está tan calmado, tan relajado y hermoso a la vez. Parecía que alguien había puesto a cada estrella en el lugar exacto, y esos tonos azules y negros que pintaban el hermoso cielo lo hacía ver aún más hermoso, entonces tú me miraste. 

-No te parece esto tan hermoso-dijo colocando sus brazos en el muro del mirador, mire hacia la ciudad, las luces que se formaba en la noche toda la ciudad. Y ya no me sentí pequeña. 

-Sí, todo se ve tan pequeña, y ni que decir del cielo y de las luces que lo acompañan. Mucho más lindo que las luces de la ciudad-justo fue ahí que nuestras miradas chocaron y se formó en una. 

-Es increíble como en años, no nos hemos hablado. Y todo comenzó en la biblioteca-se acercó más a mí.

-Sí, fue ahí donde por primera vez te dirigí la palabra, la primera vez que escuché tu voz.

-¿Por qué decidiste salir esta vez conmigo?-puso su cabeza en su mano, y yo solté un suspiro. 

-Porque eres mi amigo-dije y él soltó unas carcajadas. 

-Ahora si soy tu amigo, es un honor-sonrió y yo reí-Quiero que sepas y tengas la plena seguridad que jamás me alejaré de ti, Daidi. 

-¿Jamás?

-Jamás. 

Mire hacia adelante nuevamente y una lágrima recorrió mi mejilla. Él puso mi mechón detrás de mi oreja.

-Hey, ¿qué tienes?-noté su preocupación en su tono de voz. Puse mi cabeza en su brazo. 

-Solo me sentí muy emocional, quita tus manos de mi torpe-le di una mirada triste-No es momento de llorar y lo estoy haciendo. Solo dame un minuto. 

-¿Por qué temes enseñar tus sentimientos?

-Es una larga historia. 

-Me encantan las historias, y más si son largas-contestó y me dio una seña para que continuara.

-Tenía siete años, mi madre desde que nací me quiso y siempre me lo dijo y demostró. Ella no hablaba de mi padre, lo único que sabía a esa edad es que mi padre lo mataron y nunca encontraron su cuerpo. Pero ese día ellos se reencontraron, él no estaba muerto. Se amistaron, nada iba a volver a impedirles amarse, porque en su adolescencia así fue. Estuvieron como novios tres años. Los mejores años de mi vida, todo estaba tan bien, todo iba tan perfecto hasta qué...-la voz se me cortó y no pude decir más, el dolor floreció mi corazón y salió por mis venas, sintiéndolo en cada parte de mi cuerpo. Él puso su mano en mi espalda y me acaricio, levante mi vista y las lágrimas ya estaban en mis mejillas recorriendo-Ellos iban a ser felices, lo que más anhelaban, pero les robaron la felicidad, la misma persona que no les permitió ser felices en su adolescencia, les arrebató todo, su felicidad, sus sueños. Le quito la vida a mi madre, en el día de su boda-sollocé con fuerza, recordando la escena sintiendo cada parte de mí romperse, reviviendo aquel recuerdo, que me partía el alma-No solo le quito la vida, me quito la mía, y los sueño, las esperanzas a mi padre-mordí mis labios, porque poco a poco el dolor iba saliendo más y más. Lo miré y sus ojos también se humedecieron- Ojalá todo hubiera sido diferente, ojalá...-él se acercó a mí y viendo mi parte más vulnerable y me apegó a su pecho, él me rodeó con sus brazos, me apretó con fuerza hacia él.

-Joder, Lady. Ojalá te hubiera hablado el primer día que estuviste aquí, ojalá hubiera hecho más, no estás sola, sé que perdiste a las dos personas más importantes de tu vida y créeme que sé cómo debe doler-me dio un beso en mi cabeza-Te lo prometo, pequeña. Siempre te daré mi tiempo, mi tiempo para escucharte, siempre estaré para ti-sollozó y escuché sus jadeos, tras otros. 

Y fue entonces que mis brazos rodearon su cintura. 

-Él murió tiempo después, por ella. Esa es la razón, esa es mi razón, por la cual no puedo hacerlo. Pero si lo hago justo ahora es por ti. Porque tú Nolan Hoss, has dado un gran impacto en mi vida. Uno que jamás olvidaré, me la has cambiado. 








EFÍMERO  [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora