6.

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Estaba en el baño lavándome los dientes. Ella entró sin tocar, no me miro solo saco una crema y cerró la puerta. Esto me estaba carcomiendo, debía hablar, ya no importaba de quien fue la culpa tenía que hablar con ella.

Salí del baño, baje las escaleras. Ella puso mi plato en la mesa y se sentó a comer. Solté un suspiro, debía hacerlo así que en el momento que me senté la miré.

-July...- pronuncié su nombre, ella elevó su vista hacia mí, mientras masticaba su tocino. Sentí como el estómago se me apretó- ¿Podemos hablar?- dije nostálgica, él quiebre en mi voz hizo que me sintiera más insegura, y que mis ganas de llorar aumentarán.

-Dime, te escucho- contestó firme. Dejo sus cubiertos a un lado y se cruzó de brazos, me miró.

Solo pude soltar un suspiro, una respiración para que mis nervios se calmaran.

-No te odio, July. ¿Cómo podría hacerlo? Eres la madre de mi madre. Sé qué me amas, pero solo me gustaría tu comprensión- hice una pausa porque mi garganta acumulo mucho dolor.

-Soy comprensiva, sabes que si te llamó la atención es porque quiero que hagas las cosas bien, si quiero que sigas las reglas es porque deseo lo mejor para ti- declaró, pero sentí en el fondo ella no entendió a donde quería llegar.

-No quiero que me juzgues, no quiero sentirme tan mal todos los días al despertar...-

-¡Lady! Madura de una vez- hizo sonar la mesa, eso me hizo brincar- Hago lo que puedo contigo, tú más que nadie lo sabe. Quiero que hagas las cosas bien, quiero que seas una buena chica.

-¡Lo intento!- grité sintiendo mi corazón latir tan fuerte dentro de mí, las lágrimas volvieron a salir- Lo intento todos los malditos días, no tengo fuerzas para seguir viviendo ¡pero lo intento! Y lo único que quiero de ti es que por una vez en tu vida te pongas en mi lugar y no me consideres el maldito error de mis padres- alcé la voz ella volvió a poner su cara molesta, solo solté las palabras sin pensar en las consecuencias, pero no podía quedarme callada ella debía saber como me sentía, debía saber que no estaba bien, que me estaba hundiendo por dentro.

-Quiero que te portes bien, sabes que si te digo esto es porque no quiero que tú los cometas. ¡Dime! Acaso piensas que eres la única que sufre su muerte, perdí a mi hija para siempre, jamás la volveré a ver y si hago lo que hago es por ti- se paró de la mesa con sus manos bien puestas en la mesa- ¡Porque no te quiero perder a ti también!

Me paralicé... no supe qué decir. 

Ella dejó de mirarme y se paró, tomo su bolsa que estaba en el sofá. Tomo sus carpetas y papeles que estaban en la mesa. 

-Lady no quiero perderte a ti también- agregó apacible.

Pero antes que lo pensara, antes que procesará en mi mente antes de soltar las palabras, ya se habían hecho, ya las había soltado...

-Me estás perdiendo- la miré fijamente con el ceño fruncido. Iba a subir a arriba ella tomó mi muñeca deteniéndome.

-¡Dime que más quieres que haga! ¡Un celular nuevo! ¡Otro libro! ¡Dime!

Me solté bruscamente de su agarre.

-No se trata de lo material, se trata de que quieres que sea perfecta, quieres hacer lo que nunca pudiste y lo que nunca pudo ser mamá. Pues yo tampoco soy perfecta- la mire molesta- ¿Sabes al menos por qué estaré en detención el lunes? ¡Porque al chico que golpeé puso sus partes íntimas en mi trasero!- sus ojos se abrieron, dejándola atónita sin duda no se lo esperaba.

-¿Qué?

-Al menos pregúntame antes de juzgarme, antes de creer que todo es mi culpa- corrí hacia la escalera subiendo de dos en dos las gradas, mientras detrás de mí ella gritaba mi nombre.

- - -


-Hola- saludo el chico de cabello negro. Solo lo ignoré no había tenido un buen fin de semana, solo quería fingir otra vez que prestaba atención, que me importaban las clases, otra semana en la que tuviera que aguantar rumores, murmullos y burlas sobre mí. 

Llegue a clase, me senté. Podía sentir su mirada, entonces alzó la mirada y veo al estúpido pervertido, con sus ojos morado y los labios partidos. Eso me alarmó.

¿Acaso tuvo una pelea? 

¿Y por qué justo ahora todos me miraban? 

-Saquen sus libros, analizaremos la página 133- habló el profesor callando a todos. 

Luego de otras clases más sonó el timbre. Me dirigía a la biblioteca, seguía leyendo mi libro de misterio. Salude a la señorita de la biblioteca ella solo me sonrió.

Me senté y Patme vino hacia mí. 

-Hey- dijo mirándome mientras encendía un cigarro.

-¿Hey?- contesté confundida. Luego comenzó a succionar o como se diga, para luego botar el humo- ¿Qué haces aquí?

-Es el único lugar donde los profesores no nos ven, debes saberlo nadie casi nadie viene aquí. Excepto tú y ese chico de negro. Así que puedo fumar en paz. 

-Claro- rodeé los ojos y abrí mi libro.

-Porque no me contaste del idiota de Johann. Podría haberle dado su merecido, aunque me ganaron- volvió a soltar el humo.

-Pero ¿por qué te lo hubiera dicho? Estabas enojada conmigo y no somos amigas.

-Puede ser, pero jamás dejaría que un idiota como él no recibiera su merecido. Y ya se me pasó el enojo, porque como tuve mala nota y no me dejaron ir, me salvaste que fuera a la cárcel. Así que gracias.

-¿Cárcel?

-Sí, la fiesta termino en un desastre. Y desde cuando tú y Nolan se llevan bien. 

-¿No sé de qué hablas?- contesté frunciendo el ceño.

-Pues si no se llevan bien ¿por qué rayos el viernes lo molió a golpes en el baño de hombres?

-¿Qué?- sin duda esto no me lo esperaba para nada, ¿habrá sido por mí?- No creo que haya sido por mí.

-Tal vez si, tal vez no. Solo era una suposición- dio la última calada y se paró dejando con la duda.







EFÍMERO  [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora