44.

16 1 0
                                    

-Ah...lo siento, yo no sé que me pasó-dije sentándome nuevamente en mi asiento. Solté un suspiro, estaba un poco asustada y asombrada por lo que acababa de suceder. Lo miré y él tenía una sonrisa de lado, pasó su lengua por sus labios, los mismos que había besado hace unos segundos. Tosí, ahora empezaba a sentirme incómoda-¿Puedes llevarme a mi casa?

-Sí, claro-me miró, y de reojo pude ver que aquella sonrisa aún no se iba de su rostro.

-Lamento tanto lo sucedido, te dejé las cosas claras, no quiero malentendidos ni confusiones.

-No claro, dices que no quieres nada con nadie y luego aceptas besarme. Por supuesto que no habrá confusiones-dice en ironía. 

-Eso espero, bueno cambiando de tema, ¿aún podemos ser amigos, no?

-Sí, obvio-entonces se detuvo en un semáforo.

-Te cuento que July sale con alguien. 

Él volteó y me miró sorprendido.

-¿En serio? No lo puedo creer, que bien por ella-dice muy contento-De verdad estoy muy contento, luego de todo lo que me contaste, es bueno que ahora esté mejor y sobre todo feliz, que buena noticia me acabas de dar.

-Sí, opino igual. Gracias por la carta, por Príncipe...es mi compañero desde- pausé en ese instante.

-Desde que me fui, ¿come muy bien? ¿No se ha enfermado?

-No, para nada. Seguro está en mi departamento, rasguñando a algún cojín-sonreí.

-¿Puedo verlo? 

-¿Quieres pasar a mi casa? 

-Sí...¿claro si tú me das la oportunidad? Si no quieres no hay problema, entenderé.

Llegamos. 


Bajé en ese instante, y vi como Nolan saco de su bolsillo una caja de cigarros, luego de sacar uno estaba intentando encenderlo, fue entonces que me acerqué a él. 

-¡No!-sentencié, el arqueo una ceja tratando de entender-Si quieres entrar a mi casa, lo harás sin fumar. 

Él bufó y apagó el cigarro.

-Lo hubieras dicho antes de encenderlo.

-No pensé que harías eso.

-Okey, okey no te enojes. Tu casa, tus reglas entiendo-dijo poniendo sus manos en los bolsillos de su pantalón. 

Pasamos por recepción, y estuvimos esperando a que los ascensores se abrieran.

-Tu boca sigue sabiendo a menta, como cuando estábamos en la escuela y te engañe diciendo que tu aliento apestaba. 

Entré al ascensor.

-¿Lo recuerdas? Pensé que no, bueno sí uso esa pasta dental que me da este aliento y consumo chicles de ese sabor.

-Ajá, creo que no solo eres adicto al cigarro, ¿eh?

-No soy adicto a cigarro-intentó defenderse.

Arqueé la ceja.

-Bueno, intento ahora solo consumir ocho por día. 

-Sabes que debes parar-dije preocupada, el no intento mirarme. Toqué su brazo y lo miré, intentaba que él volteara a verme. 

Justo en ese momento se abrió el ascensor.

-Ya no quiero hablar de eso-salió primero que yo y se quedó a un paso fuera del ascensor, salí y camine delante de él, llegando a mi departamento. 

EFÍMERO  [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora