21.

17 0 0
                                    


Parte II


Te intenté apartar. Hice mi mayor esfuerzo, pero no, no fue fácil porque tú sabías lidiar con mi mal carácter, mi mal humor. Hiciste tu mayor esfuerzo, por hacerme ver que de verdad querías estar en mi vida y no por un día, sino para siempre. 

Ya no pude mostrar tantos obstáculos, porque parecía que tú los pasabas todos. Y deje de luchar, deje de resistir y te deje pasar. Y jamás me arrepentí de haber tomado esa decisión. Jamás fuiste un error. Jamás.

Secaste mis lágrimas esa noche, me aferré a ti. Mi cariño por ti en ese instante comenzó a crecer en ese momento. En ese momento. No quería que me soltarás, y no lo hiciste. 

Me aparté de ti, porque si permití vernos esta noche, no era por mí, era porque quería saber de ti. 

-Gracias, por escucharme- hablé mientras con mis dedos secaba mis lágrimas.

-Está bien, después de todo lo necesitabas-entonces miraste nuevamente a la ciudad que se presentaba frente a nosotros-Vine por primera vez con ella, con mi madre. Sé lo que se siente perderla-me miró y notaba lo partido que también estaba-Cuando cumplí los 10 años, mi padre se marchó de casa, nunca supe la razón. Simplemente se fue, nos dejó y mi madre en pocos días se enfermó, tanto que cayó postrada en cama. Estaba tan frágil, tan débil, ella estaba siendo muy valiente. La cuidaba día y noche hasta que él volvió, pero no para saber de nosotros, solo para pedirle el maldito divorcio-cubrió su rostro con sus manos con sus codos apoyados en el muro, me acerqué a él y tome una de sus manos. Me miraste mientras tus lágrimas recorrían tus mejillas-No le importó su salud o como se encontraba-te acercaste y me abrazaste, te sostuve en mis brazos-Solo quería la firma, ella firmó y esa firma acabo con ella. Y más al enterarse de que él tenía otra familia-sollozaste y sollozaste, puse mi mano en tu nuca y te acaricie-Ella murió, él ni se atrevió a ir, ni siquiera a verme, nada. Jamás le importamos. Jamás. Solo estuvieron ahí tres personas. Ava, Drake y mi tía. Los únicos, capaces de apoyarme, siempre.

-Lamento que hayas tenido que pasar todo esto, Nolan. Siendo ambos solo niños-tomó mi barbilla, la levantó y me miraste.

-Supongo que encontramos algo común, ambos estamos rotos. Pero no me importa, no sé que es lo que tienes, que haces que me sienta diferente.

Fruncí el ceño.

-¿Diferente?

-Sí, totalmente diferente, es como si contigo estuviera leyendo un buen libro, sabes esa sensación. Emoción, felicidad, miedo porque no sabes que es lo pasara, y tú eres tan impredecible para mí, me costó tanto poder leerte de verdad. 

-Lo tomaré como un halago-sonreí de lado, tomo mi rostro en sus manos. 

-Hazlo. Daidi has logrado algo que jamás creí con alguien. 

-¿Qué?-pregunté curiosa. 

-Pude hablarte de mi pasado, pero en este momento que me acabo de desahogar contigo, ya no siento vacío alguno. ¿Qué me has hecho, tonta?-me dio una sonrisa triste y sequé una de sus lágrimas con delicadeza.

-¿Tú que me has hecho? Porque me has cambiado la vida. 

Y en ese momento fue que entendí varias cosas. La vida si puede ser impredecible, si puede tener sus altibajos, y siempre los habrá siempre tendrás que luchar, con tus problemas, con tus miedos. 

Cada uno lo hace de una manera diferente, algunos lo ocultan, como otros lo hacen ver, pero nadie se da cuenta. Cada uno lo sobrelleva a su manera, cada uno muere como quiere. Algunos se esfuerzan por sanar, otros tienes tanto peso que ya no tienen fuerzan y se hunden lentamente. 

Y yo estaba ahí, sin fuerzas, ni aliento para gritar la ayuda. Pero tú estabas igual que yo, en la misma arena movediza, también te estabas hundiendo, también. Pero preferiste acercarte a mí, y en ese instante no lo dudaste, quise hundirme sola. 

Pero luchaste conmigo, luchaste con mis miedos, con mis demonios. Y en ese instante te quise como nunca.

En ese instante, ya habíamos decretado un sello, estaríamos para el otro cuando lo necesite. 

No me dejaste. No lo hiciste. 

¿Cómo es posible que en tan solo unas semanas, siendo simplemente desconocidos, hayamos llegado a esto?

Aún no lo entiendo. 

Pero de algo si estoy segura, nunca me arrepentiré de haberte hablado esa mañana, porque gracias a eso, mi vida cambio por completo. 

Por completo.

Y fue así que mirando estrellas, el cielo oscuro, siendo de muy tarde. Solo nosotros, juntos sin nadie cerca, nos quedamos viendo lo que estaba frente a nosotros. Siendo jóvenes rotos, quebrados, con recuerdos marcados de por vida, pero eso no era importante ahora, porque nos habíamos encontrado. 

Volteaste a mirarme, con un brillo en tus ojos. 

-Eres ese "nunca" que jamás pensé conocer. Eres ese "jamás" que nunca me atreveré a perder. Eres tantas cosas. Tu existencia es tan importante para mí, que bueno que no diste fin a tu vida, lo mucho que estuviera perdiendo-me sonreíste y te acercaste a mí y me diste un beso en la frente, lo cual me sorprendió porque sabías que nunca sería capaz de dar el primer paso-Te quiero, Lady Deadman Massey. Te quiero de verdad.

Y al solo pronunciar esas palabras, mi corazón se sintió tan pequeño. Porque estaba sintiendo tanto en ese momento. 


- - -


Y regresamos cuando él solo volvía a salir, todo siendo tar incierto para ambos. No había otro pensamiento que no fueras tú. 

Iba comiendo las frituras que trajo en su mochila. 

-Déjame un poco al menos-dijo dirigiendo su rostro hacia mí.

-No prometo nada-contesté, e intentó quitármelo, pero no lo deje-Ni lo intentes-lo desafié. 

-No quiero pelear contigo-sonrío de lado-No quiero que pierdas, que te cuesta dejarme un poco.

-¡Torpe, te comiste los dos burritos y me quitaste el mío! ¡Estoy hambrienta!

-Buen punto-apretó sus labios, y siguió conduciendo. Jamás pensé vivir esto y más con alguien como tú, jamás intentaste juzgarme porque tú me entendías perfectamente, había vivido tantas cosas, leído tantas cosas, y nada se comparaba a como me estaba sintiendo en este momento junto a ti. 

-Nos vemos, luego-susurré al salir de su auto-Y Nolan-volteaste a mirarme-Gracias por esta noche-me dio una sonrisa dulce. Y encendiste el motor y te marchaste. 

Me quede mirando como te ibas, mientras el sol salía poco a poco. 

Esperaba que nuestra amistad jamás se acabará, porque ya me había encariñado contigo.








EFÍMERO  [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora