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Capítulo 01: La nueva invitada a la mansión Bathory



Abrió los ojos ante la tenue luz del sol colándose por entre las cortinas delicadas y blanquecinas. Catalina intenta levantarse pero un dolor punzante en su costado derecho se lo prohíbe. 

¿En dónde estoy? 

Pensaba para sus adentros. Estaba sintiendo mucho frío para ser el cielo. ¿El purgatorio, quizás? No. El aire olía realmente muy dulce para ser aquel lugar donde debía pagar por sus pecados. Estaba en una enorme cama. El colchón era tan suave y mullido que comenzaba a recordar cuándo fue la última vez que se sintió tan plácidamente cómoda. Su mano se desplaza con suavidad ante las sabanas que la cubrían y el terciopelo de estas la hicieron suspirar. 


—¿Estás realmente muy cómoda, no?


Aquellas palabras hicieron que despertara definitivamente. Al lograr sentarse y mirar detenidamente de dónde provenían esas palabras, observa a la misma mujer sentada en un sillón delante de ella. La desconocida para Catalina, era de cabello castaño oscuro, sedoso y con algunas ondas sobre las puntas. Sus ojos eran verdes, mostrando que era una Betha, nariz pequeña y respingona, labios grandes y estrechos que podia lucir a la perfección. No llevaba un maquillaje muy cargado, pues tenia una belleza particular y su piel era blanca y grácil. 

La extraña jugaba sin mirar a Catalina con un cuchillo.


—¿En dónde me encuentro? —preguntó Catalina.

—Ahora mismo, estás en el cuarto del señor Baudilio Bathory por ordenes del mismo —aclaró sin dirigirle la mirada, centrándose aun en su cuchillo.

—¿Y cuál es la razón de que siga con vida? —cuestiona arqueando una ceja.

—Es la pregunta que más me encantaría saber, créeme —contesta ahora sí mirándola con odio. —Realmente me encantaría saber qué fue lo que el señor Baudilio vio en ti para no matarte en ese preciso momento.


Catalina comenzó a tocarse el abdomen y tenía un vendaje bien colocado e incluso desinfectado y un camisón cubría su cuerpo desnudo. Poco a poco estaba desesperada buscando sus ropas y un objeto muy importante; un cuaderno.


—¿Buscabas esto? —interpela con molestia —¿Acaso querías engañarnos con tu palabrerío? ¿Quién te envió hasta estas tierras, ah?

—¡No son engaños! —exclama con firmeza —Necesito que ese cuaderno llegue a manos de Baudilio porque—

—¡Señor Baudilio! —corrige —No estás habilitada para tutear o faltarle el respeto a nuestro señor y amo absoluto de nuestra raza. No seas igualada.

—Realmente necesito que lea ese cuaderno y hablar con él. Por favor.

—Eso lo veremos —acota levantándose del sillón y encamina hasta la puerta. —Sobre la cama hay ropa interior y un camisón limpio. Vístete y enseguida vendrá una Omega a buscarte para el desayuno.


Sale de la habitación dejando a la muchacha sola.

Era un amplio pasillo y sobre la pared, estaba apoyada una mujer de cabellos colorados, largos y ondulados. Se hallaba tranquila y paciente mirando sus delicadas uñas largas esmaltadas de color rojo esperando a que su compañera saliera de inspeccionar a la intrusa.

La hija de AlphasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora