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Capítulo 47: El camino correcto



Catalina tenía grandes habilidades para saltar de árbol en árbol, sosteniéndose y haciendo hincapié en las ramas mas gruesas. Se alejó de la presencia de los Omegas que seguramente Baudilio había enviado en búsqueda de Janeth y Roland. 
Ella misma se sintió aliviada de alejarse de la presencia de ambos. Si Baudilio supiera que se escapó como una rata de alcantarilla, las sospechas recaerían en ella —si es que ya no lo hacían—. Tras unos cuantos arboles, Catalina visualizó a una muchacha con una larga túnica verde y su cabello negro ondulado. Era Amira.

Se acerca hasta ella.

Amira se encontraba angustiada.


—Oh, Catalina —encamina hasta ella para abrazarla —. Estamos en problemas.

—¿Cómo que... en problemas? 

—Anoche hizo su primer avistamiento, despues de varios dias sin aparecer, la bestia —explicó preocupada —. Comenzó con un apetito voraz. 

—¿No viste a dos chicos en este bosque? —interrumpió Catalina —Es necesario si me lo dices, por favor.

—Espera, ¿qué? No, no he visto a nadie por estos alrededores —contestaba la aprendiz —. ¿Qué fue lo que sucedió? Y ahora que lo noto: ¿Por qué vistes así? 

—Janeth y Roland desaparecieron por la noche, se supone que —se pone una mano en el pecho —deberían estar en la mansión. Oh, siento un mal presentimiento.

—Voy a hacer todo lo posible pero no puedo sola —de su mano le tiende un papel a Catalina —. Ten, es todo lo que pude saber de esa bestia y sé que harás lo correcto. Yo desde aquí conseguiré detener esa bestia y voy a ayudarte con Roland y Janeth. 


En despacho de Baudilio Bathory, con los doce Alphas supremos

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En despacho de Baudilio Bathory, con los doce Alphas supremos


—¿Qué estamos haciendo aquí? —remarcó un anciano barbudo. —¿Cómo es eso de que un Schneider se escapó con una Oldman de esta mansión? ¿Ellos dónde están?

—¿Cómo se atreven a corromper una sagrada unión y faltarnos el respeto? —agregó enfadada una mujer de cabello colorado —Deben abstenerse a un severo castigo de comportamiento, como lo hacíamos en la antigüedad. 

—Estoy totalmente de acuerdo con la señorita Katyuska —informó otra Alpha de la comunidad. 


Todos daban sus opiniones (en su mayoría, negativas). El estrago de Janeth y Roland no pasó mucho tiempo en llegar a oídos de los grandes ancianos. Baudilio estaba sentado en su escritorio, meditando. Sin dudas, más allá de la conversacion que sostenían, le preocupaba saber que sus dos seres más queridos estuvieran sanos y a salvo. La realidad es que estaban desaparecidos y quien insistía en que no se realizara la unión de Roland con Lillian era Catalina. ¿Ella tendrá algo que ver? 

La hija de AlphasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora