23

263 28 1
                                    


Capítulo 23: La bestia estaba con ellos



Era de madrugada. 

Catalina necesitaba tener aquella nota dirigida a su familia entre sus manos. No podía conciliar el sueño y eso la agobiaba. Cabía una mínima posibilidad que el intento de buscar una oportunidad de indicarles a su manada que ella estaba bien podría malinterpretarse. Si alguien —con mala leche— la tenía podía pensar que Catalina intentaría comunicarse con su familia para un posible ataque. 

Sin despertar a Nina, tomó una campera y encaminó hasta salir de la habitación. Tomó rumbo hasta bajar las escaleras y se encontró con la puerta principal cerrada. Maldijo en su mente y sin rendirse, se adentró nuevamente a su cuarto para escapar por la ventana. Antes de hacerlo, indagó con su mirada hacia abajo notando la considerable altura y también, unos Omegas haciendo guardia. Sin importarle, cuando apoyó sus pies sobre el borde de la ventana, saltó.
Los Omegas saltaron en su lugar poniéndose en guardia para encontrarse a Catalina.


—¿Señorita Catalina? —apuntaba uno de ellos con su corazón sobresaltado.

—¿Qué está haciendo fuera de su habitación? —cuestionó su compañero —Tiene terminalmente prohibido salir del cuarto por la noche si no está supervisada por el señor Bathory. 

—Les pido una disculpa el haberlos asustado —juntó sus manos en súplica —, pero necesito ir cerca de los manzanos.

—¡¿Qué?! —reclamó uno de ellos —Denegado.

—Eso no podrá ser, señorita Catalina —recalcó —. Imposible.

—Si quieren, pueden venir conmigo, no es una trampa —explicaba —. Es que hoy escribí una nota para que mi familia no se preocupara por mí y—

—¿Estás confabulando en contra de nosotros? 

—¿Cómo dices? —cuestionó Catalina —¡Yo sólo quiero ir donde me quedé dormida esta tarde! 

—Ya se le ha dicho que no —éste la toma del brazo —. La llevaremos hasta su cuarto.

—¡Oye! ¡Suéltame! 

—¡Suéltala! —ordenó demandante un tercero que se acercaba. 

—Joven Athens, lo sentimos pero ella escapó de su habitación —aclaró mientras que el otro Omega sólo inspeccionaba la escena intrigado.

—La señorita Catalina se quedará conmigo ahora. Yo seré su escolta —Boris se posó sobre su lado hasta abrazarle. —No tiene objeciones, ¿verdad? —Catalina negó —Listo entonces. Procedan con su guardia. 


Los Omegas se fueron.


—Gracias, Boris —concluyó Catalina mirando como se retiraban los Omegas —. Me salvaste.


No se dio cuenta hasta el momento en el que habló para sentir que éste aun la sostenía apegada a su torso ¿desnudo? Lo sintió cuando una de sus manos se apoyo en su pecho del cual destacaba que no tenia tantos vellos. 
Esta, se termina alejando y eél le dedica una sonrisa.


—Igual sabes que no deberías salir de noche a menos que estés conmigo o cualquier Betha de la casa —reclamó cruzándose de brazos —, ¿lo sabes? 

La hija de AlphasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora