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Capítulo 34: Los consejos de Amira



Catalina se había dado una rápida ducha para distraerse, aun se encontró a la dulce Nina durmiendo. Cuando terminó, escuchó los sonidos de las voces de Aurora y Nina. Aurora era la abuela que nunca tuvo; era comprensiva, cariñosa y respetuosa. La primera persona en aquella mansión en tratarla como un ser humano y no como una amenaza. 
Se acercó a Aurora y le dio un abrazo. Lo necesitaba. Su mente le recordaba constantemente los sonidos que hacia Anastasia estando en el cuarto de Baudilio Bathory. No podía quitárselo de la cabeza. Sin preguntarle qué pasaba, sólo le dio un fuerte abrazo. 

Esa misma mañana, Janeth no se presentó a desayunar. Y Catalina, tampoco.

Catalina se había ido al árbol de manzanos, a escribir.


Querido/a papá, mamá y hermano:

Espero estén bien. No se dan una idea lo mucho que los extraño. Estoy bien acompañada en esta mansión, tengo amigos y ellos se llaman Boris y Janeth, luego vienen Roland y Thomas, son buenos muchachos. Saludos para nuestra manada. Estoy bien y espero verlos cuando consiga nuestro tan ansiado tratado de paz. Estoy en eso. 

Los quiero. A todos.


Una figura le dio sombra.

Cuando Catalina levantó su mirada, vio que se trataba de Aren Morgan, para ella, llamado Elias. Éste indicó con su cabeza si podia sentarse y la respuesta de ella fue hacerse a un lado para dejarle lugar.


—¿Qué escribes? —apuntó con su cabeza las notas.

—Una carta para mi manada —aquellas palabras tensaron al Alpha —, igual sólo las escribo para mí. Está claro que aun no tengo autorización de comunicarme con ellos.

—¿Están muy lejos? —preguntó interesado. 

—No tanto, no. Supongo que no —responde desanimada, abraza sus rodillas y exhala. 

—¿Puedo preguntarte algo? —inquirió Aren aun mirando las bellas flores a la distancia.

—¿Por qué motivo estaba recostada en una escalera en la madrugada? —expresaba con cansancio —A decir verdad no—

—No iba a preguntarte nada respecto a lo de anoche —afirmó —. Sólo quería preguntarte si te gustaría venir conmigo y junto a Román para determinar nuestros vestuarios para el baile de máscaras. 

—Oh... sí me gustaria, pero no creo que Baudilio me deje "escapar".

—Está bien, déjame intentar hablar con él y veremos cómo lo solucionamos —asimiló convencido, se levantó para darle un poco de espacio a Catalina pero antes de hacerlo, volteó a ella: —No me gusta preguntar sobre cosas que no me incumben a menos que la persona quiera acceder a contarme. Sólo para que sepas. 


NARRA CATALINA GRIFFIN


Acariciaba el suave papel entre mis manos. Era lo más cercano que tenía de mi familia ahora mismo: su recuerdo. Lo más cercano a mi familia que tenía de mi familia era mi cuaderno. Sí, era. Ese cuaderno sigue siendo custodiado por Baudilio y... Anastasia. ¿Todo acaso tiene qué recordarme a ese par? 
Sería tan lindo que Elias hablara por mí para poder caminar en la ciudad. Extraño un poco andar por calles habitadas de humanos, puestos de comidas exóticas, cantidades de tiendas de ropa y familias enteras murmurando entre sí. No es que acostumbraba a eso pero imagino que sería lindo salir un poco de este infierno/paraíso

La hija de AlphasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora