14

276 31 3
                                    


Capítulo 14: Diversión en el cuarto de entretenimiento con los gemelos McKenzie



NARRA CATALINA


Exactamente, llevo dos semanas conviviendo en esta casa, dando vueltas sin saber qué diablos estoy haciendo. Llegada a estas alturas, me encuentro impaciente, estresada e inquieta. Baudilio prometió hablar conmigo para acordar términos de convivencia en lo que retomábamos nuestro trato y cómo ibamos a organizarnos. Sin embargo, desde esa noche que no se pudo, él no volvió a dirigirme la palabra. 

¿Estará enojado conmigo por lo de la niña?

La niña humana no habla mucho. Solo repite por su madre a menudo, pero, no podemos entregarla aun. Tiene marcas de lastimaduras, maltrato e incluso abuso. Lo percibió Baudilio en cuanto tuvo contacto con ella. ¡Una barbaridad! 
A mí y a la niña nos habilitaron la misma habitación, pues había preguntado si ella podía estar conmigo y mi petición fue aceptada. Ya no comparto habitación de Baudilio. Ahora me asignaron un cuarto un piso más abajo bastante amplio —casi como el de él—, donde tengo una cama propia, un cuarto de armario, pertenencias de aseo personal, mis sábanas propias, mi toalla y bata propia y privacidad (casi, la comparto con una niña). 

La habitación estaba casi vacía. Me indicaron que podia modificarla a mi gusto pero no iba a acceder. Estaba claro que cuando tuviera oportunidad de aclarar mis asuntos con Baudilio y terminemos con esto, iré por mi cuenta y adiós a todos. 
Mientras tanto, todos los días es casi lo mismo; me levanto compartiendo desayuno con todos, interactúo más con Boris y salimos a caminar con la niña algunas noches. En sólo una, Janeth quiso acompañarnos. Thomas y Roland son neutrales para mí, hasta ahora no me han hecho nada y siempre clavan sus dientes en una víctima: Janeth. Clarissa no me mira mucho y si lo hace, es cuando está acompañada de esa bruja de Anastasia. 

Estaba bajando las escaleras junto con Nina de la mano. 

Sí, le he puesto Nina en lo que sabía su identidad verdadera. 


—¿Quieres ir a desayunar? —pregunté y ella asintió bajando cada escalón saltando contenta. 


Su cabello largo era mucho más claro desde que se lo lavamos con Aurora. Todos se enternecieron mucho con ella e incluso hasta los hombres de la casa, no voy a mentir, yo también me he encariñado con esta niña que parece tan indefensa. 


—¿Qué te gustaría desayunar? —continué preguntando.

—¡Papas! —se anticipó y reí. 

—¿No prefieres una chocolatada bien chocolatosa con galletas de chocolate? —ella volvió a asentir dando brincos en los últimos escalones hasta que llegamos al comedor principal.


Y una vez mas, Baudilio no estaba.

Contando esta mañana, sería el quinto día que no desayuna con nosotros, ni almuerza, ni merienda ni tampoco cena reunido. Todo lo manda a pedir y llevar a su despacho, donde pasa su mayor parte del tiempo ultimamente.
Tomé asiento y a mi lado estaba Nina. Los Omegas, al ingresar la saludaban cordialmente. Al principio no se alimentaba como es debido, masticaba poco y siempre dejaba su plato a medio terminar. Está bien, comprendo que los humanos no comen con nuestra misma... intensidad, pero parece que eso anda mejorando. 

La hija de AlphasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora