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Capítulo 56: El fin de Catalina



Catalina despertaba.

Sus ojos se entrecierran por la confusión de poseer una bolsa negra cubriendo su cabeza. Alguien que no conocía —por no presentir su presencia y aroma en algún momento— le quita con brusquedad la bolsa y con salvajismo golpea a mano abierta la cara de Catalina.


—¡Despierta! —exige demandante una voz femenina. Poseía una máscara blanca sin expresión y una túnica rojiza. 


Catalina abre sus ojos lentamente cuando el débil foco de luz del cuarto alumbraba no solamente la figura femenina que la había atacado sino, cuatro personas más, luciendo mismas máscaras y mismas túnicas rojo sangre. 


—Catalina, hija de Leannie de Griffin y el Alpha de las tinieblas, Ethan Griffin —habló un hombre dando un paso delante —, está incriminada de atentado contra la vida de nuestro amo y señor, Baudilio Bathory. 

—En este momento serás sometida a preguntas que definirá si vives —aclamaba la misma mujer que la había antes golpeado —o mueres. 

—N—no... estoy entendiendo un carajo... mierda —se queja Catalina aprisionando con fuerzas sus dientes —. ¡¿Qué mierda hago en este lugar?! 

—¡Silencio! —la misma mujer vuelve a cachetearla y Catalina tiene vagos recuerdos de cómo Baudilio la golpeó en la cabeza para ser arrastrada a ese cuartucho sucio, oscuro y con aroma a moho, humedad y polvo. —Las preguntas las hacemos nosotros. 

—¡Quiero hablar con Baudilio Bathory! —exclamó Catalina con furia y ahora, uno de los hombres se acercó a darle una bofetada: era el más alto y robusto de los presentes. —¡¿Pero qué...?!

—¡Señor Baudilio! —destaca el mismo molesto —Está rotundamente prohibido faltarle el respeto. Sobre todo, si hablamos de una impura como lo es usted, señorita Catalina. 

—Necesito hablar con él, por favor... debe haber un error. 


Las puertas se abren y Catalina notó el irreconocible pasillo que daba a las afueras de ese cuarto. ¿Acaso seguían en la mansión o no? Sin embargo, fue reconocible aquellos zapatos en punta que sonaban sobre el suelo de material y esa elegancia al caminar y mover su cuerpo: Anastasia ingresaba al cuarto con un disgusto notorio al rodar rápidamente su mirada por el inmundo cuartucho. 
Junto a ella, traía una bolsa negra y tira sobre los pies de Catalina varios objetos;


—¿Los reconoces? —cuestionó Anastasia.


Se trataban de sus cartas, el libro que Amira le había obsequiado, escritos sobre la criatura y una carta más. Catalina, estando atada de espaldas, no sabía qué responder ya que sí le pertenecían aquellas cosas. 


—N—no es lo que parece, juro que nada de eso está relacionado con dañar a Bau... al señor Baudilio. En serio.

—Eso vamos a determinarlo ahora —afirmó Anastasia de brazos cruzados. 


En el despacho de Baudilio Bathory, con el mismo y con Thomas Schneider

La hija de AlphasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora