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Capítulo 17: Sentimientos encontrados y confusos



Renegada, llevaba a cuestas el torso del oso sumida en mis pensamientos. Aun sentí un leve temblor en todo el cuerpo por las apariciones inexplicables de aquella helada y esa criatura. Me cuestionaba mentalmente si Baudilio debía saber y estar al tanto de lo que vi, aunque estaba a prueba: si le llegara a contar podrían sospechar que mi llegada fue una trampa para adentrarme en las tierras de Baudilio. Mi miedo es que pensaran que esa criatura está aliada a mí. No obstante, si esa criatura comienza a cazar despiadadamente a los animales del bosque también Baudilio tendría problemas.

¡Aaaaaaaaaah! ¡Es una locura! 

Sentí unos brazos tomarme desprevenida, ni sentí su presencia y como una actitud de defensa, le pegué un buen golpe a... ¿Boris? 


—Ay, lo siento mucho —me disculpé a lo que veia cómo él se cubría con ambas manos su nariz —. ¿Estás bien? Déjame ver.

—Emm... sí, estoy bien —quitó sus manos y me acerqué a escasos centímetros de su rostro —. No es nada. Por cierto, tienes mano dura.

—Lo siento —realmente estaba apenada, retrocedí un paso. —¿Y?

—¿Y...? —él levanto una ceja, estaba pensando en nuestra apuesta. Habló: —Vine en busca de ti para decirte que me debes algo.

—¿Yo? —inquirí colocando mis manos sobre mi cadera —¿Acaso no viste lo que cacé? ¡Un jodido oso macho! Eso tiene que sumar puntos...

—Para nuestra manada, sí —agregó con una sonrisa jodidamente sexy —, pero no para nuestra apuesta. Nuestra apuesta era quien cazaba primero, yo fui el primero en llegar sin las manos vacías. 

¡Okay! —me crucé de brazos —¿Qué te debo o qué? 

—Un beso —soltó y mis ojos se abrieron sin disimulo de la sorpresa.


Estaba muda. 

Boris, el galán de la casa, lo he visto coquetear  con varias muchachas y siempre manteniendo esa actitud ganadora con cualquier mujer que se le cruce. Hace bromas, sonríe coqueto, presume descaradamente y sí, tiene con que. Es que aun así, no pensaba que iba a pedirme eso... ¡A mí! 


—¿Hablas en... serio? 

—¡Es un chiste! —tragó saliva, pude escucharlo y pasó a reir forzadamente —Ven, vamos.


Su mandíbula estaba tensa. 

Y entonces supe que realmente no era un chiste. Simplemente fingió que lo era para no comprometerme en nada que no quisiera. Aunque... él nunca me dijo donde era el dichoso beso... ¿no? 
Estabamos casi llegando al punto de encuentro cuando le tomé la mano.


—Boris —lo llamé y lo solté rápidamente, él se volteó para mirarme —, sé que no era mentira. Lo del beso.

—Olvídalo, no pasa nada —se encogió de hombros mostrando una sonrisa —, ya encontraré algo que pueda pedirte.

—Yo perdí y... sé aceptar cuando apuesto, y pierdo —di un paso hacia delante, acortando la distancia entre Boris y yo, cerré apenas mis ojos y, le besé...

La hija de AlphasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora