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Capítulo 43: La criatura nunca se fue



Baudilio había visto toda la escena dislocado. Tuvo que contener sus ganas de empujar a Aren Morgan y alejarlo de Catalina. ¿Cómo osaba besarla en público? En realidad, Aren se había animado a realizar algo que Baudilio, durante tanto no pudo cobrar el coraje suficiente para hacerlo. 
¿Por qué lamentarnos de lo que pudimos hacer y no hicimos? Anastasia se quedó contemplando la escena dándole igual lo que haga Catalina. Sin embargo, los presentes sabían que quien besaba a Catalina era un supremo Alpha con una autoridad casi elevada como la de Baudilio Bathory. Anastasia no sabía aquello. 

Catalina se separó para recuperar un poco de aire. 


—¿Vamos a beber algo? —le propuso Aren y la sacó de entre la multitud. 


Bebieron un poco de champagne. En cada recoveco del Gran Comedor, había varios Omegas inmóviles sosteniendo bandejas con copas de champagne. Cuando las bebían, volvían a dejarlas nuevamente en la bandeja de acero inoxidable para que otros Omegas las reemplazaran y así abunde la bebida. 
Catalina estaba pensando un poco en Boris respecto a Clarissa. En Janeth y en Roland e incluso le preocupaba no haber visto a Thomas. Anastasia le daba igual. 


—¿Me esperas? —preguntó Catalina —Quisiera ver si la abuela vio a Boris.

—¿Crees que haya visto a Román besando a Clarissa Aneth? —interrogó éste.

—Espero que no —apuntaba preocupada —. Enseguida regreso.


Ella caminó hasta la sala, un ambiente más chico y los Omegas continuaban bailando.

Aren se quedó bebiendo mas champagne cuando se le acercó Baudilio Bathory.


—Oh, señor Baudilio —enunció Aren en cuanto vio a Baudilio —, ¿gusta beber algo?

—Lo que me gustaría saber es qué intenciones tienes con Catalina Griffin, Aren —encuestó con determinación —, ¿no te lo había advertido?

—¿Lo dice por el beso? No te preocupes —informó Aren —. No tengo nada en mente ahora mismo. La besé porque quería hacerlo y usted me conoce bien.

—Te conozco tan bien que sé que nunca te importaron demasiado las mujeres como para besarlas —replicó Baudilio —. ¿Qué te sucede con Catalina?

—¿Acaso no puedo besar a una hermosa mujer que bailó conmigo esta noche? —le rechistó —Hace mucho he querido besarla. Y considero que estoy siendo mal juzgado. 


Dejando dichas sus palabras, dejó a Baudilio con su última palabra en la boca. 

Cuando el baile lento se finalizaba, esparcieron una vez más los asientos para que todos contemplaran una unión. Cada uno se sentó en su correspondido asiento y Catalina regresó sin haber dado con Boris. Había pensado que volvió pero no, su asiento se encontraba vacío. Tampoco estaban Roland y Lillian.
Una vez todos acomodados, Baudilio se levantó para nombrar unas palabras: 


—Tenemos la mayor bendición de ser presentes de una unión muy ansiada —anunciaba de pie —. Roland Schneider esta misma noche completará su Ceremonia de Unión junto a Lillian Oldman. Será un placer anunciar que sus aposentos están listos.

La hija de AlphasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora