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Capítulo 40: Dolor punzante en el pecho



Faltaban dos días para la fiesta.

Todos estaban más alborotados de lo normal. Baudilio Bathory ni siquiera se hacía presente. Esos días estuvo disparatado organizando cada detalle. Anastasia le seguía de un lado a otro siendo casi su mano derecha. Catalina, pensando que ellos aun continuaban con sus... actos, terminó por rendirse e ignorar el asunto. Luego de la abofeteada que le dio, no volvieron a hablar. 
Tenía asuntos mas importante que atender y que más le preocupaban: Elias Morgan. Él se había alejado de ella despues de lo ocurrido en la noche e intentaba evitarla a como de lugar. Apenas la saludaba, no le hablaba, no tenía tiempo para las lecturas y para ninguna actividad que concebían. 

Aren, estaba sintiendo una atracción en donde no se dejaría vencer. Él tenia un plan: despojar a Catalina del acuerdo con Baudilio, enamorarla para que acceda ser su mate y así, demostrarle su profundo odio. A pesar de eso, el acercarse a ella y conocerla, cambiar su imagen por la real Catalina, comenzó a ver que incluso era distinta a todas las mujeres que se le presentaron para tomar de su mano. Aren había vagado muchos años ignorando mujeres. En cambio, a Catalina la quería y no sólo para sus malévolos planes. La quería realmente para él. Si bien aquello último no era lo que planeó desde un principio, pensó en tomar distancias para no volver a sentir esos deseos indebidos justamente por esa mujer. 

La parte más complicada se asomaba ahora:

Para el baile, todos debían de conseguir una pareja para el vals lento

Las adolescentes Omegas suspiraban por sus compañeros (mismos muchachos que hacían guardias) y por los Bethas de la mansión: Boris era quien se llevaba los suspiros de la mayoría y esa misma tarde había recibido bastantes invitaciones. Aunque no podía aceptar porque no estaba bien visto un Betha junto a un Omega.

Baudilio Bathory acomodaba el informe de Catalina. Anastasia se asomó. 


—¿Señor? —se acercaba la muchacha estando de pie —¿Cree que puedo preguntarle algo?

—Por favor, toma asiento —le indicó Baudilio. —¿En qué consiste tu pregunta?

—¿Le gustaría acompañarme y ser mi pareja en esta fiesta? 

—Soy uno de los anfitriones, no me corresponde y ademas, sabes que no me gusta bailar —determinó mirando la fotografía del informe de Catalina.

—Sólo con usted me sentiría acompañada y en confianza —admitía la Betha —. ¿Usted podría concederme una sola pieza? 

Rendido, acepta. Toma la mano de la muchacha y le besa: —Sólo una pieza.


En ese preciso momento llega Catalina y, aunque el hombre le soltó la mano a la Betha, pudo ver el momento exacto donde parecía estar dándole un beso. Anastasia, siempre vistiendo y luciendo elegante, inspeccionó de arriba a abajo a Catalina: estaba tratando con un jardinero de jeans y sus manos se hallaban cubiertas de lodo. Esta da una sonrisa como si verla le causara gracia y asco.


—¿No te enseñaron a golpear la puerta y esperar a ser atendida? —señaló la mujer.

—Anastasia, por favor —Baudilio le indicó con su mano que saliera y ambas mujeres cruzaron miradas cargadas de odio. —Catalina, ¿a qué debo el honor de tenerla?

La hija de AlphasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora