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Capítulo 36: Liberación. ¿Qué sucede con esos dos?



La noche comenzaba a dar paso.

Catalina estaba cómoda estando acompañada de aquellos dos Alphas. Al compartir casi todo un medio día con esos dos, supo de inmediato que tenían una relación de confianza bastante grande, como si se conocieran hace muchos años. Según ella, Román le parecía un conquistador irremediable de mujeres, una versión cinco veces más avanzada que Boris; chistoso y mandado. Elias era un caso opuesto: hombre de pocas palabras, no tenía apodo para Catalina cuando ella le nombraba acosador, serio y pocas veces le habrá visto reir. Ambos con sus diferentes personalidades le agradaban a la muchacha. 
En cuanto llegaron a la feria guiado por las muchas lucecitas brillantes que decoraban cada atracción, en un cerrar de ojos, Einar desapareció. 


—¿Y Román? —preguntó Catalina indagando para ambos lados. —¿No estaba con nosotros? 

—Sí, seguramente fue a conquistar a alguna joven humana que le pareciera... atractiva. 

—Si, bueno... no me sorprende —aseguró con una sonrisa, observando lo amplio que era todo a su alrededor. 


Juntos caminaron unas vueltas hasta que optaron por ir a esos juegos de lanzamiento y puntería. Catalina habia quedado fascinada con un enorme peluche: era un grandísimo peluche azulado de Stich. Ella no había visto sus películas animadas pero sintió que era más atractivo que un simple oso amarronado.
Aren se dio cuenta cuando sus ojos se iluminaron al verlo, asi que se asomaron. Tenía tres fichas y le explicaron que debía embocar unas pelotas dentro. Si llegaba a lograrlo, podía ganar un premio menor. Como el peluche nominado por Catalina era un premio mayor, debía embocar unas bolitas mas pequeñas en unos recipientes con movimiento. 

Aren dio una sonrisa. Tenía reflejos que, nadie imaginaria. 

No fue complicado ganarlo y Catalina saltó de alegría. Como acto impulso, abrazó a Aren. Este se quedó inmóvil, sorprendido, sin responder a su gesto. 


—L—lo siento —musitó abrazando a su enorme peluche.

—¿Vamos por un algodón de azúcar? —inquirió cambiando de tema, señalando un puesto de comida. 

—¡Sí! —afirmó sonriendo, feliz de llevar a cuestas un peluche bastante deseado. 


Él le obsequió la nube suave rosada de azúcar. Se lo terminó en unos cuantos bocados. El aun seguía terminando lo suyo y comenzó a reírse cuando vio que la comisura de los labios de la muchacha estaban con esa pegajosa sustancia dulce. 
Con su dedo, lo aproximó hasta limpiarlo. Ella terminó por ruborizarse y refugiarse en su peluche.


—Es precioso —musita ella balanceando sus piernas adelante y atrás, sentada al lado de Aren.

—Bueno, tenemos habilidades que otros no. No era muy difícil obtenerlo —aclaraba el hombre.

—En realidad, me refiero a esto —miró todo lo que los rodeaban —. Las luces, las personas con sus familias disfrutando, siendo felices. ¿Sabes? Nunca había tenido oportunidad de estar en un lugar así. Mucho menos con mi familia.

—Me habías dicho que viajabas mucho con tu padre —hablaba Aren —. ¿Y tu madre?

—En realidad, a mi mamá la conocí hace unos meses atrás. Hasta ese entonces, sólo eramos papá y yo siendo aventureros. Cuando descubrí que no sólo era mamá, sino un hermano de mi misma edad, pensaba que por fin estaba en casa. Pero...

La hija de AlphasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora