22

256 27 2
                                    


Capitulo 22: La carta perdida



Catalina se había quedado sola con Nina.

Y con casi todos los Omegas de la casa, claro. Aurora se había ido con cuatro Omegas más —los fortachones del hogar— como custodia de Baudilio Bathory. Como aun faltaban cuatro horas para que fuese el almuerzo, Catalina y la niña se dedicaron a andar por los distintos sectores de los jardines; pasando desde los arboles frutales, las flores que siempre apuntan al sol hasta la huerta. Nunca imaginó que detrás de la mansión de Baudilio habría una pileta de natación techada. 

Los Omegas adolescentes tomaron una pelota y jugaron con ella invitando a Catalina y a Nina. Asi pasaron las horas hasta que el mediodía se presentó. 


—No eres tan mala después de todo —aseguró uno de los Omegas a Catalina.

—Oh, gracias, eso que en pocas ocasiones he jugado a la pelota —afirmó la joven Alpha de ojos celestinos.

—No me refería a eso, sino a ti —aseveró —. No eres el monstruo que dicen que eres.


Ella no respondió. 

Caminaron hasta adentrarse a la mansión y Catalina, para no estar sola en la mesa principal, pidió permiso para estar acompañada de los Omegas en la cocina. La cocina no era pequeña, en lo absoluto. Aquel espacio tenia una mesada amplia donde se sentaban en cuanto terminaban sus tareas domesticas.

En cuanto terminaron, la casa se sentía aburrida sin las travesuras de Roland y Thomas, sin contar con los regaños de Janeth y los momentos que sacaba su guitarra para componer canciones. Sin Boris andando sin camisa por toda la casa haciéndose el galán con todas las señoritas y por supuesto, Clarissa y Anastasia como dos amigas inseparables. 

Catalina se sentó bajo un árbol con un lápiz y papel en sus manos. 


Querida manada:

Luego de haber caminado sin rumbo, haber pasado hambre, frío y calores extremos en la deriva, he encontrado a Baudilio Bathory, tal como lo prometí. Estoy bien. Les prometo que el ataque que se llevó consigo varias vidas, destrucción de nuestros hogares y corrompió nuestra paz será el último. 
Estamos negociando. No me tratan mal en esta mansión. Me dieron una oportunidad de conocerme y hasta un espacio propio me brindaron. Me siento junto a ellos al momento de comer, y AH... estoy cuidando de una niña que aparecio en el bosque. 

Los quiero, hermano pequeño, mamá, papá y a todos allí. Espero estén bien. 


Nina se había dormido en el regazo de Catalina. 

Y ella, terminó por dormirse también sintiendo sobre su cuerpo los tenues rayos solares acompañado de una fresca brisa. Una combinación satisfactoria. 


La tarde habia pasado de volada. Los Bethas de la mansión ingresaron al hogar con varias bolsas, cajas y envases de alimentos. 


—¿Han visto a Catalina? —se interesó en saber Boris.

—No vino a merendar con nosotros, estaba con Nina —aclaró una de las Omegas más jovencitas —. Quizás aun siga en el jardín. 

La hija de AlphasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora