Capítulo 46

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La cena terminó siendo un completo desastre. 
Cuando comenzaron todos a entrar en razón, a darse cuenta de lo que habían confesado y el lío que se podía llegar a armar, las cosas explotaron.
Lautaro y Santino se encontraban en un costado discutiendo a los gritos, insultándose el uno al otro mientras Rocío los miraba desde la mesa ignorándolos lo más que podía para no meterse en esa pelea y salir dañada. La realidad era que todo había sucedido por su culpa, ya que no debía confesar eso. Nunca hubiera querido hacerlo, pero por otro lado pensó que si lo hizo estando borracha es porque en su interior tenía muchas ganas de que los demás sepan lo bien que estaba con Santino y cómo fluían las cosas. Eran tal para cual: tenían gustos similares, se entendían perfectamente y ninguno le reprochaba de su pasado al otro ya que estaban en iguales condiciones. Rocío con Lautaro siempre salía perdiendo una vez que volvieron a intentarlo por todo lo que había pasado con Santino y Nicolás, incluso Lauti a veces le reclamaba cuando había besado a Pache en un baile de la primaria. Por eso ahora Rocío se sentía completamente relajada, y teniendo una relación bastante sincera y pura con Santino. Siempre le había parecido un chico atractivo, pero el comienzo que tuvieron al conocerse no había sido para nada bueno. Igualmente, él había sido una gran persona con ella, hasta la escuchó cuando nadie más quiso hacerlo y todos pensaban mal de su persona. Sin embargo, Santino siempre estuvo ahí, firme, esperándola, soportando todos sus secretos como un amigo, cuando la realidad era que moría cada segundo por darle un beso y repetir esa noche en el Álamo.
- Sos un forro de mierda, chabón, no tenés códigos...¡Encima te di la chance de ser mi amigo cuando te habías garchado a mi ex apenas conociéndola y aprovechando que estaba en pedo!.- los gritos de Lautaro hicieron caer a Rocío de nuevo a la realidad, saliendo de sus pensamientos.
Harta ya de la discusión entre ambos, se acercó a ellos un poco tambaleante por el alcohol que todavía daba vueltas en su cabeza.
- Pará, Lauti, basta.- dijo Rocío intentando calmar la situación, pero su ex novio cada vez estaba más sacado.
- Basta las pelotas.- exclamó el joven completamente enojado. Se abalanzó sobre Santino dispuesto a pegarle, pero Rocío se interpuso y le tomó los brazos despacio.
- Lauti, pará. Vos no sos así.
- ¡¿Que yo no soy así?! ¡Y yo no pensé que vos eras así! No lo puedo creer, Rocío.- gritaba una y otra vez lo mismo.
Santino se cruzó de brazos en una posición bastante soberbia, provocando aún más el enojo de Lautaro que rebozaba de furia.
Ale y Malena observaban la situación de lejos, así que decidieron interferir para calmar las aguas.
- Lauti, ya fue, vamos.- dijo Ale tomándolo del brazo.- Dejalo a este gil sin códigos.
No sólo Lautaro se había ofendido con Santino, sino que ahora ninguno de los pibes iba a volver a confiar en él. Todos le dieron la posibilidad de entrar al club, le abrieron las puertas de sus casas y confiaron en él para que termine defraudando a Lautaro de esa manera.
- A Nicolás nunca le dijiste nada.- comentó Santino con calma. Y eso era cierto, pero las situaciones habían sido completamente distintas.
- ¿Tantas minas que tenés y te venís a enganchar con la de uno de los pibes, Santino? Medio cualquiera.- dijo Alejandro mientras seguía alejando a su amigo.
- ¡Bueno, basta!.- gritó Rocío.
Malena se puso ante ella y le levantó el dedo índice en señal de amenaza.
- Mirá que me estabas cayendo bien, pero como siempre, andás armando bardo. No cambiás más, rubia.
- ¡¿Pero vos qué carajo te metés?!.- le dijo Rocío de mala forma.
- Se mete todo lo que quiere porque es mi novia.- saltó Alejandro.
- No te olvides que tu novia también estuvo con todos.
- Pero no es una puta como vos y una vez que puso en algo serio, cambió. Vos vas a ser siempre igual.- dijo Ale con palabras hirientes.- Zorra de mierda.
Y los tres se alejaron mientras Lautaro continuaba insultando a Santino.
Rocío estaba roja de vergüenza y a la vez por la furia que tenía. Comprendía que había metido la pata hasta el fondo, y ahora su miedo era que Santino se enoje por su confesión. Sin embargo, él no estaba ofendido para nada, al contrario, le encantó que se la juegue así por él. Si bien estaba borracha, y continuaban todos estándolo, iban a recordar esa noche como ninguna otra. Lo que le quedaba hacer a Rocío, era hablar con sus amigas.

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