3T - Capítulo 8

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- ¿Y la pasaste bien el finde con los chicos?- preguntó ella.
- Sí, como siempre. Tranqui.
- Seguramente el gordo Ale atajó re mal, viste que está en cualquiera...
Los dos rieron. Luego ella se acercó a él y le dio un abrazo.
- Me alegra que estemos bien como antes. Perdoname por desconfiar de vos, soy una tarada.
Nicolás no sabía cómo mirar a los ojos a Vera. Ya habían pasado dos meses de aquella noche en el Álamo donde volvió a estar con Rocío... sólo que ahora eran amantes fijos.
Siempre que podía, Nicolás se escapaba del trabajo para ir a verla un rato. Se besaban, charlaban, tenían sexo, y después cada uno seguía su rumbo. Rocío sabía que tenía prohibido hablarle a Nico por si Vera sospechaba o veía algo, así que era él quien iniciaba siempre las conversaciones, y la rubia jamás le iba a decir que no.
Así que esa era la realidad de Nico hoy. Cumplía sus deberes como novio con Vera todos los días, pero también era amante de Rocío a escondidas de todo el mundo.

Celeste estaba realmente cansada de que Bautista viva pendiente de Vera y sus problemas. Si no era por Nicolás, era por trabajo. Si no era por trabajo, era por pelearse con su familia, y así con cada cosa que le pasaba. Celeste era una chica que no creía demasiado en la amistad entre el hombre y la mujer, entonces le chocaba ver tan buena relación entre su novio y Vera...y eso que los quería a los dos un montón, pero no podía evitar sentir celos.
Cada vez que intentaba hablar con Bautista del tema, él le decía que no se preocupara. Pero Celeste sí se preocupaba. Y mucho.
Una tarde, tomando mates con Macarena en el parque, mientras Thiago corría a las palomas muy entretenido, Celeste le contó esta incomodidad. La respuesta de Macarena fue la misma que le había dado su mamá y su hermano.
- Bautista es un amor, Celes. Y te ama un montón. ¡No podría enamorarse de otra persona que no seas vos!
Celeste revoleó los ojos, fastidiosa.
- Era obvio que me ibas a decir eso.
- Yo estoy para decirte la verdad, y a mí desde afuera me da esa sensación. Y mirá que lo conozco muchísimo a Bauti.- Macarena tomó de las manos a su amiga.- Posta, tranquilizate. Él es buen amigo con todo el mundo, y con Vera son super unidos.
Por más palabras que le pudieran decir, había una sensación extraña en Celeste que no iba a calmar.

Ese jueves por la tarde, volviendo del trabajo, a Lautaro se le cruzó por la cabeza Paz. Y sin saber cómo, sonrió. Pero con una sonrisa copada, linda, que no tenía hace mucho. ¿Tenía que hablarle o no? ¿Y si ella ni se acordaba de él? ¿Y si a la chica no le interesaba? Porque, en definitiva, no había pasado nada entre ellos más que charlar...pero es que Paz parecía tan interesante que le daba intriga. Pero no, no podía ser tan goma. No le iba a hablar por el momento, aguantaría las ganas. Pero no se resistió ni diez minutos.  

La clase de Biología había sido hartante. Tres horas cátedra llenas de información, sin un sólo recreo, habían dejado la cabeza de Paz completamente agotada. Ahora, en su casa, se predispuso a darse un baño de inmersión para relajarse. Sus padres se habían ido a lo de sus abuelos, así que estaría sola por un rato.
Acostada en la bañera, con el pelo hecho un rodete y los ojos cerrados, completamente relajada, cuando recibió un WhatsApp. Dudó si agarrarlo o no, pero la intriga le carcomía la cabeza. Era un mensaje de Lautaro, el chico que había conocido el finde anterior en el Álamo.
- Hola, ojitos. ¿Cómo estás?
La morocha de ojos verdes sonrió al ver el mensaje. Le pareció muy tierno el apodo que Lautaro había usado. Decidió esperar unos minutos para contestarle para no parecer desesperada. Luego de un rato, respondió:
- Bien, ¿vos?
"Qué cortante que soné", pensó Paz.
"Qué cortante...", pensó Lautaro. Y él comenzó a remar la conversación para ir entablándola con total normalidad y naturalidad. Estuvieron toda la noche hablando, tanto que Paz fue sin dormir a la facultad, y Lautaro al trabajo sin haber pegado un ojo. Lo extraño es que en ningún momento de la conversación hubo un sólo palo.

- Dale, Ni...
- ¿Otra vez con este reclamo, Ro?- preguntó Nicolás.- Me vas a terminar volviendo loco.
Rocío envolvió su cuerpo desnudo con las sábanas del hotel y se sentó en un sillón. Nicolás se puso su ropa interior y se acercó a la joven.
- Ya te dije, no es tan fácil todo.
- Estoy podrida de tener que ocultarnos. Yo te quiero en serio, estamos para algo mejor, encima...
El teléfono de Nicolás empezó a sonar. El morocho se puso de pie, se acercó a la mesa de luz y vio que era Vera. Le hizo gesto a Rocío para que no haga sonido, y respondió.
- Amor...
Rocío revoleó los ojos con fastidio. Odiaba que las llamadas telefónicas de Vera los interrumpan, sobre todo si estaban hablando de algo serio.
- Hola, gordi. ¿Dónde andás?- preguntó Vera.- Yo ya salí del laburo y estoy yendo a ver a Thiago un rato que estaba solo con Bauti.
- Em...- Nico hasta el momento no había pensado ninguna excusa.- Yo estoy yendo a lo de Pache para que arreglemos algún partido.
- Ah bueno, dale. Venite a lo de Bauti después así nos vamos juntos que vine con el auto.
- Dale, amor. Nos vemos.
Nico cortó el teléfono y volvió hacia donde estaba Rocío.
- Mentís bien cuando querés, eh.- dijo la rubia.
Nicolás echó una sonrisa de costado y la miró.
- Por vos siempre quiero mentir.
- ¿Ya nos vamos?
El joven miró el reloj que estaba en la pared.
- Nos quedan veinte minutos... Así que ya sabés.
Y comenzaron a besarse para tener sexo una vez más ese día.

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