Capítulo 4

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A Nicolás no le gustaba para nada que le estén encima, que lo quieran controlar o que le pregunten cada dos segundos dónde estaba. La gente absorvente lo hartaba en absoluto y todo lo que él odiaba, es lo que Malena era.

Tenía una belleza física descomunal: su cuerpo que parecía esculpido a mano, una cara ovalada que presentaba unos labios carnosos y unos dientes impecables que dejaban notar una sonrisa ideal, una nariz pequeña similar a un "porotito", como le decía Nico y unos ojos marrones que siempre tenía delineador negro en la parte superior. Su cabello castaño claro con ondas caía de forma casi pacífica sobre su espalda tan bien marcada y delineada. Físicamente, te enamoraba por completo. Y eso fue lo primero que lo atrajo a él, además de saber que comparten pasión por el mismo club barrial ya que ella jugaba al voley en la cancha posterior a la que Nico entrenaba: era imposible no pensar que Malena era hermosa.

Le costó mucho chamuyarla, casi un año enero, hasta que consiguió engancharla y consiguió aquel "" que le dio el permiso para entrar en el corazón de Malena, que enseguida dio un vuelco y se mostró completamente distinta a la persona que Nicolás había conocido.

Ya no era un angelito dulce y tierno, femenina y escultural, sino que ahora era obsesiva, perseguida y extremadamente celosa sin motivos aún, ya que ellos no eran nada más que unos salientes que se veían de vez en cuando para tener relaciones sexuales. Malena había aceptado eso, pero se confundió notablemente y no lo deja en paz al joven ni un segundo.

Nicolás decidió en más de una oportunidad cortar todo, de hecho lo hizo para no seguir lastimándola o confundiendo más las cosas, pero Malena seguía insistiendo y, para no estar solo, sigue aceptando esto.

No sabe cómo llegó ella al Álamo, posiblemente haya revisado todos los tweets de Pachetti y se dio cuenta que iban a terminar ahí. Ahora no le queda otra que aguantarla un rato, conformarla, sacarle las ganas y seguir en la suya. Además, estaba Rocío, y a él le atraía mucho más la rubia que la morocha.

Cuando se separa luego de aquel beso apasionado que Malena inició, Nicolás le sonrió y le dijo que se iba a acercar con sus amigos que estaban hablando con otras chicas, amigas de ellos. Malena refunfuñó pero no podía hacer nada al respecto, así que aceptó.

Nicolás camina hacia donde están los demás y nota la ausencia de Rocío, la busca por todo el bar con la vista y por fin la logra visualizar cerca de la barra, tomando un Gancia. Nicolás se le sienta al lado, en una banqueta alta como la de ella. Sin mirarlo, ella saca el tema.

- No sabía que tuvieras novia.

Nicolás pone una sonrisa pícara.

- No es mi novia. Es...- revolea los ojos.

Los dos hablan al mismo tiempo y dicen lo mismo.

- Complicado.

Se hace un silencio incómodo que Nico logra romper.

- Podía ser una chica cualquiera igual, ¿cómo te avivaste que era algo más que eso?

Rocío le da un sorvo a su trago.

- Soy mujer.

Nicolás sonríe.

- ¿Te peleaste mucho con Lautaro?

- Más o menos. No le gustó la idea de que estén acá, pero no es mi culpa. Le corté el teléfono y que se mate.- la rubia se pone de pie, se acomoda el cabello y su cartera, se da media vuelta y se va. Nicolás la ve alejarse en dirección a la mesa donde estaban antes y le es imposible no morderse los labios mirando la figura de Rocío.

En aquella mesa de bar, Celeste, Bautista, Macarena y Pache seguían charlando, aunque en realidad ya a simple vista se notaba cómo las conversaciones estaban divididas entre la de Celeste y Bautista, y la de Macarena y Pache, aunque esta última era más bien un monólogo constante de Pache, súper goma, queriendo a toda costa irse con ella a "un lugar más cómodo" a hablar. Era obvio que la quería llevar a un telo, y Maca horrorizada, ya no sabía qué más decirle para que la deje en paz. Era de esos que cuando se emborrachan se ponen muy densos y desubicados, y Macarena detestaba eso con todo su corazón. Ella quería un príncipe educado y dulce, que le pregunte sobre sus gustos musicales, o sobre que le gustaba leer, más o menos como el que tenía en frente: Bauti. Sólo que este ni la registraba, estaba totalmente compenetrado en una charla divertídisima con Celeste, donde se mezclaban preguntas, respuestas, coqueteos, risitas y gestos con las cejas. Celeste se estaba sintiendo muy halagada, hacía mucho que un chico no la hacia reír de esa forma, y muchísimo más tiempo había pasado desde el último chico que le besó la mano. Sí, eso hizo Bauti, después de decirle lo lindos que eran sus ojos y lo rico que le parecía su perfume.

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