Capítulo 3

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Sus ojos se cruzaron, en un sorprendente encuentro que no se esperaban en absoluto. Rocío aún se encontraba toda manchada y sucia, sin poder creer lo que acababa de suceder y mucho menos aún cuando vio quién había sido el que derramó el champagne sobre ella.

Automáticamente, Nicolás le pide unas servilletas al barman y comienza a secar los brazos de Rocío, mientras ella se arreglaba el cabello.

Macarena amaga a levantarse para ayudar a Rocío, pero Celeste la toma de las muñecas y la obliga a sentarse. Ambas continuaron observando la escena que tenían delante suyo unos pasos más al fondo del bar.

El muchacho no dejaba de repetir la palabra "perdón" cada dos segundos y continuaba pasándole la servilleta por el codo a la rubia. Rocío le agarró la mano bruscamente y la sacó de encima suyo.

- Ya está, dejame.

Se dio media vuelta y comenzó a encarar para su mesa de nuevo. Nicolás la corre unos pasos y la toma del brazo, forzándola a voltearse y le pidió disculpas una vez más, pero esta vez mirándola a los ojos y dejando lucir esa sonrisa tan compradora que a Rocío le había llamado la atención esa misma tarde. Ella le devolvió el gesto.

- ¿Te puedo invitar algo para tomar a modo de consuelo?

Rocío acepta la invitación y juntos van para la barra. Mira hacia atrás un instante y ve que Macarena estaba con la boca abierta y Celeste le hacía un gesto de "¿qué hacés?" con la cara y la mano. Rocío abre los ojos y se encoge de hombros. Nicolás se sienta en las sillas altas que rodeaban la barra del Álamo y Rocío imita este gesto.

Maca seguía observando la situación sin entender nada.

- ¿Rocío se olvidó que tiene novio?

- No sé, Maca, pero ese pibe está tan bueno que cualquiera se olvidaría que tiene novio.- responde Celeste riéndose.

- ¿Vos cagarías a Felipe con ese chico?

Celeste hace puchero, se para y le arranca de la mano a un chico que estaba ahí un shot de tequila que deseaba tomar y lo bebe ella de un trago rápido, sin respirar y sin pensar. Le devuelve el vaso al muchacho, le sonríe falsamente y se vuelve a sentar.

- Eso respondió todo.- dice Maca.

Un muchacho le toca el hombro a Celeste, quien está sentada con cara de demacrada, recordando a Felipe y también sintiendo una mezcla de alcohol con pizza en su interior que no podía controlar y mucho menos evitar pensar en eso.

Celeste avergonzadísima se lo agradeció, y aceptó el agua. Luego de casi media botella, se disculpó con Bauti por haberle robado

así su trago, y casi sin darse cuenta, ya estaban sentados en la mesa, charlando. Se habían presentado mutuamente y también Maca formaba parte de la charla.

Maca pensaba constantemente en la belleza que tenía ante sus ojos. Era un joven de aproximadamente veinte años, morocho y de ojos marrones, ningún razgo maravilloso pero de todas formas lo hacían un chico muy fachero. Tenía la nariz perfectita al mismo estilo que la de Nicolás y una sonrisa de costado que, si bien no dejaba ver sus dientes, se notaba que estaban bien alineados. Era alto, aproximadamente de un metro ochenta y la espalda tenía forma triangular como a Maca le gustaba.

Bauti intentaba disimuladamente llegar al motivo de su necesidad de emborracharse, pero Celeste no quería hablar de eso, y evadía el tema olímpicamente.

Desde la barra, Nicolás y Rocío estaban pasando un cálido momento, haciéndose preguntas para conocerse. No paraban de reír un segundo, hasta que en un instante, la charla se puso seria ya que Nico le preguntó a la rubia cómo Lautaro la había dejado salir.

- Hace mucho que no lo hago, y si me decía algo lo mataba. Hoy cumplíamos meses y no salimos porque se siente mal, así que estoy en todo mi derecho de salir.

Nicolás le dedica una sonrisa compradora de nuevo.

- Qué casualidad que terminemos todos acá. Nosotros fuimos a un bar a cinco cuadras de este pero uno de los chicos se puso a vomitar re mal porque hicimos previa y nos rajaron a todos.- se ríen ambos.- Así que terminamos acá. No conocía este bar, está bueno...

Se hizo un silencio quizá no incómodo, pero no había respuesta alguna al último comentario de Nicolás ya que Rocío conocía el Álamo como si fuera su casa y ya había escuchado cientos de elogios de ese estilo. El silencio es irrumpido por una pregunta de Nico totalmente inesperada que tomó a Rocío por sorpresa.

- Si Lautaro sabe que estamos nosotros acá, se pudre todo, ¿no?.

Rocío se queda pensativa unos instantes y luego asiente, es seguro que al día siguiente iba a tener que enfrentar una discusión con su novio, pero todo esto no era culpa de ella en absoluto.

Nicolás observa hacia la mesa donde estaban las chicas y lo ve a Bauti sentado allí. Toma a Rocío de la mano y la lleva hasta ese sitio.

- ¡Ah, bueno! ¡Se conocieron todos!

Celeste, Maca y Bauti miran a Nicolás sin comprender. Rocío automáticamente le suelta la mano a Nicolás de forma brusca y sonríe nerviosamente. Se presentan mutuamente y aclaran quiénes son, entonces aquellas caras que indicaban inseguridad y desconfianza, se fueron desvaneciendo a medida que la charla fluía y los tragos seguían apareciendo en la mesa.

En un momento, borracho y con pinta de quebrado, se acerca Pache a la mesa, quien saluda con buena onda a todos, que ya lo conocían y se sienta al lado de Maca. El olor que salía de su boca, aquel aliento que tenía una mezcla de vino con Fanta, Gancia, Fernet y Ron, le produjo rechazo a la morocha quien se iba alejando del costado de Pachetti. El muchacho no dejaba de tirarse encima de ella, le daba besos en el brazo y le tocaba el cabello de manera ya molesta. Nadie se daba cuenta de ese suceso ya que no era posible identificar quién de todos estaba más ebrio, pero Macarena estaba lo suficientemente cuerda como para darse cuenta que Pache era horrible y que no quería saber nada, además le interesaba muchísimo Bautista, quien parecía estar muy compenetrado charlando con Celeste vaya uno a saber de qué, pero se notaba la química y el feelling que había allí, por lo menos de parte de él. Celeste pegó onda con Bauti pero no tenía planeado nada, no le interesaba nadie desde Felipe y todas sus borracheras y tardes de resaca habían sido por él y su ausencia.

Todo era diversión y risas en la mesa hasta que algo empezó a vibrar. Era el celular de Rocío quien lo había puesto en vibrador sabiendo que, con la música tan fuerte, nunca podría escucharlo en sonido.

Era Lautaro, enojadísimo, ni siquiera fue capaz de saludarla, directamente empezó a bombardearla con preguntas.

- ¿Dónde estás, Rocío?

- En el Álamo, amor, te dije que iba a venir acá.

- ¿Y por qué estás con mis amigos? La próxima decile a Pache que no twitee hasta cuando caga.

- No sé, Lautaro, vinieron de improviso. Yo qué sabía, no es mi culpa.

- Quiero que te vayas ya de ahí. ¡Ya!.- el tono de voz de Lautaro estaba en aumento cada vez más.

- ¡¿Qué?! ¿Quién te pensás que sos? No me jodas más, chau.

Nadie en la mesa se animó a preguntar nada, ya era bastante evidente lo que había pasado, y la cara de Rocío lo confirmaba mucho más. Tratando de olvidarse de la fea situación y despejarse (después de todo, estaban ahí para divertirse), la rubia se levantó de su silla y encaró para la barra, pero se quedó inmovilizada cuando algo la dejó a helada. Allí estaba él, su risita compradora, besándose con una chica muy apasionadamente.

Algo se desmoronó en el interior de Rocío, algo le hizo click en la cabeza, algo le decía que no podía estar sintiendo eso. ¿Cómo podía sentir celos de otro chico si no era su novio? ¿Cómo puede ser que le choque tanto una imagen de un joven que había conocido ese mismo día? Rocío va hacia la barra y se toma tres tequilas de corrido, para poder despejarse del mundo, para poder entenderse a sí misma y por qué no, para ahogar unas cuantas penas que tenía guardadas en lo más profundo de su ser.

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