3T - Capítulo 2

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  "¡Hola, chicos! ¡Tanto tiempo! Espero que todos sigan teniendo el mismo número. Armé este grupo de WhatsApp para contarles que hace unos días fue mi cumpleaños (veintitrés, jaja, sigo siendo la más chica :P) y me gustaría reencontrarnos todos. Voy a hacer la juntada en un yate que tenemos con Santi en el Tigre. Los espero el domingo a las doce del mediodía en el puerto de frutos y los vamos yendo a buscar en la lancha, ¿les parece? No sean ortivas, vénganse, es una buena excusa para juntarnos después de tanto. Besos. Rocío"

- No puedo creer que esta flaca aparezca así, de la nada, y pretenda que vayamos a su fiestita.- le dijo Vera a Macarena mientras tomaban unos mates en la casa de Celeste, que le cambiaba los pañales a Thiago.
Era sábado, tres de la tarde, y sus respectivos novios habían salido con sus amigos. Nico con Lautaro y Ale a tomar unas cervezas, y Pache con Bauti fueron al shopping a comprarse un celular nuevo para éste último.
- A mí también me parece cualquiera.- apoyó Celeste, gritando desde la habitación contigua.- ¡Quedate quieto, Thiago!
- Ay, para mí es una re oportunidad de encontrarnos todos.- dijo Macarena apaciguando la situación.
Vera sonrió y le dio el último sorbo a su mate, pasándoselo a Maca para que continúe cebando.
- No sé por qué siempre la defendés a Rocío, Maca.
- No la defiendo, pero la verdad nunca hubo nada malo entre todos como para distanciarnos de esta manera.- repitió la joven.
- Si las amistades no siguen, es porque tan fuertes no eran.- agregó Vera.
Celeste volvió con Thiago a upa, y lo sentó frente a la televisión a ver dibujos animados para que se tranquilice un poco. Luego se sentó junto a la mesa y le pidió un mate a Maca.
- Igual Rocío tiene una vida un toque jodida, entendamos eso.- pensó Celeste en voz alta.- Pero apareció muy repentinamente. No sé. El último cumpleaños de Thiaguito ni siquiera llamó.
- Es irónico.- dijo Maca.- Cuando sos pendeja le decís a tus amigas que vas a ser la tía de los hijos, que van a estar juntas hasta viejas y no sé qué fruta más...Y mirá...
- A mí me da pánico Nicolás, esa es la verdad.
Y era cierto. El temor de Vera será por siempre que Nicolás se enamore nuevamente de Rocío y la deje a ella por la rubia. Entre las dos no tienen comparación. Rocío tenía un pelo increíble, un cuerpazo, lindos ojos, plata, ¡de todo! Era la mujer que cualquier hombre querría tener al lado. Y ella...Ella sin embargo era una gorda. Alguna vez había sido linda, pero ahora estaba demacrada. Las horas laborales le pasaban factura en su rostro cansado y apesadumbrado, pero Nicolás aún así la quería. A veces tenían ciertos conflictos en el sexo, se los notaba bastante rutinarios y que cayeron en la costumbre de la relación, pero igualmente seguían juntos y peleaban día a día para derribar esos monstruos que los debilitaban.
- Mirá, Vera, para mí ya re fue la historia de Nico con Rocío.- intentó tranquilizar Celes.- Nunca pasó nada más que un beso.
- Un beso solo, literalmente.- agregó Macarena.- Además sos hermosa, le encantás a Nico.
Vera bufó, intentando creerle a sus amigas, pero igualmente sentía cierta inseguridad.

Pache y Bauti estaban en el SportCenter del Abasto buscando ropa deportiva.
- No encuentro la camiseta nueva de Independiente en ningún lado.- se quejaba Bauti.- Está agotada.
- Igual es horrible, se parece a la suplente de River del año pasado.
Los amigos detuvieron su charla cuando sus celulares sonaron al mismo tiempo. Se miraron fijo y ambos abrieron el WhatsApp y leyeron el mensaje de Rocío.
- Ni en pedo voy.- dijo Pache guardando su celular en el bolsillo y volviendo a revisar las camperas de la temporada pasada que estaban colgadas.- Ésta está buenisímas, ¿no?
Bauti revoleó los ojos y se puso delante de su amigo:
- No te hagas el gil. ¿Por qué no querés ir?.- preguntó con inocencia el rubio.
- Porque ni en pedo, boludo. No tengo ganas de ver a nadie más que a mis amigos. Y menos ganas tengo de escuchar disculpas.
- No creo que nadie tenga que pedirle perdón a nadie.- dijo Bautista con algo de timidez. Sabía lo resentido que era Pache, lo conocía hace años, pero nadie le había hecho nada malo.
- Alejandro es el padrino de tu hijo...Y ni aparece.
- Pero de última ese es tema mío con el gordo.- aclaró Bauti.- Si alguien se tiene que enojar, soy yo. Pero estoy en un momento donde me chupa un huevo eso.
- Bueno, a mí me rompe las pelotas que la gente desaparezca. Y Rocío se la viene a dar de conciliadora, encima...Es el colmo.
- Tranquilo, Pache, ya fue.- calmaba Bauti.
- Es que vos sos demasiado bueno...
Bautista decidió cortar la conversación ahí porque sabía que no iba a llegar a ningún lado. No quería pelearse con Pache, pero tampoco perderse el cumple de Rocío. Sería una buena oportunidad para juntar a todos, que era lo que él deseaba hace tanto tiempo.
Bauti, mientras se duchaba, fumaba un cigarrillo en el balcón o tenía tiempo libre en el trabajo, se ponía a pensar en el pasado.
Recordaba cómo conoció a Celeste, la primera vez que se vieron a los ojos...Esos ojos verdes fueron oasis para su sed. Recordó también lo que le dolió enterarse que ya tenía un amor y que le costaba mucho abrirse a una nueva persona. También venía a su mente la imagen de ella dejándolo por Felipe, intentando volver a su primer amor. Inevitablemente, a Bauti le caía una lagrima cuando recordaba la muerte de su querida abuela Haydée, y cómo Celeste había dejado todo para acompañarlo. Desde ahí, no se separaron más. Recordó las largas caminatas en el parque, su primer beso abajo de la lluvia cuando después Celeste se confundió y lo llamó "Felipe". Recordó lo triste que estuvo cuando se separó de ella por unos días. Recordó que le dio lo más hermoso que tienen en la vida: a Thiago.
Qué mujer increíble había encontrado. Ya habían pasado algunos años, pero para Bautista, Celeste seguía siendo la mujer más hermosa del mundo. Era consciente que su vida había cambiado después de conocerla, y por eso también la quería tanto...

Nico estaba en su auto, dirigiéndose al bar de siempre para tomar unas cervezas con el gordo Ale y Lautaro. Había tenido mucho trabajo los últimos días, así que no los veía hace como una semana.
La luz del semáforo se puso roja y frenó. Agarró su celular porque escuchó que había sonado y, cuando leyó el mensaje de Rocío, quedó paralizado. Su pulso comenzó a acelerarse, el corazón le latía fuerte y se le cayó el celular debajo del asiento. Lo buscó desesperadamente y siguió leyendo con detenimiento, prestando atención palabra por palabra. Hace cuánto no leía un mensaje de Rocío. Abrió su contacto, que no lo tenía agendado, y miró la foto.
Mientras observaba la imagen, en la radio sonaba "Radiante y más hermosa que ninguna, pero siempre tan lejos..." de las Pastillas del Abuelo.
- Pero siempre tan lejos.- repitió Nicolás, hasta que un bocinazo del auto de atrás lo trajo de nuevo a la realidad.

- Na, boludo, qué se yo. Están todas re locas las minitas.- dijo Ale mientras se terminaba la segunda lata de cerveza.
- Qué noticia. Ya sabemos. Pero vos te pusiste con la más loca de todas.- agregó Lautaro en referencia a Malena.
Ale se inclinó sobre la silla, estiró su cuerpo y bostezó. Luego, volvió a mirar a sus amigos.
- Loca y todo, pero era buena tipa.
- ¿Buena tipa?.- preguntó Nico con asombro.- Malena era de todo menos buena.
- Dale, viejo, ahora dicen eso porque estamos separados...Pero cuando estábamos juntos, al principio de la relación, ella había cambiado una bocha y ustedes mismos lo dijeron, eh.
- Sí, gordo, parecía otra mina después de todos los bardos que se había mandado.- acotó Lauti.
- ¿Se acuerdan cuando publicó el video de Rocío teniendo sexo con Santino?.- dijo Ale riéndose fuerte, sumando a Lautaro a su chiste.
- No jodan con eso.- Nicolás le lanzó una tapa de gaseosa a Alejandro en la cabeza.- Fue horrible, pobre Rocío.
Lautaro y el gordo abrieron los ojos, mirando a su amigo. Nicolás agarró su celular y le mandó un mensaje a Vera: "Te extraño, hermosa". Claramente se sentía culpable por los sentimientos que aparecían a flote, otra vez...

Se miraba al espejo y se gustaba. Se quería. Había heredado las cosas más lindas de sus dos padres. El pelo lacio, castaño claro casi rubio, le llegaba a la cintura. Tenía un flequillo abierto por arriba de las cejas para que no le moleste en los ojos. Su cuerpo parecía tallado a mano: medía un metro sesenta y dos y pesaba cincuenta kilos. Su cinturita era bien fina, y también tenía las piernas flacas. Se había esforzado Si bien era italiana, Lara se llevaba muy bien con el idioma español. Desde los ocho años estudia nuestro idioma, y se le da con bastante facilidad. Su práctica comenzó a mejorar cuando, en el Coliseo romano, de simple excursión, conoció a una pareja de argentinos de veintipico de años que le enseñaron un par de palabrotas de nuestro país.
- Buludo.- repetía Lara riéndose.- Polutudo.- y nuevamente se moría de risa. De a poco iba a ir aprendiendo más y más, sobre todo después de decidir una de las cosas más importantes de su vida: con sus veinte años, estaba preparada para irse unos meses a probar suerte en Argentina.
La pareja que conoció en Roma se había ofrecido para brindarle hospedaje los meses que se quede, así que apenas llegó los fue a ver a ellos y se instaló en su hogar. Era un departamento enorme y luminoso, con grandes ventanales, y parecía que no habitaba nadie allí.
- Es que no estamos nunca acá.- le había explicado la joven.- Viajamos mucho.
La verdad que eran muy educados, cordiales y generosos los dos. Se notaba que tenían mucho dinero, pero eso no era lo que más le interesaba de su vida, sino que parecían trabajar mucho y viajar por todos lados. De hecho los había conocido insólitamente en la otra punta del mundo.
- Gacias per tutti.- dijo Lara una noche que cenaban los tres.- Sei molto "copados".- los tres echaron a reír.
Lo que más le entusiasmaba a Lara es que ese domingo conocería muchos más argentinos en la fiesta de cumpleaños de la joven de la pareja, Rocío, quien le prometió presentarle a un amigo.

Era sábado a la noche. Maca y Pache se ofrecieron a llevar a Thiago al cine, a comer a McDonald's y después a dormir a su casa. Cada dos semanas, el chiquito se iba a lo de su madrina y se quedaba hasta el domingo. La pasaba realmente bien con Maca, y ella junto a Pache estaban chochos de cuidar a Thiaguito. De paso, les daban un poco de espacio a Celeste y Bauti.
Si era de día, iban a caminar por el parque cercano a su casa, aquel lugar donde fueron sus primeras citas, donde caminaban horas y horas contándose cosas de la vida.
Como esa vez era de noche y hasta el otro día Thiaguito no iba a estar, Bautista invitó a Celeste a una noche romántica. Irían a comer a Puerto Madero, después a pasear por el Rosedal y volverían a la casa para tener tiempo a solas.
Nada de eso pasó. A ambos les dio fiaca cambiarse, prefirieron quedarse con ropa de entre casa, comprar helado y mirar las tres películas de Volver al futuro seguidas. Bautista era un gran fanático de la trilogía.
Cuando terminaron las pelis, Celeste comenzó a prender velas y sahumerios en la habitación. Se puso un lindo camisón, se soltó el pelo y se recostó en la cama, llamando a Bauti.
- Amor...- dijo él desde otra parte de la casa.- Mi amor, vení.- insistía él.
- No, dale, Bau, ¡vení vos!.- exclamó Celeste.- Te estoy esperando.
- Por favor, mi amor, necesito que vengas a ver esto.
- ¿Dónde estás?
- Asomate por la ventana.
Celeste se asomó con temor, no sabía qué era lo que Bautista quería mostrarle. Pensó que había un bicho o algo raro, pero al asomarse, estaba Bautista parado en el techo, rodeado de pétalos de rosa y de fondo sonaba una de las canciones favoritas de Celeste, de Ed Sheeran.
Bauti la tomó de la mano, ayudándola a salir al techo, y se sentaron juntos a mirar el cielo. Era una noche estrellada, sin ninguna nube, y la luna estaba más redonda que nunca.
- Capaz que con esa luna el gordo Ale se convierte en hombre lobo.- dijo Bautista, y ambos echaron a reír, quedando acostados juntos, mirándose fijo. Él le dio un cálido beso en los labios.- Te amo.
- Te amo.
- ¿Sabías que sos la mujer de mi vida?.- preguntó él con ternura.
- ¿Y vos sabías que sos lo más lindo que me pasó?
- Yo pregunté primero.- dijo Bauti.
- No, no sabía que soy la mujer de tu vida...
- Ahora lo sabés, hermosa.- se dieron otro beso.- Te amo. Te amo con locura.
- Sos hermoso, Bautista.
- Vos sos hermosa. Mirá esos ojos...
La mirada de Celeste comenzó a empañarse. Qué feliz estaba. No podía sentirse más plena. Nunca quería separarse de ese hombre que tenía a su lado...Después de tantos mimos, besos y palabras tiernas, entraron a la habitación y esta noche no tuvieron sexo, sino que hicieron el amor de una manera tierna, cálida, con mucha pasión, muchos "te amo" en el medio y caricias por demás...

Entre tantos dimes y diretes, conversaciones largas entre los dos, Maca y Pache decidieron asistir al cumpleaños de Rocío. Pachetti realmente no quería ir, no le interesaba cruzarse con nadie que no se haya preocupado por él en los últimos meses, pero como Maca le insistió, decidieron ir.
Lo mismo sucedió entre Vera y Nico, quienes, directamente, tuvieron una discusión.
- Con lo poco que nos vemos, ¿te parece desaprovechar el tiempo peleándonos?.- dijo él para calmar la situación.
- ¡Me chupa un huevo el tiempo que nos veamos, Nicolás!-.- gritó Vera.- ¡Vos querés ir para ver a Rocío! Yo ya sé cómo es todo esto...Es figurita repetida en el álbum.
Nicolás se acercó a su novia, la tomó de los hombros y la sentó en el sillón, con cuidado. Vera no paraba de llorar y gritar.
- Calmate. Por favor, calmate.
La rubia continuaba agitada, sin controlarse. Nicolás apretó los cachetes de Vera, apoyó su frente con la de ella y la miró llorar, en silencio, para tranquilizarla.
- Dale, Verola, ya está. No llores. Pará. Hablemos bien.
Luego de varios minutos de estar así, Vera se tranquilizó, se fue a lavar la cara, tomó un paquete de Carilinas y se sentó al lado de Nico.
- ¿Ya estás mejor?.- preguntó él con temor.
- Sí.- Vera se sonó los mocos y Nico sonrió por el ruido, provocándole una sonrisa también a ella.- Nunca voy a superar el tema de Rocío.
- No la vemos desde el casamiento de Maca y Pache, hace como dos años...
- No es por eso.- intentaba explicar Vera sin ponerse a llorar de nuevo.- Yo no quiero ir. Me hace mal. Además no soy una persona falsa, no podría ir al barco y caretear que está todo lo más bien.
Nico por dentro bufaba. Tenía muchas ganas de ir al cumpleaños de Rocío y reencontrarse con todos.
- Bueno, yo me quedo con vos. Ya está. No vamos.- aseguró el muchacho.
Vera pensó unos momentos completamente en silencio, analizando la situación. Moría de ganas de que Nico se quede con ella y no se cruce a Rocío, pero por otro lado no quería sacarle su libertad y que en un futuro esta situación ocasiones un problema en la pareja, como así también quería demostrarle a Nico que confiaba absolutamente en él. "Le tendría que haber pedido un consejos a las chicas", pesaba.
Nicolás se había puesto a jugar a la Play Station y, cuando terminaba este partido, irían a comer afuera los dos. Como todavía era temprano para salir, Vera se acercó a la heladera, sacó una cerveza bien fría, puso maní en un plato pequeño y se sentó al lado de Nico con todo eso en la mesa ratona frente a ellos para charlar.
Él sonrió, terminó rápido el partido y cruzó las piernas para quedar de frente a Vera y así poder conversar. Empezaron hablando de banalidades y cosas del trabajo que en la semana no habían conversado.
- Y mi vieja quiere que vayamos a comer el finde que viene...
- Ah, ¿ya volvieron tus tíos de Inglaterra?.- preguntó Nico.
Vera asintió y le dio un sorbo a su cerveza.
- Está riquísima.
- Sí, posta. No hay nada más rico que una cerveza fría con este calor.
Se hizo un silencio algo prolongado. Nico no hablaba porque se colgó leyendo mensajes del grupo de WhatsApp con Ale y Lauti. Por su parte, Vera pensaba para sí cómo diría lo que quería hacer, hasta que por fin se animó.
- Amor...
- ¿Qué?.- dijo Nico, dejando a un lado su celular para mirar a su novia.
- Con respecto a lo de mañana...
- No, no, no.- interrumpió poniéndose de pie y caminando por todos lados.- Ya está, Verola. No tengo ganas de pelear. Olvidate.- gesticulaba constantemente con las manos y eso divertía mucho a Vera, pero en ese momento causaba más tensión.- No vamos a ir, ya está.
- No, Ni...- ella también se puso de pie y lo tomó de las manos.- Quiero que vos vayas. Reencontrate con tus amigos, pasala bien. Sé que tenés ganas de ir y...
- No me muero de ganas de ir. No es por Rocío...Es por los pibes.- explicaba él una y otra vez.
Vera colocó la cara de Nico entre sus manos.
- Mi vida, ya lo sé...Por eso quiero que vayas. Disfrutá. Pasala bien. Cuando volvés me contás todo.
Se dieron un beso largo y tendido. Nicolás no estaba del todo seguro si era correcto ir o no, pero en definitiva Vera parecía bastante honesta y tenía razón. Se iba a juntar por los pibes...Sí, por los pibes...

Llegó el domingo. Alrededor de las once de la mañana llegaron al yate Rocío, Santino y Lara, por supuesto. Ordenaron bien todo y las chicas se pusieron a conversar.
- Vas a ver lo que es mi amigo, te va a encantar.- le prometió Rocío a su amiga italiana.
- ¿De verdad?.- preguntó la tana.- Si es molto lindo te shuro que muero.- Y ambas echaron a reír.
Había un mayordomo y tres mozos para atenderlos a todos durante el día. Hacía un calor insoportable y el sol estaba radiante en lo más alto del cielo.
Los primeros invitados en llegar fueron Maca y Pache. Como él y Santino nunca habían sido grandes amigos, se limitaron a saludarse con un beso en la mejilla y hablar de los viajes, nada interesante ni muy emocionante. En cambio, Maca y Rocío se pusieron a gritar y saltar apenas se vieron. Macarena no sabía cómo reaccionar al ver a la rubia, pero el reencuentro generó que se le despierten todos los sentimientos y recuerdos lindos para con ella. Rocío les presentó a Lara a los dos y enseguida se pusieron a hablar simpáticamente.
Luego aparecieron Ale y Lautaro, que vinieron juntos. Ale se dio un abrazo fuerte con todos, y con el que más se emocionó al encontrarse nuevamente fue con Pache.
- ¿Qué hacés, cachivache?.- le dijo el gordo.
Pache no pudo evitar sonreír, aunque sentía un poco de bronca y dolor por dentro.
- No te veo hace tanto que hasta estás más flaco.- agregó Pache entre risas.
- ¡Maca!.- gritó Ale también.- ¡Qué perra!.- la tomó de la mano y le hizo dar una vueltita.- Cada día más linda.- luego miró a Pache de reojo.- Un visionario, eh. No sos ningún dolobu.
El mejor momento hasta ahí fue cuando Rocío presentó a Lara y Lautaro. Se puso tan nerviosa que no paraba de decir estupideces.
- Mirá, Lauti, te traje a mi amiga. Es italiana, romana en realidad, se llama Lara...¡Ay! ¡Y vos Lautaro! ¡L y L! Re dan juntos y...
- Bueno, Rochi, ya entendí.- dijo el joven con timidez y luego miró a Lara. Era muy linda, de verdad. Y que sea de otro país era un plus adicional. Ambos se corrieron a un costado y comenzaron a charlar fluidamente, agregando a Pache, Maca y Ale a su tema de conversación.
Al rato aparecieron Bauti, Celeste y el pequeño Thiaguito. Todos esperaban que la pareja más linda aparezca, y así fue. Llegaron para apaciguar las aguas y para unir mucho más a todos. Los abrazos no cesaban, las anécdotas surgían una tras otra por el tiempo perdido, fotos para las redes sociales y mucho cariño entre todos. Hasta Lara se sentía parte del grupo ya. No parecía que había pasado tanto tiempo en el medio, todos estaban cómodos como si nunca hubiera sucedido absolutamente nada.
Recordaron muchísimas anécdotas: el cumpleaños fracaso de Bautista, el video prohibido de Rocío, la internación de Maca, cuando descubrieron que Ale y Malena estaban juntos, el nacimiento de Thiago, el casamiento de Maca y Pache, cuando Santi y Rocío se conocieron en el boliche y demás.
En un momento, había que volver hasta el auto porque Rocío se había olvidado allí su malla, y el sol estaba tan fuerte que no podía desaprovechar la ocasión para tomar un poco de sol. Volvió con una pequeña lancha a la orilla, abrió el auto, tomó su bolso y lo cerró para volver caminando hacia la lancha y retomar el camino hasta el yate.
Nico estaba yendo hasta Tigre en el tren. Llegó a la estación, caminó un par de cuadras y, de la ansiedad que tenía, se prendió un cigarrillo para tranquilizarse un poco. Encontrarse con todos otra vez era muy importante para él, pero se sentía muy sobrio como para encarar ese momento, así que paró en un puesto, se compró un daikiri de frutilla, y comenzó a caminar en dirección al puerto de frutos donde debían ir a buscarlo en la lancha.
Venía caminando muy en la suya, mirando a todos lados, hasta que su teléfono comenzó a sonar. Era Vera.
- Hola, Verola.- dijo él sonriente.
- ¿Y, amor? ¿Llegaste?.- preguntó ella.
Comenzó a charlar con su novia mientras bebía su daikiri, mirando al cielo, riéndose, hasta que, sin darse cuenta, llegó al puerto de frutos y se tropezó con una cuerda de una lancha que había estacionada. Su celular cayó al río, su vaso de daikiri se depositó entero en el mono blanco de encaje que tenía puesto una chica rubia de ojos claros, que lo tomó rápidamente a él de los hombros para sostenerse, pero de todas formas cayeron al río.
Cuando salieron a flote, se miraron. Esos ojos que tanto había deseado, que tantas veces había soñado y que nunca pudieron ser de él. Ella vio al chico más lindo que había conocido, con quien no pudo concretar algo en serio aunque las ganas le habían sobrado toda la vida. Mirarse fijo durante esos momentos generó que ambos se den cuenta de una cosa: ni Rocío ni Nicolás se habían olvidado al otro en todo este tiempo, ni siquiera teniendo pareja los dos. ¿A quién querían engañar? Se querían, se querían y se querían, y ya no tenían más ganas de disimularlo.  

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