Capítulo 33

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Tan inesperada y a la vez sabida fue la llegada de Bautista junto con Floyd, que Celeste no supo cómo reaccionar. Felipe, desde atrás y unos pasos más adelante que ella, la llamaba constantemente para que se apure, pero su novia estaba en otro mundo, mirando a todos lados, totalmente perdida y desorientada. Sin dudarlo más, se volteó a ver a Felipe y se encaminó hacia donde estaba él. Luego, lo miró fijo a los ojos y le dio los pasajes que tenía en la mano.
- Buen viaje.- le dijo.
Y sin darle tiempo a que pueda reaccionar, la morocha hizo un gesto de soldado poniéndo su mano derecha sobre la frente, dio media vuelta y salió corriendo, mientras sus familiares esperaban a que vaya a abrazarlos o decirles algo, pero lo que realmente hizo Celeste fue salir a donde estaba Bautista, e ignorando a la constante lluvia y logrando que suelte al perro, se subió koala a él y le dio el beso más largo, tierno y dulce que se hubieran dado jamás.

Luego de todo esto, abrió los ojos.
El avión ya estaba por aterrizar, y Felipe se encontraba tomándola de la mano y sonriéndole, mientras Celeste pensaba en muchas cosas. La realidad...Triste, emocionante y a la vez alegre realidad, era que ya estaba arribando a Estados Unidos, y su vida estaba a punto de cambiar. A su lado tenía al amor de su vida, al hombre que le había sacado las sonrisas más fuertes y las lágrimas más intensas, pero no sólo volvió para quedarse de nuevo en su corazón por siempre, sino que también se la llevó con él a un país lejano para comenzar una nueva vida juntos, un futuro lleno de expectativas...
Lo triste es que Bautista nunca apareció. Fue tal la ilusión de ella por esperar a ver a ese lindo rubio parado bajo la lluvia con el perro blanco, que lo vio reflejado en el vidrio de las puertas del aeropuerto, pero jamás había llegado. Esto le dio la pauta a Celeste de que pudo no haberse enterado, o que también se enojó tanto que optó por dejarla ir, o tranquilamente ya la había superado. Celeste sabía muy bien que si Bautista aparecía, ella dejaba todo y volvía con él, simplemente porque no soportaría verlo sufrir, además de amarlo, y porque si tanto quiso que él vaya a rescatarla era porque no lo había superado, aunque se haya convencido que sí, pero a la vez supuso que Bautista era consciente de su orgullo y no querría impedir que ella sea feliz, sino no la hubiera dejado aquella noche de sábado antes de la fiesta del club.
Ahora la situación era otra: Celeste debía olvidarse de Bautista y dejar de tenerle compasión, para así poder enfrentar su nueva vida en Estados Unidos junto a Felipe, a quien realmente nunca dejó de amar, y mucho menos superar.
Celeste siempre fue una persona de creer que el amor a primera vista no existía, pero con Bautista le pasó. Siempre consideró que no se vuelve al primer amor, pero con Felipe le pasó. Siempre le pareció que no se puede enamorar de dos personas a la vez, pero le pasó con los dos. No es fácil la vida de la mujer adolescente, ¿saben?.

Fue horrible para Bautista haber llegado al aeropuerto y ver que ya no había nadie: ni Rochi ni Maca estaban despidiendo a su amiga, ni vio a los padres de su ex novia llorar porque su hijita se iba de viaje, ni vio al hermano con su novia embarazada, ni vio a Felipe...Pero lo peor fue no ver a Celeste, no haberse podido despedir como debían, no haberse dado la chance de arreglar las cosas y de intentarlo una vez más, porque si había algo de lo que Bautista era consciente es que lo que sentía por Celeste era amor puro y real que nunca creería volver a sentir por otra chica. Pero ya era tarde.Al correr los días, Bauti estaba cada vez más triste. Se sentía muy solo, aunque los pibes iban a verlo a cada rato y no lo dejaban en paz un segundo, pero eso no impedía que en los baches de tiempo que se encontraba en soledad, llore y piense en ella. Había sido un año de muchas pérdidas para él, y ahora tener que afrontar la soledad no sólo familiar sino también en el amor, lo devastaba por completo.
No haber llegado al aeropuerto había cambiado el rumbo de la vida de los dos, y Bautista se va a quedar para siempre con la duda de qué hubiera pasado si asistía a tiempo.
Cada minuto que pasaba, se transformaba en horas. Es como que para Bauti nunca pasaba el tiempo, o al menos no con la velocidad que transcurrían mientras estaba con Celeste, que parecía que todo ocurría en un abrir y cerrar de ojos. No soportaba tener otra pérdida más en su vida, y eso lo transformaba en un fracasado y en odiarse a sí mismo. Para intentar sentirse mejor y no demostrarse tan débil, intentó con sus amigos ponerse una careta, pero lo conocían tanto que se dieron cuenta.
- ¿Poniéndote una careta en el corazón pretendés olvidar?.- le preguntó Santino una vez, y a partir de ahí se dio cuenta que no debía ocultarle a sus amigos los sentimientos que tenía en su interior, porque si no confiaba en ellos, ¿en quién sino? Antes lo podría haber hecho con su abuela Haydée porque le confiaba todo lo que pasaba y era su gran amiga fiel, pero ella tampoco estaba ya. La única persona de su familia que le quedaba era su hermano Pedro, y no lo veía nunca porque decidió internarse en un centro de rehabilitación.
Quizá esa fue una de las razones por las cuales Bauti siguió en pie y se permitía salir de su casa, sino quedaba encerrado días enteros, solamente iba a trabajar y volvía. Ya ni ganas de entrenar tenía, pero si no faltaba era por los pibes.
Una vez, fue a visitar a Pedro un sábado por la mañana, antes de ir a jugar al fútbol. Lo notó mucho mejor, sin ojeras y con una sonrisa, gesto raro en él. Al verse, ambos se alegraron mucho.
- ¿Hace cuánto que no te drogás?.- le cuestionó Bauti con un tono un tanto prejuicioso.
- Un mes.- contestó Pedro. Y ese era todo un logro para su hermano, porque simplemente se le notaba en la piel y saliendo de sus poros que era un chico a punto de ser dado de alta, que estaba reaccionando muy bien a todo y que hacía caso como ningún otro.- Apenas salga de acá me voy a vivir con vos, hermano.- le dijo aquella vez.
Bauti no estaba seguro de si esa noticia le alegraba o en realidad lo preocupaba, porque eso significaría no poder llorar en soledad, o tener que preparar una cena para dos personas dependiendo del gusto de cada uno, o quizá enojos repentinos por las visitas constantes de los chicos del club en su casa, o mañas recurrentes de cada persona. Pero por otro lado, era interesante tener otra fuente de ingreso adquisitivo, y además vivir juntos reforzaría su relación con Pedro, lo cuidaría más e intentaría lograr que no vuelva a caer en las drogas. Por más que Bautista sea menor que su hermano, cumpliría el rol de mayor simplemente por la debilidad en la forma de ser de Pedro para ayudarlo a no recaer.
Un día viernes, luego de haber pasado dos meses de la partida de Celeste, a Bautista le seguía doliendo pensar en ella como si tan sólo hubieran pasado un par de horas. Uno de los motivos que lo impulsaron a levantar su ánimo y autoestima, es organizar una fiesta al día siguiente por el retorno de Pedro y que le darían el alta a la tarde. La verdad era que su hermano ya no tenía amigos, porque todos continuaban drogándose, presos o muertos por estar en cosas raras. A Pedro no le interesaba mucho todo esto, ya que de verdad quería recuperarse y hacer su vida rodeado de gente buena. Bautista se pasó todo el viernes organizando una reunión sorpresa con sus amigos y también invitaría chicas, por supuesto, ya que Pedro era un gato por excelencia y mujeriego como pocos, así que le vendría bien un encuentro casual con una mujer luego de haber estado tanto tiempo internado.
Para organizar toda la fiesta de bienvenida a su hermano, quería pedirle ayuda a sus amigos, pero estaban todos muy ocupados como para darle una mano, excepto el gordo Ale que se pasó todo el viernes ayudándolo a decorar la casa. Otra gran ayuda fue la de Vera. Luego de aquella vez que se conocieron y tras los dos meses de que Celeste se vaya, el vínculo entre Vera y Bautista iba mejorando día a día. Él se había encargado de conseguir el celular de ella, y apenas lo obtuvo gracias a Macarena, le habló para invitarla a tomar algo. La verdad es que ambos consideraban al otro atractivo, ya que era imposible que no lo piensen con la belleza tanto física como interna de ambos, pero ninguno estaba dispuesto a enfrentar un amor de nuevo, y con el tiempo se fueron haciendo grandes amigos, de esos que se ven casi todos los días y se cuentan hasta los más mínimos detalles. Bautista nunca había tenido una mejor amiga mujer, entonces conocer ese nuevo tipo de relación le hacía bien y le reconfortaba, sobre todo, tener una persona al lado con la personalidad de Vera. Ella era muy comprensiva, y no tenía pelos en la lengua a la hora de decirle las cosas tal cual eran. Bauti era totalmente sincero con ella, ya que además podía hablar de cosas que con sus amigos no, como por ejemplo de su abuela. No quería seguir pudriéndolos con la historia esa de la familia trágica, se sentía re molesto haciéndolo, pero Vera le daba la tranquilidad de saber que podía descargar en ella todo lo que sentía. Hubo tardes enteras que Bautista no fue a trabajar por quedarse en su casa llorando, o faltaba a entrenar por ir a la puerta de la casa de Celeste simplemente a mirar la ventana de su cuarto, y para eso estaba Vera: para retarlo, para acompañarlo en su dolor y para hacerle dar cuenta que él era el nuevo Celeste, y que Celeste ocupaba el lugar de Felipe ahora mismo.
- Ahora te das cuenta de lo que se siente.- le dijo Vera una vez...y tenía razón. Nunca se había percatado de que la historia se estaba repitiendo, pero esta vez él era Celeste, el dejado, el abandonado, el que el amor de su vida lo plantó en Argentina para hacer su vida en Estados Unidos. A partir de ese día, las cosas fueron muy claras en la mente de Bauti, quien automáticamente se propuso a superarla, pero no lo haría acostándose con otras chicas o enganchando a cualquiera para pasar un buen rato, sino a su manera, con su duelo interno hasta lograr estar listo para un nuevo amor.

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