Capítulo 28

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Macarena abrió los ojos. Estaba tendida en su cama, con el celular de Pache a unos centímetros de ella. Se sentó sobre la almohada y miró a su alrededor. Revisó las sábanas: no había manchas. Puso una mano sobre su vientre y no sintió nada extraño. Tomó el celular de su novio y miró el WhatsApp: había un mensaje de "Tía Nelly" que decía: "Vas a venir a cenar a casa hoy? Viene tu primo también". Abrió la foto del contacto de su supuesta tía y sí, era una mujer grande con un perro en la imagen.

¿Qué había pasado? No entendía nada pero, de repente, las lágrimas comenzaron a brotar de su rostro. Había tenido la pesadilla más horrible de todos los tiempos. Nunca se había sentido tan mal y acongojada...¡y encima fue todo tan real! Escuchó un grito de su madre, proveniente de la cocina, y sintió la voz de Pache. Justo en ese instante, él ingresó en la habitación y la vio a su novia llorar, acercándose a él para abrazarlo muy fuerte.

- Mi amor, ¿qué te pasa?.- preguntó Pachetti con preocupación. Si había algo que detestaba, era ver llorar a Macarena...Lo ponía muy mal.

Ella no decía nada, simplemente lo abrazaba fuerte e intentaba calmarse. Una vez más relajada, se sentó en el borde de la cama y, tomada de la mano de su novio, le contó el sueño espantoso que acababa de atravesar. Pache sonrió y le corrió las lágrimas con los dedos, suavemente.

- No dudes más de mí, Macarena, por favor.- el tono de su voz estaba entre el enojo y la congoja.- Ya me fastidia esto.

Pache soltó las manos de su novia y se alejó un poco. Luego, se puso de pie, tomó su celular y miró sus mensajes.

- Por las dudas miraste, ¿no?

Maca levantó la cabeza y lo miró fijo, asintiendo. Pache guardó su celular en el bolsillo izquierdo del pantalón.

- Qué desconfiada de mierda que sos.- respiró hondo y continuó hablando.- La verdad es que a mí no me sirve estar al lado de alguien que no confía en mí...¡Encima dudás de lo que siento! No sé cómo podés cuestionar eso.

Macarena quería hablar, quería decirle todo lo que le cuesta sentirse segura por sí misma, quería contarle los fracasos amorosos que tuvo anteriormente, quería decirle que gracias a él se había mejorado y no era más bulímica, quería decirle todo lo que pensaba y sentía...Pero no se animaba. Temía a que él se enfade o que la tome como una loca. Pache la miró, esperando una respuesta.

- ¡Decime algo!

- Nada.- dijo ella.- Tenés razón.

Con sólo esas tres palabras se sacó de encima el conflicto con su novio, pero la realidad era que internamente tenía un montón de sentimientos duros, esperando el momento indicado para salir a flote...Si es que alguna vez se animaba.

Los primeros días de retorno a la rutina fueron diferentes para todos.

Santino comenzó el segundo año en administración de empresas. Como la facultad era privada y tenía muchas materias correlativas, coincidió con sus compañeros del año anterior con quien tenía un muy buen vínculo. Un miércoles, después de clase, fueron todos a la casa de él a tomar mates y a pasar el rato. Santino estaba re feliz de vivir solo. Todos los lunes y viernes iba su tía a verlo, sus padres lo llamaban cada dos o tres días y cada quince días recibía plata de ellos. Ahora se encontraban paseando por Playa del Carmen, México. Estaba contando los días en un almanaque para incorporarse a su nuevo club, pero como todavía allí estaban de vacaciones, faltaban un par de días para ir.

Un viernes a la tarde, segunda semana terminada de cursada, caminaba por los pasillos de la facultad en busca del Starbucks nuevo que habían instalado dentro del lugar, hasta que sonó su celular. Con la mochila pesada sobre su hombro izquierdo, una pila de fotocopias que acababa de retirar y el celular leyendo los mensajes, no vio a la joven delante de sí que venía en condiciones similares, corriendo. Ambos chocaron y cayeron todas las hojas de Santino al suelo, mientras la chica se quedó hipnotizada, observando la escena: era Malena. El joven negó con la cabeza sin decir una palabra, y se dispuso a levantar las hojas desparramadas por todo el piso de mármol.

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