Capítulo 11

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Celeste entró a su casa y cerró la puerta tras de sí. Se quedó apoyada contra la pared mirando para arriba, con la boca abierta y el corazón temblando fuerte. ¿Por qué había reaccionado así? Quedó como una imbécil. Él le dio uno de los besos más tiernos que haya recibido en su vida, y ella se lo siguió dos segundos y se metió corriendo en su casa. No tenía sentido que haya hecho eso. Ahora Bautista pensaría que era una pendeja enamoradita del chico que se fue a vivir lejos y no lo puede superar. Y no sólo eso, sino que quizá también se haya sentido rechazado. No podía permitirse que Bautista se enoje o se ofenda, ella le tenía cierto aprecio y le bancaba muchísimo todos los mambos que ella presentaba. Con la lluvia cayendo cada vez más fuerte, Celeste volvió a abrir la puerta de su casa, lo vio a Bautista a punto de subirse al taxi y le gritó.

- ¡Bauti!

El joven dio media vuelta, empapándose y ella corrió hacia él, sin miedo de tropezar con los charcos y casi sin verle la cara por la fuerte tormenta que había, pero de todas formas se abalanzó sobre él, a upa, enredando sus piernas en la espalda de Bautista y devolviéndole aquel beso tan tierno que había comenzado él...

Rocío se levantó este nuevo mediodía con ganas de arreglar las cosas. Tenía que hacer buena letra con Lautaro para volver, de verdad lo estaba extrañando mucho. Lo de Nicolás fue un histeriqueo innecesario, ni lo conocía, solamente le parecía un lindo chico y enseguida ella flasheó con él, cuando el pibe parecía pretender una amistad porque encima estaba con una chica. La rubia se dio una ducha, bajó a almorzar algo con sus padres, les dijo que iría a caminar por el parque, se cambió y se fue tranquila pero con el cerebro pensando sin parar, hacia la casa de Lautaro. Tocó timbre una vez y esperó de brazos cruzados mirando hacia el costado. Tenía miedo de que le abra la mamá de Lauti, nunca se cayeron del todo bien y, si sabía lo que había pasado, esto empeoraría las cosas mucho más...Pero de todas formas, quería hablar con su nov...con su ex novio, perdón.

La puerta se abrió de par en par y se asomó Valentina, la hermana más chica de Lauti, que tiene diez años. Al ver a Rocío, la pequeña la abrazó por la cintura.

- ¡Te extrañaba! Hace mucho no venías, ¿por qué?

Rocío le sonrió y recordó las tardes enteras que se la pasaron juntas jugando a las muñecas mientras Lautaro jugaba a la play y boludeaba en la compu. Se habían transformado en grandes compinches y era una de las cosas que influían a la hora de cortar todo con Lautaro. Rocío le acarició el pelo a Valentina, y mientras le preguntaba cómo estaba, evadiendo totalmente la pregunta de la niña, entró en la casa, mirando con disimulo a todos lados y notando que no había nadie.

- ¿Tu hermano no está?

Valentina asintió.

- Arriba...Se supone que me tendría que cuidar, pero está ocupadito me parece.

¿Ocupado? ¿Haciendo qué?. Rocío sonrió de todas formas para disimular su intriga.

- Voy arriba a hablar con él, ¿dale?

- Pero te dije que está ocupado, Rochi.

- ¿No puedo subir?.- ¿Qué estaba pasando? Roció no entendía nada.

- Sí, subí, pero yo te avisé...

Rocío miró a la nena a los ojos, esos ojos tan tiernos esta vez estaban advirtiéndole algo.

- ¿Después jugamos?

Rocío le acarició la carita.

- Después me tengo que ir rápido, pero te prometo que otro día vengo.

Valentina la miró apenada, lo que estaría por ver Rocío no le iba a gustar en absoluto.

Nicolás, Bautista y Pachetti tenían la costumbre de ir a trotar día por medio al parque, más de una hora, ya que no entrenaban durante la semana en el verano. Se morían de calor, sí, pero preferían mantener su estado físico. Si bien Bauti no jugaba a la pelota con ellos, le gustaba mantenerse en forma e ir al gimnasio, y nada mejor que pasar tiempo con amigos mientras te ejercitás.

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