Capítulo 24

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Ver otra vez esos ojos verdes que le derretían el mundo le hizo dar cuenta que este tiempo al lado de Bautista era en vano. Ver esa mirada penetrante que la desnudaba por competo la hizo avivarse de que nunca lo había superado. Ver tantos años de amor, tantos años de cariño, tantos años de crecer juntos, generaron que ese recuerdo latente ahora se proyecte físicamente a su lado. Verlo otra vez desmoronó su eje de tranquilidad. Celeste le sostuvo la mirada a Felipe unos quince segundos, boquiabierta y en silencio. Él solamente sonreía y la miraba fijamente, en busca de una respuesta o, quizá, de un abrazo que reflejara la extrañés en este tiempo de estar separados.

- ¿No me vas a decir nada?

Celeste cerró los ojos y sintió que el piso se movía. Estaba mareada y muy atareada. Volvió a escuchar su voz, aquella voz que le había dicho las cosas más lindas del mundo, aquella voz soñada. Volvió a abrir los ojos y Felipe seguía ahí, pero con cara de pocos amigos. Celeste hizo puchero y en menos de un segundo empezó a llorar desconsoladamente, tapándose la cara con las manos. Felipe se acercó a ella, y le quiso correr una mano, pero ella lo quitó de encima bruscamente y se fue corriendo a la calle.

Rocío bailaba con Lautaro, estaba de mucho mejor ánimo después de haber hecho algo bueno por alguien que en este caso era Nicolás. Se acercó a la barra con su novio y se pidieron una cerveza para cada uno. La rubia agarró su vaso y empezó a tomar. En un instante, miró para un costado y lo vio a Felipe, parado mirando hacia la salida, con los ojos bien abiertos, obnubilado. Rocío abrió la boca y dijo:

- ¡No!

Se le cayó el vaso de cerveza sobre sus zapatos pero hizo caso omiso a eso. Cuando se dirigía a ver a Felipe, Bautista se topó en su camino.

- Rochi, ¿la viste a Celes? Estaba allá.- señala al gordo Ale.- y no está más...No sé dónde se metió.

Rocío lo miró, dura, se había puesto totalmente pálida. No le contestó a Bautista, simplemente siguió su camino hasta donde estaba Felipe, le tocó el hombro para que este se de vuelta y cuando lo hizo, le dio un cachetazo.

- ¡Eh! ¿Qué hacés?.- aulló Felipe.

- ¡¿Vos qué hacés?! ¿Dé dónde saliste, cachivache?

Felipe se pasó la mano por su cachete que quedó marcado por la mano de Rocío.

- Vine a ver a Celeste, ¿cuál es el problema?

- ¿Y quién te conoce? Tomatela, haceme el favor. No tenés nada que...

Rocío comenzaba a aumentar la voz, hasta que justo llegó Lautaro, que la abrazó por la cintura y la calmó. Al ver a Felipe, Lauti comprendió todo.

- ¿Volviste?

Felipe se puso las manos en los bolsillos.

- Sí, y mi recibimiento fue una mierda.- Lautaro se acercó a Felipe y lo saludó muy cordialmente. Se llevaban muy bien.

Rocío no podía creer el saludo.

- ¡¿Qué hacés?! ¡¿Qué lo saludás?! ¡No lo toqués a mi novio!

La rubia alejó a su novio de Felipe.

- Pará, Ro, ¿qué pasa?

Rocío miró a Lautaro.

- Pasa que Celeste estuvo siglos llorando por este desgraciado que se fue al otro polo del mundo, ni la llamaba...¡ni siquiera para los cumpleaños! ¡Y ahora viene acá como si nada! ¡Más te vale que Celeste no te vea porque la llego ver mal por vos y te mato!

Sin decir más nada, Rocío se alejó. Felipe y Lautaro se sentaron en unas sillas a hablar sobre el viaje, experiencias, también Lauti se disculpó por el comportamiento de su novia.

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