Rocío se quedó pasmada. Su cara pálida como una hoja Rivadavia Extra-White y su manos temblorosas la delataban: sintió miedo. Lautaro no había olvidado la fecha que era, y quiso sorprenderla, y en la caída quedó desparramado el ramo de rosas que le estaba por entregar. En estos momentos se encontraba frunciendo el ceño, y acto seguido, levantó una ceja mientras haciendo un gesto con su mano, pedía explicaciones. En realidad no dijo ni una palabra, pero su rostro reclamaba explicaciones.
Ella realmente quiso decir algo, alguna excelente excusa que la salvara de esta situación bochornosa, y la dejara bien parada. Pero la vida real no es como en las películas, y a Rocío no se le ocurrió ninguna mentira fantástica, todo lo contario...Cuando quiso hablar, lo único que consiguió decir con voz temblorosa fue:
- Yo...yo quise...En realidad es que...
Lautaro levantó una mano.
- No digas nada, Rocío. Ya entendí todo.
Los ojos de Lautaro reflejaban una mezcla de bronca y dolor, pero no dejaba de mirar fijamente a Rocío, quien miraba al suelo.
- ¡¿Quién anda ahí?!.- Exclamó el padre de Rocío asomando la cabeza por la ventana de su habitación, que de repente, tenía las luces prendidas.
Rocío nunca pensó que podía sentirse tan feliz de haber sido descubierta en pleno escape.
- Soy yo, papá, no te asustes. Estaba...Em...Lautaro...- Sus palabras seguían entrecortándose, sentía el corazón latiendo tan fuerte que hasta parecía que quería salir de su cuerpo.
Y como si todo esto fuera poco, para agregarle aún más drama a la situación, la frutillita del postre: Nicolás llego a la escena en su bicicleta. Para cuando logró distinguir que Lautaro estaba allí, ya era demasiado tarde: todos lo habían visto y no podía escaparse así como así. "Tragame tierra" fue lo único que pensó Nico, quien, en el instante que Rocío ingresó a su casa sin decir una palabra, se le vino encima Lautaro sin darle explicaciones al respecto de por qué su puño estaba yendo en dirección a su cara.
Las horas pasaron, se hizo de día, y en su casa Celeste se despertó sobresaltadísima, todavía abrumada y muy confusa por el sueño que acababa de tener. Decidió llamar por teléfono a Rocío y contárselo todo. Sabia que se estaba exponiendo a que la cague a pedos, pero no le importaba, necesitaba descargarlo con su amiga. Luego de varios tonos, atendió el papá de Rocío.
- Celes, ¿cómo estas?. Tu amiga está castigada así que intentá que sea rápido.
Una vez al teléfono con su amiga, esta le contó todo lo sucedido la noche anterior, y cómo ahora estaba castigada hasta dentro de, mínimo, cincuenta y cuatro años. Fue tanto lo que habló y habló Rocío, que Celeste casi no tuvo oportunidad de meter bocadillo, y terminó optando por no contarle su sueño, ya suficiente estrés tenía su amiga encima como para agregarle sus problemas también.
En cuanto cortaron el teléfono, se hizo una larga pausa reflexiva en Celeste, colgada mirando un punto fijo de su habitación. Su cabeza no paraba de pensar y repetir las escenas de aquel sueño. "¿Será que me estoy enganchando?", "¿Me gusta Bautista? ¿Cómo puede ser? Si ni siquiera lo conozco bien", "No, no, yo quiero a Felipe, y sé que algún día va a volver por mí".
Una lluvia de pensamientos y sentimientos encontrados se apoderaron de ella, hasta que su imaginación fue interrumpida por su mamá.
- Celi, ¡vení a comer!.
Su teléfono de golpe estaba sonando. Se asomó a la puerta de su pieza y le gritó a su madre que en un segundo bajaba. Vio la llamada entrante: era Bautista. Debía decidir en menos de dos segundos si atenderlo o no. "Bueno, no tiene nada de malo, capaz necesita algo", pensó, y al instante presionó el botón de contestar. Y sí. Lo que Bautista necesitaba era saber si Celeste quería pasar la tarde con él, ir a tomar algo o simplemente caminar por el parque. Celeste sin dudarlo un segundo aceptó la propuesta y, al colgar, comenzó a saltar desesperadamente por toda su habitación.
En otra punta de la ciudad, más específicamente en el hospital Álvarez, los padres de Maca estaban terminando de firmar algunos papeles, para poder retirar a su hija de allí. Había mejorado notablemente y sus energías se estaban recuperando, tanto que ya podía mantenerse en pie sin marearse siquiera. Matías, su hermano, estaba esperando en el auto. Durante los veinte minutos del viaje hasta su casa, ninguno de los cuatro integrantes de la familia pronunciaron palabra alguna. Sonia ya se había encargado de advertirle a su ex marido que castigándola o sofocándola con preguntas no iban a ayudar a su hija, y que lo mejor era alegrarse de que esté bien y darle mucho cariño y atención en los próximos días. Una vez que llegaron a su casa, el padre de Macarena se retiró para su lugar, y Matías y Sonia se pusieron a charlar entre ellos. Inmediatamente, la joven se fue para su habitación, agarrando su celular y viendo las manchas de sangre por todos lados. Optó por comenzar a limpiar, poniendo a cargar su celular, escuchando música fuerte y teniendo una sonrisa en su rostro de saber que Pache la había ido a ver.
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ENTRELAZADOS
Любовные романыLos hechos y personajes de la siguiente texto-novela no son reales, pertenecen a una historia de ficción. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia. Rocío tensa por lo que está por presenciar y no saber cómo reaccionar. Lautaro ansios...