III

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N/A: MIL DISCULPAS POR LA DEMORA. Enserio, lo lamento. Mi inspiración decidió irse y no volver hasta ayer. Lo siento :( Para el domingo tendré el cap. listo

Saliendo del tema... +4.850 VOTOS! +100.000 LEÍDAS! +930 COMENTARIOS!

Chicos, enserio les agradezco. Gracias por sus comentarios, votos y leídas. No se hacen ni la más mínima idea de lo feliz que me hacen.

Algunos pensarán que es poco. Quiero decir, hay historias con más de diez millones de leídos, más de cien mil votos, y miles de comentarios. Pero cuando comencé a publicar esta historia, nunca pensé que llegaría a los cien votos. Enserio. Creía que "La otra hija de Poseidón" era una historia muy mala, y que terminaría borrandola al mes de haberla publicado.

Pero sigo aquí. Y todo es gracias a ustedes. A los nuevos lectores, y a los que tengo desde que publiqué la introducción.

GRACIAS. A TODOS.

Por cierto [IMPORTANTE] ya se que haré cuando llegué a los 5k votos, 1k comentarios y las 100k leídas. Un video. Y un maratón.

Cuando llegue a mi meta, les explicaré de que será el video. Pero solo lo haré si les gusta la idea.

Eso es todo.

Claru.

PD: ¿De qué color ven ustedes el jodido vestido del que tanto se habla? Yo lo veo y va cambiando de color D: Esto es obra de Gea.

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Cap. III

Piper

  Después de pasar la mañana entre espíritus de la tormenta, hombres cabra y novios voladores, debería haberme vuelto loca. En cambio, lo único que sentía era miedo.

  Está empezando, pensé. Como decía el sueño.

  Iba en la parte de atrás del carro con Leo y Jason, mientras que el chico calvo, Butch, manejaba las riendas, y la chica rubia, Annabeth, con ayuda del chico de cabello dorado, Sam, ajustaban un instrumento de navegación de bronce. La pelinegra, Emily, se limitaba a jugar con una garra de algún animal que llevaba colgada del cinturón. Nos elevamos por encima del Gran Cañón y nos dirigimos al este; el viento gélido traspasaba mi chaqueta. Detrás de nosotros se estaban acumulando más nubarrones.

  El carro daba bandazos y sacudidas. No tenía cinturones de seguridad y la parte de atrás estaba abierta, de modo que me preguntaba si Jason volvería a atraparme si me caía. Eso había sido lo más inquietante de toda la mañana: no que Jason pudiera volar, sino que me hubiera tomado en brazos pero no se acordara de quién era yo.

  Durante todo el semestre, había trabajado en nuestra relación, tratando de que Jason me viera como algo más que una amiga. Al final, había conseguido que el muy bobo me besara. Las últimas semanas habían sido las mejores de mi vida. Y luego, tres noches atrás, el sueño lo había arruinado todo: aquella horrible voz que me había dado unas horribles noticias. No se lo había contado a nadie, ni siquiera a Jason.

  Ya ni siquiera lo tenía a él. Era como si alguien le hubiera borrado la memoria y yo tuviera que repetir todos los pasos. Tenía ganas de gritar. Jason estaba a mi lado: aquellos ojos de color azul celeste, aquel cabello rubio rapado, aquella bonita cicatriz sobre su labio superior. Su cara era agradable y dulce, pero siempre un poco triste. Miraba fijamente al horizonte sin reparar en mí.

  Mientras tanto, Leo estaba fastidiando como siempre.

  - ¡Esto es genial! - Escupió una pluma de pegaso -. ¿Adónde vamos?

La otra hija de Poseidón © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora