- ¿Vienes sola? - me preguntó James.
- No, - respondí - estoy con unos amigos.
- ¿Y dónde están? - dijo mirando detrás de mí, como si fueran a aparecer de repente.
- No sé, nos separamos cuando nos atacaron las dracaenas. Eran tres y antes de darnos cuenta ya habíamos salido corriendo en distintas direcciones.
- Siendo semidiós, esa es una de las cosas más estúpidas que podes hacer - claro. Nos conocíamos hace diez minutos y ya se creía superior.
Inútil.
- La que desciende de Atenea acá soy yo, así que no te hagas el listo - dije cortante, tal vez algo más de lo que quería sonar.
El chico levantó las cejas y sonrió con aire superior.
Idiota.
- Y ya sé que fue estúpido, pero no esperábamos el ataque. Solo queríamos ir a Starbucks - el chico me miró raro. ¿Qué carajos le pasaba? ¿Es que acaso nunca había tenido ganas de tomar un café con sus amigos?
Con su arrogancia, probablemente no los tenía.
- Bien, busquemos a mis amigos - dije.
- ¿Busquemos? - dijo resaltando las palabras. - ¿Qué te hace pensar que voy a ir contigo?
Me dejó sin palabras, aunque nunca admití eso en voz alta. Pero él era el quinto. Él tenía que serlo.
- No sé... - dije - Hay una profecía, que habla de cinco semidioses, pero con mis amigos y yo solo sumamos cuatro, y supuse que tal vez podrías ser el quinto... - iba a seguir hablando, pero James me cortó.
- ¿Cómo es la profecía? - me preguntó.
Le relaté la profecía, pero cuando terminé ni siquiera se inmutó... casi como si ya la conociera.
Murmuró algo que no alcancé a escuchar.
- Ya sabía de esa profecía - me dijo.
Nuevamente me quedé sin palabras. ¿Cómo alguien que ni siquiera había estado en el Campamento Mestizo sabía de una profecía reciente (bueno, no tan reciente. Hacía algo más de dos meses que me la habían hecho) que solo había confiado a unos pocos?
- ¿Cómo...?
- Mi madre siguió hablando con Ares. Así me enteré de la historia de tu hermano... - hizo una pausa. - Una vez nombró ésta profecía, aunque nunca dijo nada sobre la otra hija de Poseidón.
Había algo raro en lo que me decía. Nunca había oído sobre que un Dios siguiera hablando con un mortal luego de tener un hijo... Bueno, en realidad sí. Pero solo una vez, cuando Percy me contó la historia de la familia de Luke Castellan.
Pero eso era un caso especial.
- Bueno... - dije. Todavía no confiaba en el chico, ¿pero qué otra salida tenía? - ¿vienes conmigo o no?
- Sí - dijo -¿Cómo hacemos para encontrar a tus amigos?
- Mensajes Iris - respondí. Si, ahora sabía lo que eran.
- Claro. ¿Y qué es eso?
- Algo sabes sobre ser un semidiós, pero no todo. Ven, hay que encontrar una fuente o algo con agua.
- Si no te hubieras gastado toda mi botella...
- No funciona así.
- ¿Por qué?
- No funciona con agua que este quieta o estancada, a no ser que sea un lago. Tiene que ser agua en movimiento.
- Sigo sin entender cómo se hace.
Negué con la cabeza.
- Vamos - dije empezando a caminar.
Luego de caminar dos cuadras sumidos en un incómodo silencio, dije.
- Así que James... cuéntame tu historia.
- ¿Mi historia?
- Sí.
- No hay mucho. Mi nombre es James Blackwell, nací un tres de abril. Tengo trece años. Hasta ahora vivía con mi madre, Natalie Blackwell...
- ¿Por qué te fuiste? - lo interrumpí - De tu casa, me refiero.
- Quería ir al Campamento - dijo. - Bueno, no me interrumpas. - puse los ojos en blanco, aunque yo decía lo mismo cada vez que alguien me interrumpía. - Me enteré de que era mestizo cuando mi padre mi visitó una vez hace algo más de un año. Me contó sobre el Campamento Mestizo en Long Island, pero en ese momento no quise ir. No sé por qué, simplemente no quería.
- ¿Y decidiste venir ahora, en pleno invierno, cuando el Campamento esta casi vacío?
- Más vale tarde que nunca...
- Si, como digas. ¿Tienes dislexia?
- Sí, y también THDA - hizo una pausa en la que me miró con los ojos entrecerrados. - ¿Tú no?
- THDA, sí. Dislexia, no.
- Que extraño.
- Ya lo sé.
- Ahora es tu turno de contarme tu historia.
- Bien. Nací un veintiuno de agosto. Tengo doce años. Mi madre murió cuando tenía diez. Viví sola, hasta que un sátiro fue a buscarme, hace algo más de dos meses.
- ¿Viviste sola? ¿Dos años?
- Sí. Trabajé durante ese tiempo. Tú tampoco me interrumpas. - dije. Él me sacó la lengua. ¿Se puede ser tan infantil? - Descubrí que era hija de Poseidón, y descendiente de Apolo y Atenea. Supe que tenía dos hermanos. Con uno no hablo mucho, y con el otro soy muy unida. Percy es el hermano mayor que siempre quise. Y cuando lo tuve, solo estuvo conmigo dos meses. Alguien lo raptó, sin siquiera dejar la más mínima pista, y lo ocultó demasiado bien, porque no hay forma de hablar con él, ni siquiera por mensajes iris - mi voz se quebró en la última frase, pero también se llenó de odio.
Quien fuera que tuviese a mi hermano, sea Gea (tenía varias sospechas sobre ella) o quien sea, me las iba a pagar.
Me las iba a pagar caro.
ESTÁS LEYENDO
La otra hija de Poseidón ©
FanfictionSer hijo de los dioses suena divertido, pero no lo es. Es peligroso. Monstruos te persiguen día y noche. Tienes enemigos desde el momento en el que naces, aunque ni siquiera los conozcas en persona. Jenn Collins lo sabe porque lo ha vivido en carne...