LII

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Narra Annabeth

  Volvimos al hotel, y en cuestión de minutos ya estábamos dormidos.

  Los dos días siguientes, nos dedicamos a pasarla bien.

  Hacía mucho tiempo que no tenía un rato libre.

  Pueden pensar que fue algo egoísta. Quiero decir, Percy y Jennifer seguían desparecidos, y Sam, Emily, Claire, Delly y yo paseando por la  Lansing.

  Pero nosotros también necesitamos un descanso de vez en cuando, ¿saben?

  Pasamos dos tarde como amigos. Fuimos al cine, al parque, y comimos montones de comida chatarra y helado.

  La pasamos simplemente genial. Nos divertimos. Nos reímos. Por un momento, nos olvidamos de nuestros problemas y fuimos un grupo de cinco adolescentes normales.

  La segunda noche, caí redonda sobre la cama. Por primera vez en varios días, me sentí de buen humor.

  Al otro día nos levantamos tarde, y con la ayuda de Claire y su magia volvimos al Campamento.

  Todos se sorprendieron al ver como aparecíamos de la nada en medio de las cabañas.

  El resto del día transcurrió normal. Claire y Delly pasaron la noche allí, porque querían conocer a sus hermanos y hermanas.

  No recibimos noticias de Jason, Piper y Leo hasta el otro día, cuando volvieron. Su misión había sido mucho más complicada que la nuestra.

  Cuando aparecieron en medio de la cena, sobre la mesa de Afrodita, todo el campamento se quedó boquiabierto, mirándolos.

  Según lo poco que hablé con Piper esa noche, fue por algún extraño poder de Hera que los había lanzado a través del país.

  Toda la mesa de Afrodita -menos Emily, que parecía bastante contenta con la vuelta de su hermana- miraban a Piper como si fuera un bicho extraño por su aspecto.

  Dioses, ellos nunca entenderían lo que se siente llevar varios días sin bañarse por una misión.

  Quirón avanzó hacia ellos trotando.

  — ¿Qué...? ¿Cómo...?

  — Hola — dijo Piper tratando de sonar despreocupada —. Hemos vuelto.

Narra Piper

  No recuerdo gran cosa sobre el resto de la noche. Les contamos nuestra historia y respondimos a un millón de preguntas de otros campistas, pero al final Quirón vio que tan cansados estábamos y nos mandó a dormir.

  Era tan agradable dormir nuevamente en un colchón de verdad y estaba tan agotada que me dormí enseguida, lo que me evitó cualquier preocupación sobre mi regreso a la cabaña de Afrodita.

  A la mañana siguiente desperté en mi litera, sintiéndome con nuevas fuerzas. El sol entraba por las ventanas acompañado de una agradable brisa. Podría haber sido primavera en lugar de invierno. Los pájaros cantaban. Los monstruos aullaban en el bosque. Del pabellón del comedor me llegaban distintos aromas de desayuno: bacon, croissants, café y toda clase de alimentos deliciosos.

  Drew y su grupo estaban paseaban la mirada ceñuda de mi cama a la de Emily -que era contigua a la mía-, cruzados de brazos.

  — Buenos días. — Me incorporé y sonreí —. Que lindo día, ¿no?

  Escuché la risa de Emily mal disimulada desde su cama.

  — Vamos a llegar tarde al desayuno por su culpa — dijo Drew —, lo que significa que limpiarán la cabaña para la inspección.

La otra hija de Poseidón © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora