Capítulo XVIII

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El viaje se me hizo muy corto. Más de lo que esperaba. Los pegasos volaban más rápido de lo que recordaba del día que Percy me enseñó a montarlos.

Flashback

  - Mira, Jenn - dijo mi hermano. - Esto es bastante fácil.

  Estaba bastante nerviosa. Nunca había andado siquiera en caballo, y de repente tenía que aprender a montar un pegaso.

  - Él es Blackjack - dijo mientras acariciaba el lomo de uno de los animales que estaban en el establo. Era el único que era completamente negro, y eso lo hacía en si raro y hermoso.

  - Hola Blackjack - lo saludé. El caballo alado relinchó, y para mi sorpresa lo entendí, como entendía a los peces. Dijo algo sobre donuts. - ¿El pegaso acaba de hablar?

  "¿Ella me acaba de entender?".  No sé quién estaba más sorprendido. Si Blackjack o yo.

  - Sí, Blackjack. Ella te entiende. Es hija de Poseidón. Y no, no tengo donuts.

  "Jefe, ¿por qué no me había contado nada sobre esta chica?" , preguntó. "¿Y por qué no me trajo donuts?" 

  - Tranquilo - rió Percy. - Ella es mi hermana. Jennifer.

  "¿Hermana? ¿Desde cuándo tiene una hermana? Y sigue sin responderme por qué no me ha traído donuts"

  - Llegó al Campamento hace unos días, y quiero enseñarle cómo montar un pegaso. Luego te traeré donuts.

  "Está bien"  dijo Blackjack.

  Percy me explicó cómo montar al pegaso. Fue una de las tardes más divertidas de mi vida.

Fin del flashback

  Llegamos a Virginia (del Oeste), pero en Percy no era en lo único que pensaba. Seguía pensando en qué era lo que sentía por James exactamente.

  ¿Me gustaba?  Probablemente. Era lindo. Su cabello marrón chocolate siempre iba perfectamente desordenado. Sus ojos marrón oscuro con algunas líneas rojas tenían algo que los volvía irresistiblemente llamativos.

  Pero ¿desde cuándo? ¿Por qué? ¿Por qué él?

  Luego de debatirlo conmigo misma durante todo el viaje, llegué a una conclusión. Me gustaba James Blackwell.

  ¿Desde cuándo? Todavía no lo averiguaba, solo sabía que me di cuenta en el momento en el que le enseñé a montar pegasos. ¿Por qué? Lo mismo.

  Y me puse a pensar en esto: ¿qué siente el por mí?  Obviamente, yo no le diría nada, ni a él, ni a nadie (solo tal vez a Emily).

  Los pegasos bajaron en la enfrente de una pequeña y desolada estación de servicio.

  "Hemos llegado"  me dijo Blythe.

  - Sí, gracias por traernos.

  "No me agradezca. Es un honor haber ayudado a la hija de Poseidón. Si necesita algo, no dude en llamarme".

  - Lo haré.

  Dicho esto, la pegaso se giró hacia sus amigos y con un relinchido todos se fueron volando.

  - Tengo hambre - dijo James a mis espaldas.

  La verdad es que a pesar de estar en una estación de servicio, que tenía un pequeño mercado, estábamos en el medio de la nada.

La otra hija de Poseidón © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora